Al Tanto

Gestión de innovación: nuevo valor para los consumidores

“Nosotros tenemos ISO 9001 porque, en nuestro mercado, los clientes se inclinan por los proveedores que contamos con esa certificación para asegurar que tenemos un sistema de gestión de calidad”. Fue el comentario que recientemente me hizo un empresario cuando charlábamos sobre nuevas tendencias de consumo. Te entiendo, ese es el típico argumento de miles de empresas que mundialmente se certifican; sin embargo, lo importante ahora es distinguir las diferencias entre gestionar la calidad y gestionar la innovación continua. “Queda claro, pero lo único que quiero es que resulte valioso para mis clientes”, me respondió el exitoso empresario.¡Definitivamente!, pero considera que mientras la gestión de calidad se funda en la administración y mejora de tus actuales productos o servicios; la gestión de la innovación se centra en la administración de ideas que resulten, no simplemente en nuevos productos o servicios, sino realmente encuentren una aplicación exitosa en el mercado. Por lo tanto, mientras sigas enfocado solamente en calidad, te auguro que tendrás el mejor “commodity” del mundo. En cambio, si comienzas a gestionar la innovación, te prometo que incrementarás de forma exponencial el valor no sólo de tus productos, sino el de tu propia compañía. “¿Te refieres al valor de mercado de mi empresa?” Así es, pues financieramente el patrimonio de tu empresa lateralmente toma valor en la medida en que adquieras o transformes internamente ideas en activos intangibles. De hecho, es importante que estés al tanto que los intangibles constituyen activos para tu empresa, en la medida en que puedas demostrar que esas ideas innovadoras son de tu propiedad y, al gestionarlas, tienes control de sus correspondientes efectos económicos. “Okey, entonces, ¿cómo puedo gestionar la innovación?”, reviró el empresario. Te decía, lo primero que debes hacer es comenzar por implementar una metodología y herramientas que te ayuden a administrar no solamente tus ideas, sino las de todos tus colaboradores, y evalúes cuales son las que verdaderamente ayudan a satisfacer las necesidades de los clientes. Posteriormente, en base a las innovaciones identificadas, invierte y desarrolla internamente lo que sea necesario, para que estés en capacidad de registrar lo que las normas contables y jurídicas te permitan.Enseguida, y basado en el valor efectivamente invertido, categoriza dichas inversiones como activos intangibles de acuerdo al impacto que provocan en el capital de tu empresa. Por ejemplo, lo recomendable sería que separes la propiedad industrial, de la intelectual, y éstas de las que representan propiedad civil. Asimismo, y en base a dichos tipos de propiedad, sería conveniente que separes lo que fortalece la identidad y valores de la compañía de aquello que ayuda a mantener las relaciones de negocio y su personal; o bien, robustece la estrategia de negocio, la estructura física y financiera de tu empresa. Por último, y en consideración de dicho catálogo, repite el primer paso; es decir, vuelve a captar ideas. ¡Y ahora sí!, a innovar permanentemente.

"Nosotros tenemos ISO 9001 porque, en nuestro mercado, los clientes se inclinan por los proveedores que contamos con esa certificación para asegurar que tenemos un sistema de gestión de calidad". Fue el comentario que recientemente me hizo un empresario cuando charlábamos sobre nuevas tendencias de consumo.

Te entiendo, ese es el típico argumento de miles de empresas que mundialmente se certifican; sin embargo, lo importante ahora es distinguir las diferencias entre gestionar la calidad y gestionar la innovación continua.

"Queda claro, pero lo único que quiero es que resulte valioso para mis clientes", me respondió el exitoso empresario.

¡Definitivamente!, pero considera que mientras la gestión de calidad se funda en la administración y mejora de tus actuales productos o servicios; la gestión de la innovación se centra en la administración de ideas que resulten, no simplemente en nuevos productos o servicios, sino realmente encuentren una aplicación exitosa en el mercado.

Por lo tanto, mientras sigas enfocado solamente en calidad, te auguro que tendrás el mejor "commodity" del mundo. En cambio, si comienzas a gestionar la innovación, te prometo que incrementarás de forma exponencial el valor no sólo de tus productos, sino el de tu propia compañía.

"¿Te refieres al valor de mercado de mi empresa?"

Así es, pues financieramente el patrimonio de tu empresa lateralmente toma valor en la medida en que adquieras o transformes internamente ideas en activos intangibles.

De hecho, es importante que estés al tanto que los intangibles constituyen activos para tu empresa, en la medida en que puedas demostrar que esas ideas innovadoras son de tu propiedad y, al gestionarlas, tienes control de sus correspondientes efectos económicos.

"Okey, entonces, ¿cómo puedo gestionar la innovación?", reviró el empresario.

Te decía, lo primero que debes hacer es comenzar por implementar una metodología y herramientas que te ayuden a administrar no solamente tus ideas, sino las de todos tus colaboradores, y evalúes cuales son las que verdaderamente ayudan a satisfacer las necesidades de los clientes.

Posteriormente, en base a las innovaciones identificadas, invierte y desarrolla internamente lo que sea necesario, para que estés en capacidad de registrar lo que las normas contables y jurídicas te permitan.

Enseguida, y basado en el valor efectivamente invertido, categoriza dichas inversiones como activos intangibles de acuerdo al impacto que provocan en el capital de tu empresa. Por ejemplo, lo recomendable sería que separes la propiedad industrial, de la intelectual, y éstas de las que representan propiedad civil.

Asimismo, y en base a dichos tipos de propiedad, sería conveniente que separes lo que fortalece la identidad y valores de la compañía de aquello que ayuda a mantener las relaciones de negocio y su personal; o bien, robustece la estrategia de negocio, la estructura física y financiera de tu empresa.

Por último, y en consideración de dicho catálogo, repite el primer paso; es decir, vuelve a captar ideas. ¡Y ahora sí!, a innovar permanentemente.

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