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KRUGMAN: Antecedentes: malestar nacional


Durante las últimas décadas, las autoridades de Francia a menudo han tenido que enfrentar cuestionamientos sobre el deterioro de la estatura del país en el escenario mundial y sobre si su Estado benefactor es sustentable. Ahora, luego que años de estancamiento económico han exacerbado el malestar de Francia, algunos economistas creen que ha llegado la hora de que la nación enfrente agresivamente sus problemas estructurales y se resigne a un futuro de menos crecimiento y más pérdida de influencia.
 
 
Steven Erlanger, director de la oficina en París de The New York Times, explicó los desafíos de Francia en un artículo publicado en agosto: "Lo que está en juego es si el sistema democrático social, que por décadas se enorgulleció de ser modelo para proveer a sus ciudadanos un estándar de vida alto y estable, puede sobrevivir a la combinación de la globalización, a una población que está envejeciendo y a los agudos impactos fiscales de los últimos años", escribió.
 
 
Francia ofrece algunos de los beneficios sociales más generosos del mundo occidental. Los empleados de tiempo completo están limitados a una semana laboral de 35 horas y reciben hasta seis semanas de vacaciones pagadas cada año; hay numerosas protecciones contra los despidos. Muchos trabajadores pueden jubilarse a los 60 años o antes, y los sistemas de pensión y salud de la nación son de los mejores del mundo.
 
 
Sin embargo, tal como lo señaló el Sr. Erlanger, "en una economía mundial más competitiva, la pregunta no es si el modelo social francés es bueno, sino si los franceses pueden seguir pagándolo. Con base en las tendencias actuales, la respuesta claramente es negativa, en ausencia de cambios estructurales significativos; en pensiones, en impuestos, en beneficios sociales, en leyes laborales y expectativas".
 
 
Para empeorar las cosas, la tasa de desempleo del país alcanzó recientemente 10.9 por ciento, y el desempleo entre los jóvenes ha permanecido por arriba de 20 por ciento durante gran parte de las últimas dos décadas. Ochenta y dos por ciento de los trabajos creados en Francia en 2012 fueron contratos temporales, lo que significó que ni siquiera los jóvenes con empleo pudieron unirse a la fuerza laboral permanente.
 
 
Según una encuesta conducida en febrero, sólo 36 por ciento de los jóvenes de Francia confía en el futuro, y más de la mitad de los encuestados dijo que, de tener la oportunidad, viviría en otra parte. 

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