Archivo

Las Vegas Xalostoc, una vida en zozobra continua


 
Sandra Marín

Isaac Uriel (colonia Pedro Ojeda Paullada)
 
Después de que el pequeño Isaac, de sólo 13 años, fue trasladado al hospital José María Rodríguez, sus padres, Marina Trejo y Óscar Escobar, de 36 y 38 años de edad, relataron que al llegar al nosocomio tenían la esperanza de encontrar a su hijo con vida.

Sin embargo, el cuerpo de Isaac ya había sido trasladado a la morgue del Centro de Justicia de San Agustín "donde, a petición del Ministerio Público, lo tuvimos que identificar en diez ocasiones para que no hubiera equivocación y nos dieran otro cuerpo".

Fue en el Servicio Médico Forense (Semefo) del municipio de Coacalco donde le practicaron la necropsia que determinó "hemorragia pulmonar secundaria a electrocución".

Aún con el corazón extraviado, Óscar recordó que, por medio de la televisión, tanto el entonces presidente Felipe Calderón como Enrique Peña Nieto -a la sazón gobernador del Estado de México- expresaron sus condolencias por el deceso de su hijo y se comprometieron apoyar a los deudos.

Sin embargo, nunca recibieron respaldo alguno.

"El sepelio se retrasó porque el gobierno estatal no hacía el pago para el entierro. Fue hasta el tercer día, cuando el cuerpo empezaba a descomponerse, cuando llegó la ayuda y fue enterrado en el Jardín Guadalupano el mero día de las elecciones del estado". Óscar narró lo impensable: durante el sepelio alrededor de 40 personas que portaban playeras rojas que los identificaba como "la marea roja priista" irrumpieron en el panteón gritando que Isaac no había fallecido a causa de un accidente propiciado por la inundación y las malas condiciones del alumbrado público, sino en casa y por muerte natural.

Además de esa cruel manifestación, Marina y Óscar consideraron como una burla las declaraciones de apoyo ofrecidas por parte de los gobiernos estatal y federal, debido a que la ayuda nunca llegó, "y todavía es momento que la estamos esperando".

Y agregan: "No hemos podido seguir adelante ni moral, ni física, ni económicamente. Tuvimos que pedir 40,000 pesos prestados a familiares para poder comer y subsanar gastos, deuda que no hemos podido pagar".

Y es que, tras la muerte de Isaac, padres, hermanos y abuelos cayeron en una profunda depresión y padecieron fuertes problemas gastrointestinales debido a la suciedad que dejaron los anegamientos.

Durante ocho meses, Óscar no tuvo el ánimo de levantarse de la cama. Los gastos del hogar recayeron en su esposa, quien luego de un tiempo no tuvo la fortaleza para continuar con su trabajo en el área de limpieza de un centro comercial. Ahora, dice, es necesario limpiar las heridas que dejó la ausencia de Isaac.
 
Por su parte, el hermano mayor, Óscar Tonatiuh, de 18 años de edad, ya no quiso seguir con lo único que le interesaba hacer en ese momento: estudiar inglés  Actualmente no estudia ni trabaja.

Fue entonces cuando los hermanos menores Itzel Anahí, de 11 años; Naum Andrés, de nueve, y Lizet Yollotzin, de siete, se dieron a la tarea de escribir cartas ilustradas con todos los integrantes de la familia para tratar de alentar a sus padres.

"Nos dibujaron a todos. A Isaac lo ponían como un angelito en el cielo. Les decían a sus padres que el estaba bien, que los querían mucho, que los necesitaban con ellos, que le echaran ganas", relató la abuela Rosario, con la sal recorriendo en sus mejillas.
 
 

 
 
Con la esperanza de apoyo.

 
Los seis integrantes de la familia Trejo Escobar viven en una pequeña habitación de 60 metros cuadrados techada con lámina de cartón. Todos sus bienes, que aún no terminan de pagar, los conforman una litera, un ropero, un librero, una mesa con alacena, estufa y refrigerador.

La pena de Óscar aún se asoma profundamente en su rostro y forma de hablar; sin embargo, dijo sentir esperanza de que el ahora presidente del país, Enrique Peña Nieto, pueda cumplir su palabra y les brinde apoyo económico y psicológico.

No olvida que por falta de recursos no pudieron pagar los honorarios de un abogado para que diera continuidad a la averiguación previa SAG/II/3359/2011 que inició en contra la CFE y quien resulte responsable por la muerte de su hijo.

"El caso se complicó porque nos pedían muchas pruebas que eran difícil de recabar, como fotografías de los hechos, el nombre del policía federal que recogió al niño, testigos, además de que la CFE y el gobierno municipal -encargado del alumbrado público- 'se echaron la bolita' y se deslindaron de no haber desconectado la fuente que alimentaba el sistema de alumbrado público, pese a los niveles que alcanzó el agua en las calles".

Óscar emitió un gran suspiró, llevó sus manos a los ojos y expresó: "Murió un ser humano, no un animal". El 6 de abril, Isaac habría cumplido 15 años.

Comenzar desde cero

Aurora (Las Vegas Xalostoc)
Tras las inundaciones, la precaria situación económica de la familia de Aurora se agravó con la detección de un osteosarcoma en una pierna de su hija María Fernanda. "Tuve que vender una parte de mi casa y una tejedora que sobrevivió a la inundación para pagar sus tratamientos y cuatro mil pesos de una operación que era muy costosa; pero, gracias a que nos realizaron un estudio socioeconómico, sólo nos cobraron eso".
 
