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KRUGMAN: El mundo según el partido republicano


 
 
La reportera Lydia DePillis preguntó recientemente en Wonkblog, un blog de The Washington Post: "¿Se acuerdan de cuando a los republicanos les preocupaba la 'incertidumbre económica'?"
 

De hecho, no, no me acuerdo. Me acuerdo de cuando afirmaron estar preocupados por la incertidumbre económica, pero era completamente obvio incluso en ese entonces que no era más que un intento por poner un nuevo brillo cuasi académico sobre lo mismo de siempre. Lo que realmente querían decir era que la economía sólo entraría en auge una vez que nos deshiciéramos del socialista keynesiano islámico ateo e instaláramos alguien que fuera a tratar bien a la gente rica. Se aferraron a cierta investigación que, de no leerse cuidadosamente, parecía apoyar sus quejas, pero nunca hubo dudas de que dejarían de lado el tema de la incertidumbre en cuanto no resultara conveniente para la búsqueda de sus metas reales. Y así lo hicieron.
 

Es muy parecido al debate sobre la austeridad, donde siempre fue obvio que toda la queja por la deuda realmente era una forma de ir tras el Estado benefactor, un punto demostrado vigorosamente por la hostil reacción de gente como Olli Rehn, el Comisionado Europeo, cuando los franceses empezaron a reducir su déficit elevando los impuestos en lugar de recortar los beneficios.
 

El punto es que hay mucho menos argumentos económicos presentados de buena fe de lo que pudiera pensar un observador ingenuo; y eso es precisamente porque fuerzas poderosas están haciendo lo más que pueden para engañar a dichos observadores ingenuos.
 

Así que hasta luego "incertidumbre económica". La verdad es que nadie jamás se la tomó en serio.
 

Los directores ejecutivos, todos confundidos.
 

La Sra. DePillis ha seguido escribiendo en Wonkblog una serie informativa de publicaciones sobre el infortunio político de las grandes empresas, que con todo su dinero y conexiones no sólo se encuentran incapaces de frenar la caída en el caos sino que también son incapaces de siquiera ejercer cualquier influencia considerable. Pero sigo sin pensar que los empresarios entiendan su problema.
 

La Sra. DePillis toca algo de esto en una publicación reciente intitulada "Why Big Business Failed to Stop its Worst Nightmare in D.C.", pero aun así, pienso que no llega a la raíz del problema.
 

Intenté explicar todo esto el año pasado al escribir sobre la confusión de Howard Schultz, CEO de Starbucks, un tipo genuinamente bueno que intenta mejorar la situación política, sin ayudar en nada. El Sr. Schultz (y pienso que muchos otros empresarios) tenía, y presumiblemente sigue teniendo, una triple falsa idea sobre nuestra situación.
 

Primero, los directores ejecutivos siguen hablando como si la deuda y los déficits fueran el tema central de la política económica. Nunca merecieron ese lugar; ciertamente no lo merecen ahora que el déficit claramente ha estado cayendo demasiado rápido y el panorama de la deuda es estable para la próxima década. No obstante, no pueden dejar la noción de que lo que necesitamos es un gran acuerdo sobre el presupuesto (en lugar del fin de la austeridad destructiva).
 

En segundo lugar, muchos CEO, creo, son verdaderamente ingenuos respecto a la gente con la que tratan. Creen, por ejemplo, que a Paul Ryan, el presidente del Comité Presupuestario de la Cámara de Representantes, realmente le importan los déficits.
 

No han comprendido, o rehúsan comprender, la realidad de que toda esta cosa sobre los déficits realmente tenía que ver con usar la crisis económica como excusa para despedazar la red de seguridad social.
 

Finalmente, los CEO siguen intentando posicionarse como el punto medio entre los extremistas de ambos lados, cuando la realidad es que tenemos un Partido Demócrata básicamente moderado confrontando a un Partido Republicano radical que no juega con ninguna de las reglas normales.
 

Si alguien insiste en considerar que los senadores Ted Cruz y Elizabeth Warren de cierta forma son personalidades simétricas, ya está tan fuera de contacto con la realidad política que no hay forma de que tenga influencia útil. A veces me pregunto cómo es que estos tipos pueden ser tan ingenuos, y algunos probablemente no lo sean; están jugando guerra de clases a hurtadillas. Pero algunos de ellos efectivamente parecen no tener idea, probablemente porque pensar en la realidad de la política estadounidense los haría sentir incómodos; ¿y quién le va a decir al tipo de la oficina grande cosas que lo hagan sentir incómodo?
 

No sólo son los televidentes de Fox News los que viven en una burbuja; a veces, el dinero y el poder pueden tener el mismo efecto.

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