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“La cámara no tiene que estar pegada al ojo”


 
Sergio Raúl López
 
 
Basta, simplemente, con decir "fotografía en blanco y en negro" para sugerir los dos extremos de la gama de tonalidades que excluyen al color. Pero esa no es la razón principal por la que el maestro Rubén Pax decidió bautizar como Dualidades a la gran exposición retrospectiva que le reconoce 40 años de trayectoria, sino por otras varias, más de índole personal y creativo.
 
 
Primero, porque las diversas series fotográficas que se exponen —desde el 22 de agosto— en la sala Nacho López de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Pachuca, Hidalgo, comparten, todas, esos grados de tonalidad que van del blanco al negro —y constituyen, por sí mismas, un catálogo de los distintos materiales, calidad de papeles y soluciones químicas disponibles en el mercado en la época correspondiente a cada imagen—, sino que nos revelan una profunda disección del fondo artístico detrás del autor.
 
 
Pues Rubén Pax es el nombre del maestro de fotografía por cuyas clases y talleres libres han pasado incontables profesionales del oficio desde hace varias décadas; que fuera periodista gráfico en La Jornada y en la agencia Imagen Latina —fundador de ambos y de la agencia Prisma—, con un importante acervo de imágenes culturales, así como un curioso experimentador de técnicas, materiales y mecanismos —fue pionero, junto con Eric Jervaise, en desarrollar el colodión húmedo en la década de los ochenta.
 
 
Pero, también, hablamos de Rubén Cárdenas Paz, el estudiante de dibujo publicitario de la Escuela de Artes Plásticas de San Carlos, emblemática institución de la Universidad Nacional, y que luego él mismo fuera profesor de fotografía en la Escuela de Diseño y Artesanías (EDA) del INBA, durante más de 37 años.
 
 
Y este juego de dualidades prosigue con su figura misma. Originario de la Ciudad de México, el maestro Pax ha sido uno de sus más puntuales cronistas visuales, pues la ha recorrido, cámara en mano, como pocos; también es uno de los últimos grandes retratistas, lo mismo de los personajes callejeros de emblemática figura, que de los más importantes pintores y artistas que residen en la inmensa urbe.
 
 
Empero es, simultáneamente, un enamorado del resto del país, que encuentra en los desplazamientos —y en la cualidad del viaje mismo— importantes motivos para retratar, teniendo a los rituales y las fiestas populares como motivo fundamental.
 
 
La exposición nos revela al maestro fotógrafo en su más clásica expresión, el blanco y negro, a través de dos personalidades: la de Rubén Cárdenas Paz y la del maestro Pax.
 
 
—Como diseñador, que es su oficio inicial, ya había incursionado en la fotografía, porque coloreaba negativos de alto contraste para los anuncios del cine, de intermedios y de las dulcerías. Eso también es foto...
 
 
—El diseño gráfico me dio muchas ventajas, digamos, para enfocarlo en la fotografía y diversificarlo bastante. Recuerdo que manipulaba algunas imágenes fotográficas, que de alguna manera coloreaba, además de los negativos o positivos que hacíamos para las proyecciones de las películas. Todavía estudiaba en la escuela de San Carlos y ya estaba trabajando ahí. Ese fue un principio para empezar a descubrir fórmulas, y también el libro del profesor Ramírez, que sorprende por la gran cantidad de información que tenía. Te da las fórmulas como si fuera una cocina muy exacta, hace énfasis en la rigurosidad. Y, en efecto, todas las fórmulas tienen que ser así: tanto en temperaturas, en agitaciones, papeles, las soluciones... todo debe manejarse con esa delicadeza, algo que no es tan sencillo de hacer o de llevar a cabo...
 
 
—Eso sí: no le previenen sobre los hornos que explotan cuando se coloca algodón pólvora en su interior...
 
 
 
—Son cosas que vas descubriendo con la práctica de los procesos alternativos, que así es como se les llama (porque representan otras formas de hacer imágenes).
 
 
 
—¿Y las cámaras de marca Leica fueron una moda?
 
 
—No, nunca fue una moda. Fue una cámara que se impuso ante la forma en cómo se trabajaba en ese momento; claro, respecto a las cámaras de formato muy grande. Fue una sorpresa que con una cámara tan pequeña se pudieran hacer ese tipo de imágenes, algo que no se podía realizar con otras cámaras. Además, la óptica Leitz te da muchísima calidad. Los demás fotógrafos de la época, grandes fotógrafos también, se burlaban de esa cámara  pequeñita que era como muy insignificante, de 35 milímetros; se convirtieron en las cámaras de los primeros reporteros gráficos. Había muchas buenas cámaras alemanas, como la Rolleiflex o la Graflex, que eran para reporteros, en formatos bastante interesantes, placas grandes... Pero esa cámara le dio un cambio a la fotografía totalmente radical.
 
 
 
—¿Es importante entonces hacerse de una buena cámara, o de una muy cara?
 
 
—La cámara no hace al fotógrafo. A mis alumnos no les enseño a ser fotógrafos, les enseño a que aprendan fotografía, que aprendan a ver imágenes, que aprendan a revelar. Ellos decidirán cuándo quieren ser fotógrafos. Mi idea no es hacer fotógrafos sino que los alumnos vean y entiendan la imagen, cómo capturarla, que aprendan esto antes de hacer las tomas fotográficas. Les hago una demostración de ver las imágenes a través de un visor parecido al de 35 milímetros, una ventanita de ese formato: cuando te la llevas a los ojos empiezas a crear imágenes, si empiezas a alejarla la ves como close up, si lo acercas a tus ojos es más panorámico. El ejercicio es memorizar lo que estás viendo y después escribirlo. Es una recreación de la atmósfera de lo que estás viendo, el color y, en sí, de lo que percibes de la imagen; todo esto antes de tomar la cámara.
 
 
 
—Supogo que ese entrenamiento permite que la cámara se convierta en un instrumento para capturar la realidad externa.
 
 
 
—La cámara tradicional no tiene que estar pegada a tu ojo; y, en ese sentido, es diferente de la digital, porque la ves a distancia en una pantallita, se vuelve una imagen virtual dentro de la misma foto, la ves en una pantalla pero no es la realidad ni es lo que capturas. Es por eso que los fotógrafos ahora toman 20 fotografías en lugar de una; pero no hay como descubrir lo que sucede a través del visor en ese momento, la cámara y el ojo, esa conjunción de la visión solamente se da a través de la cámara. 
 
 
 
 
 
 
 

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