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INFORME ESPECIAL: Snowden y el espionaje


 
 
Gabriel Moyssen/ Roxana González
 
 
Estados Unidos y Gran Bretaña desarrollan un vasto sistema de inteligencia en las redes informáticas que ha sido expuesto por Edward Snowden, ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional asilado en Rusia.
 
 
A menos de 20 años de la masificación de internet, el espacio virtual y las telecomunicaciones se confirman como el escenario de nuevos avances tecnológicos encaminados a sostener la hegemonía global de Estados Unidos, mediante el espionaje, el almacenamiento y el análisis simultáneo de inagotables flujos de información, expresados en terabits y petabits, que Edward Snowden, ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), reveló hace dos meses al llamarlos 'el mayor programa de vigilancia en la historia'.
 
 
El espionaje en internet y las telecomunicaciones era un secreto a voces desde que a fines de los años noventa se conoció la existencia de la red de escuchas y de inteligencia satelital Echelon, desarrollada a partir de la década de 1960 por el Acuerdo de Seguridad UKUSA o 'Cinco Ojos' (Gran Bretaña, EU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) para monitorear el tráfico del bloque soviético y que al expirar la Guerra Fría, aseguran el Parlamento Europeo y el investigador James Bamford, giró sus antenas hacia el robo de secretos industriales.
 
 
Sin embargo, hasta que Snowden decidió abandonar su trabajo en Hawaii como analista de la NSA en Booz Allen Hamilton --una de las consultorías privadas más ligadas a las 14 agencias que forman la 'comunidad de inteligencia' norteamericana--, para exponer a The Guardian, The Washington Post, Der Spiegel y The South China Morning Post los alcances de programas como PRISM, XKeyscore y Tempora, se desconocía en detalle la dimensión de una estrategia que rebasa, por supuesto, los límites de la 'lucha antiterrorista' lanzada desde 2001 tras los atentados de El Kaida y que acompañada de otras innovaciones, como los aviones sin piloto (drones) dirigidos a decenas de miles de kilómetros de distancia, y el reconocimiento biométrico, se inscribe, para sus críticos, en la materialización del Estado totalitario y de la sociedad sin privacidad temidos por George Orwell.
 
 
Apenas semanas atrás, EU, que aumentará en 2014 el gasto del Pentágono en el rubro en 4 mil 700 millones de dólares y que abrirá en 2018 la nueva sede del Centro de Operaciones Conjuntas del Comando Cibernético en Fort Meade, Maryland, también base de la NSA, había emprendido una ofensiva mediática destinada a justificar el lanzamiento de la carrera bélica en la red, condensada en las acusaciones de Tom Donilon, asesor de Seguridad Nacional, contra los 'hackers' de China, Rusia, Corea del Norte e Irán; en su exigencia a Beijing de negociar "protocolos" de conducta y en la publicación por parte de la Alianza Atlántica del Manual de Talín sobre Leyes Internacionales Aplicables a la Ciberguerra.
 
 
Michael Hayden, ex director de la CIA y la NSA, había declarado que con el ataque del virus Stuxnet al proyecto nuclear iraní (que los expertos atribuyen a EU e Israel) "alguien abrió la Caja de Pandora", y el 7 de junio, dos días después de que se publicaran las primeras filtraciones de Snowden, quien salió a la luz el día 9, The Guardian reportó que Barack Obama emitió en octubre de 2012 su Directiva 20 de Política Presidencial, para "identificar objetivos potenciales de importancia nacional, donde las Operaciones Cibernéticas de Efectos Ofensivos pueden ofrecer un balance favorable de eficacia y riesgo, en comparación con otros instrumentos del poder nacional".
 
 
Vuelo
 
 
El vuelo de Snowden a Hong Kong, no obstante, puso a EU a la defensiva, pues se confirma que el espionaje persigue amplios fines militares, políticos, económicos y comerciales, por más que Obama insista en que el propósito es mantener una guerra sobre el extremismo islámico que él mismo ha definido, contradictoriamente, como perpetua --y que cuenta entre sus mayores fracasos el atentado en Boston y la derrota en Afganistán--, mientras ofrece trabajar con el Capitolio para reformar los programas de vigilancia interna. El asilo brindado a Snowden en Moscú exhibe las limitaciones de la súper potencia frente a un Kremlin que gana este episodio ante la opinión pública disimulando que su Servicio de Seguridad Federal tiene facultades secretas más extensas que la NSA; que asesina a periodistas incómodos, que ha encarcelado a disidentes y al grupo feminista Pussy Riot, que discrimina a los gays y que ha llegado al grado de declarar culpable de evasión fiscal, en juicio póstumo, a Sergey Magnitsky, abogado que destapó el fraude en el Ministerio del Interior.
 

