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Informe especial: Asalto extremista al Partido Republicano


 
 
Gabriel Moyssen / Roxana González
 
 

"Cuando los estadounidenses los probaron, descubrieron que no les gustaban los huevos verdes con jamón ni tampoco el Obamacare. No les gustaba el Obamacare en un cajón con un zorro en un rincón y menos con un ratón. No está funcionando", relató Ted Cruz a sus hijas Caroline y Catherine en su peculiar adaptación de un cuento infantil del Doctor Seuss, mientras transcurría la noche del 24 de septiembre y el legislador novato de Texas ocupaba la tribuna del Senado en Washington, para expresar su rechazo a la reforma del seguro de salud.
 

Durante 21 horas y 19 minutos, en las que comparó su lucha con la de los aliados contra los nazis y habló de su padre Rafael, exiliado cubano que promovió a Reagan en los años ochenta y dirige la secta evangélica Ministerio del Fuego Purificador, Cruz no sólo efectuó un bloqueo simbólico de la polémica ley que es hasta ahora el mayor logro de Barack Obama en su gobierno, sino también se proyectó a la arena política como adalid del Tea Party, el movimiento fundamentalista del Partido Republicano que lo tiene entre sus favoritos a la candidatura presidencial en 2016.
 
 
El Tea Party surgió como una reacción de la base del "Gran Viejo Partido" (GOP) al triunfo del "socialista" Obama en 2008. Su discurso en favor del gobierno mínimo y de la eliminación de impuestos, sazonado con dosis de racismo, prendió en medio de la crisis, el desempleo superior a siete por ciento, el rescate de Wall Street y los planes del mandatario para ampliar la cobertura médica, así como para regular al sector financiero tras la peor debacle económica desde 1929.
 

Descentralizado y antiinmigrante, acusado de manipulación por los empresarios y sin liderazgo concreto, el Tea Party y grupos aliados ayudaron a que el GOP propinara una "paliza" a los demócratas en 2010, recuperando la Cámara de Representantes. En busca del voto moderado, Mitt Romney se distanció del movimiento en la campaña del año pasado por la Casa Blanca, pero su influencia ha sido clara con una constante obstrucción a las negociaciones del presupuesto y de la deuda pública.
 
 
 
Al filo
 
 
Ante la inminente entrada en vigor de la parte medular del Obamacare ––que se saldó con un fracaso––, los republicanos se negaron en octubre a aprobar el financiamiento del gobierno, lo que llevó al cierre parcial de actividades y colocó a Estados Unidos al filo de la moratoria. Pese a la oposición del Tea Party, los demócratas se impusieron, aunque sólo ganaron tiempo hasta enero, cuando puede reanudarse la pugna.
 
 
Los comicios intermedios de noviembre de 2014 estarán marcados así por la disputa entre el Tea Party, que domina a escala local las votaciones primarias clave para el Congreso y el sector "tradicionalista" del GOP, proclive al arreglo con Obama y que encontró en Chris Christie, Ejecutivo de Nueva Jersey, a un abanderado que, sin renegar de su conservadurismo, sería capaz de tejer acuerdos que garanticen una gobernabilidad en riesgo.
 

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