Aurora, quien desde hace diez años padece de alergias relacionadas con el síndrome de Samter, explicó que las autoridades nunca censaron a los comercios afectados por el desbordamiento, los cuales sumaron 750 en Ecatepec, de acuerdo con declaraciones de la entonces coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Gurza.

"Siempre nos dijeron que no nos iban a dar los apoyos económicos porque iban a buscar la manera de indemnizarnos, lo cual no sucedió e incluso ni siquiera nos ayudaron con los recursos del programa PET.

"En nuestro caso, realmente empezamos desde cero. Perdimos clientes porque no les podíamos surtir a tiempo la cantidad de pants que necesitaban. Donde compramos la tela tuvimos que mostrar algunas fotografías de los daños para que nos fiaran y pudiéramos ir pagando poco a poco
y sin intereses."

Explicó que apenas hace dos meses recontrató a dos de las diez personas que trabajaban en el taller y que mediante un préstamo ya pudieron hacerse de una máquina de coser usada.

"Con mucho esfuerzo vamos al día porque gran parte de mi ganancia se me va en pagar las terapias psicológicas que recibe Fernanda cada 15 días en el Hospital Juárez y en los medicamentos que necesito por el síndrome de Samter."

Comentó que, aunque es atendida en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INMER), las medicinas no las cubre el Seguro Popular debido a que son especiales, pues no deben contener colorantes.
 

 

El naufragio

Las Jarochas (Pedro Ojeda Paullada)
 
En la calle Jorge Ibargüengoitia número 28 -dos calles atrás del Río de los Remedios- el tiro de las aguas pestilentes alcanzaba el metro de altura. Sughey y sus hijos, además de la madre y tía discapacitadas, se encontraron atrapados en su domicilio y sin el servicio de la línea telefónica para poder solicitar auxilio. Sughey pensó en sacar a los niños de la camioneta para subirlos al techo, pero el peso del agua le impidió abrir las puertas del vehículo que ya se encontraba inundado.

En tanto, Las Jarochas -conocidas así en la colonia por el tono de hablar pese a ser originarias de Chiapas- se apoyaron entre ellas para poder subir al segundo nivel de la litera.

Como náufragos en medio del océano y en lo más crítico de la situación, Sughey vio una luz alumbrar su casa: eran sus hermanos bañados en lodo.

De inmediato, rompieron el vidrio trasero de la camioneta y rescataron a los niños. Bajaron de la litera a Eliot, su madre. Uno de los hermanos salió con los dos menores en brazos, mientras que el otro ayudó a Eliot a colocarle la prótesis y a caminar por el agua durante varias calles. Sughey y tía Nury quedaron arriba de la litera en espera de que regresaran por ellas.
 
 
La espera tardó día y medio sin poder moverse a causa del hedor, sin saber lo que sucedía, sin comer, sin poder tomar un vaso de agua... hasta que fueron por ellas en lancha.

Debido al susto y gran esfuerzo que hizo Eliot Sánchez Reyes por salir de la zona de desastre, se le presentó un choque cardiogénico. Estuvo diez días internada en el hospital de La Villa. Su corazón no volvió a latir.

A los 40 días de su fallecimiento, la tristeza de su hermana Nury le provocó un reencuentro con ella.
 
¿A dónde nos vamos?

Ignacio (Las Vegas Xalostoc)
 
"No sé si es mucho lo que perdí, pero todos vivimos de alguna forma nuestra desgracia", señaló Ignacio López al relatar su experiencia del jueves 30 de julio y desahogar, todavía con asombro, cómo esa tarde noche se encontró con la planta baja su casa debajo del agua.

"Todo perdimos, hasta documentos personales. Sólo algo de ropa, algo de comida y muebles pequeños que mi esposa e hijos alcanzaron a rescatar. En el momento no preocupó la pérdida de los bienes, yo me sentí bien al ver que estaba a salvo con mi familia". Por dos días habitaron en el
segundo piso.

Al tardar dos semanas en la remoción de escombros y limpieza de su casa, Ignacio dejó de asistir a su trabajo y fue despedido pese a haber explicado al gerente de la discoteca la situación en que se hallaba. Desde entonces Ignacio no ha encontrado chamba: "Tuve que recurrir a la venta de cosas usadas en los tianguis. Sobrevivimos de eso, incluso los pocos muebles que tenemos todos son usados.

Para qué comprar nuevos si estamos a unas calles del canal y podemos perder todo nuevamente". Señaló que, como comerciante, hay días que tiene buenas "rachas", pero otros ni siquiera saca para pagar los transportes de sus hijos Irvin, de 13 años de edad, y Jazmín, de 19, para que puedan asistir a la escuela.

Como todos los entrevistados, Ignacio expresó su preocupación porque la tragedia se repita. "Con anticipación formamos bardas de bultos de arena y grava para evitar en lo que más se pueda el paso del agua a la calle. Incluso hay gente que coloca pestañas de acero en las entradas de sus viviendas.

Ignacio destacó que los gastos para subsanar los daños que provocaron las inundaciones en las estructuras de las viviendas son de todo el año: "Continuamente hay que estar pintando, resanando paredes, tapando fisuras, rellenando pisos que presentan hundimientos, y hay casos en los que de plano parecen no tener remedio".

"Claro que vivimos con el temor porque no han sido drenados los cauces, las autoridades no han cumplido su promesa de entubar el Río de los Remedios, la red de drenaje tiene más de 40 años de antigüedad. En verdad todos quisiéramos salir de aquí, pero ¿adónde nos vamos?, ¿quién va a querer comprar una casa que se inunda?".
 
Información proporcionada por El Financiero Diario.

También lee: