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Un mito, la parálisis legislativa con Calderón


 
Eduardo Ortega

Pese a que su gobierno no tuvo mayorías en el Congreso y al ambiente polarizado, en la administración del expresidente Felipe Calderón Hinojosa no hubo parálisis legislativa, ya que es el sexenio en que más cambios a la Constitución se han realizado en la historia del país: 110 en total.
 
Para su aprobación, una reforma constitucional requiere no sólo haber recibido luz verde por una mayoría calificada en las 2 cámaras del Congreso de la Unión, sino también por la mitad más uno de las legislaturas de los estados.
 
Especialistas consultados por EL FINANCIERO comentan que para realizar una reforma a nuestra Carta Magna se requiere de un amplio respaldo político, para lo cual es necesario tener una capacidad de negociación y acuerdo.
 
Después del calderonista, el sexenio en el que más modificaciones se realizaron a la Constitución fue en el de Ernesto Zedillo, con 77; le siguen el de Miguel de la Madrid, con 66, y el de Carlos Salinas de Gortari, con 55.
 
Para César Astudillo, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ese dato es una radiografía de lo que sucedió en el sexenio anterior, y tira algunos de los mitos que se habían venido manejando.
 
El de Felipe Calderón "ha sido el sexenio en el que se han dado más reformas constitucionales, lo cual quiere decir que no hubo inmovilismo o parálisis legislativa sino, al contrario, hubo una capacidad interesante de acordar y consensuar políticamente", refiere.
 
De los 110 cambios a la Constitución registrados en la administración calderonista destacan las reformas en materias de derechos humanos, justicia penal, laboral y electoral.
 
En el caso de esas reformas, Astudillo considera que sí son de fondo y sí van en la dirección de seguir avanzando en el proceso de consolidación democrática.
 
Sin embargo, matiza, de lo que se trataba también era de rediseñar las instituciones, crear nuevos mecanismos para dar mayor margen de derechos y libertades, y para hacer que las instituciones públicas fueran más eficientes, más abiertas y más transparentes.
 

[El Financiero]
 
 
Hubo de todo un poco
 
De acuerdo con Javier Patiño Camarena, también del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, si bien hay cambios muy buenos, hay otros que son inocuos, otros que son un poco frívolos, y otros que francamente son negativos.
 
"Esto es muy delicado. No hay que perder de vista que el gran acuerdo de México está en la Constitución; luego, tenemos que tener mucho respeto por los términos de ese acuerdo y lo que se quita y lo que se pone, y lo que se modifica", sostiene.
 
En consecuencia -sentencia Patiño Camarena-, la Constitución de 1917 ya no es la Constitución de México, sino es "la Constitución de Calderón" porque ningún otro presidente había cambiado tanto nuestro arreglo fundacional.
 
El politólogo José Antonio Crespo, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), opina que, aunque hubo avances importantes, la mayoría de las reformas constitucionales fueron más bien superficiales o no tan profundas para todo lo que se requiere.
 
Por ejemplo, menciona el caso de la reforma constitucional en materia electoral, la cual no le gustó al propio Acción Nacional, partido que aún recela de ella y le quisiera cambiar varios puntos.
 
"Se dice que cuando hay gobiernos divididos cuesta más trabajo hacer reformas y no sólo constitucionales, pero eso refleja que en un gobierno dividido se podían aprobar ese número de reformas.
 
"Es el mayor que en otros sexenios. Eso refleja que un gobierno dividido no es un impedimento para realizar reformas constitucionales que requieren las dos terceras partes de las cámaras", agrega Crespo.
 
Información proporcionada por El Financiero diario.

 
 

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