Pero el ciberespacio es hoy más que nunca el mundo real, en el que indiscutiblemente también China o Irán, con un largo historial de censura, similar a la cerrazón medieval de Arabia Saudita y de las monarquías del Pérsico, afinan sus preparativos para la nueva carrera armamentista. No hay moral, sino intereses; por eso adquiere mayor relevancia la gesta de Snowden, de la que no puede desvincularse el trabajo de Wikileaks al permitirnos corroborar la barbarie del Pentágono en Irak y observar los tejemanejes de la diplomacia tras bambalinas, castigado con el encarcelamiento de Bradley Manning, cuando afirma que "no puedo en buena conciencia permitir que el gobierno de EU destruya la privacidad, la libertad en Internet y las libertades básicas de la gente en todo el mundo con la máquina de vigilancia masiva que construye en secreto".
 
 

¿Qué reveló el ex contratista?



- La existencia de un programa clandestino denominado en código PRISM, que da a la NSA y la FBI acceso a todas las actividades que se desarrollan en Internet a través de 9 de los principales proveedores estadounidenses del servicio, lo que proporciona a Washington y sus aliados ventaja en los campos del espionaje político, industrial, militar y policial.
 
 
- La entrega de hasta 3 mil millones de registros telefónicos diarios de la compañía Verizon a la NSA, la CIA y otras agencias, mediante una orden secreta expedida por la Corte de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera. Otra firma que ha entregado sus archivos desde 2007 es AT&T.
 
 
- El desarrollo por la NSA del programa Boundless Informant, que le permite archivar y analizar, incluso con el levantamiento de mapas, hasta 97 mil millones de "piezas de inteligencia" o metadatos interceptadas al mes.
 
 
- La operación Tempora del Cuartel General de Comunicaciones (GCHQ) del Reino Unido, que junto a la NSA, intercepta y almacena (hasta por 30 días) desde hace 20 meses la información telefónica (600 millones de "eventos" diarios) y vía Internet que se transmite en más de 200 cables de fibra óptica que enlazan a América con ese país. Cada cable transporta datos a un promedio de 10 gigabits por segundo, lo que significa que 46 cables interceptados generan 21 petabytes diarios, o el equivalente a enviar toda la información de la Biblioteca Británica 192 veces cada 24 horas.
 
 
- La existencia, al menos desde 2008, del programa XKeyscore de la NSA, que permite a sus analistas, sin orden judicial, espiar bases de datos que contienen correos electrónicos, conversaciones en línea y el historial de navegación de cientos de millones de personas. Los analistas también pueden efectuar búsquedas por nombre, teléfono, dirección IP, contraseñas, idioma y tipo de browser usado.
 
 
- La existencia del programa Fairview de la NSA, que junto a una compañía estadounidense de telecomunicaciones (se desconoce su identidad) y sus asociadas del extranjero, espía a países aliados o considerados no hostiles a EU, como Alemania, México y Brasil.
 
 
- El espionaje del GCHQ, del MI6 (servicios exteriores británicos) y de la NSA a las delegaciones participantes, incluso aliadas como Suráfrica y Turquía, en las dos cumbres sobre la crisis económica y sobre finanzas del Grupo de los 20 efectuadas en Londres en abril y septiembre de 2009.
 
 
- El espionaje de la NSA, al menos desde 2010, contra las sedes diplomáticas de la Unión Europea en Washington, Bruselas y Naciones Unidas.
 
 
- El espionaje de la NSA contra las compañías de telefonía celular de China (que transmiten más de 900 mil millones de mensajes SMS al año) y la Universidad Tsinghua de Beijing, centro de una de las principales redes digitales de ese país.
 
 
 
 

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