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FINANCIAL TIMES: Las contradicciones de Correa


 

 
 
Por John Paul Rathbone y Andrés Schipani
 

Si Edward Snowden logra obtener asilo político en Quito, encontrará un clima más cálido que en Moscú, mejor comida que en La Habana y más seguridad que en Caracas, lugares mencionados como potenciales refugios para el exfuncionario de inteligencia de Estados Unidos.

Pero en Quito, ubicado en un valle andino rodeado de volcanes cubiertos de nieve, Snowden sin duda también se reunirá con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, un izquierdista autocrático lleno de contradicciones.

Correa a menudo critica a Estados Unidos, a pesar de que la economía ecuatoriana está vinculada al dólar.
 
Se le ha ligado con frecuencia con el musculoso triunvirato regional de izquierda conformado por el difunto Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, aunque quien haya conocido a Correa reconoce que tiene una mente rápida y una sólida formación como economista (recibió su doctorado en economía de la Universidad de Illinois).

A notar es que Correa ha hecho de la defensa de los derechos humanos uno de sus gritos de guerra internacionales –por ejemplo, ofreciendo al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, asilo en la embajada de Ecuador en Londres– mientras, limita la libertad de prensa en su propio país con una nueva legislación, calificada como 'ley mordaza' por grupos que abogan por la libertad de prensa y los legisladores de oposición.

La ironía no se le escapa a nadie, excepto tal vez a Assange y al propio Correa. En una entrevista con el Financial Times en febrero, cuando Correa se vanagloriaba de haber ganado las elecciones presidenciales con una aplastante victoria, comentó que la prensa ecuatoriana (y no del todo sin razón) no era "un medio de comunicación como en el Reino Unido… sino más bien un medio de oposición a la defensa de sus propios intereses muy particulares".

Sin embargo, una disposición de la nueva ley permite que el nuevo y orweliano Consejo de Regulación de Contenidos aplique sanciones a los medios por no transmitir las noticias que el gobierno considera deberían reportarse. Otras disposiciones avalan la imposición de multas por contenidos considerados críticos o falsos.

"Desde el punto de vista de los derechos humanos, la actitud del gobierno ecuatoriano con respecto a Assange y ahora Snowden no pasa la prueba de fuego", consideró César Ricaurte, director de Fundamedios, un organismo de control con sede en Quito. Se trata de un "ejercicio de mercadeo".

Sea como fuere, ¿cuál es el mercado que Correa está tratando de convencer? En primer lugar, está su audiencia nacional o al menos un intento por silenciar retóricamente sus opositores internos. En segundo puesto, están los otros miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba), grupo encabezado por Cuba y Venezuela que gusta provocar a Estados Unidos, pero que ha perdido su brújula desde la muerte, en marzo, de su líder de facto, Hugo Chávez.

Ahora, Correa ahora estaría intentando heredar el trono que dejara vacante el mandatario venezolano. "La conducta de Correa da a veces la impresión de que quiere ser aún más chavista que Chávez", comentó un diplomático latinoamericano.

A pesar de que Ecuador no cuenta con los ingresos petroleros que Venezuela empleaba para comprar influencias en la región, ahora cuenta con una causa más noble (y más barata) con la cual darse a conocer: los derechos humanos.

Sin embargo, esta estrategia puede tener un costo. La embajada de Ecuador en Estados Unidos trabaja para mantener con vida una serie de preferencias comerciales a nivel andino diseñadas en 2002 para fomentar el desarrollo económico, proporcionando alternativas a la producción de cocaína.

Ecuador es el único miembro de la Ley para la Promoción Comercial Andina y Erradicación de Drogas (ATPDEA), después de que Colombia y Perú negociaran tratados de libre comercio con Estados Unidos, y Washington expulsara a Bolivia en 2008 bajo el argumento de que no había cooperado para detener el flujo de drogas ilegales. La ley expiraría este verano y no se renovaría si los comentarios emitidos el lunes por John Kerry, Secretario de Estado estadounidense, acerca de que Rusia podría pagar un precio por ofrecer un salvoconducto a Snowden, también aplican a Ecuador.

A Correa, esto podría proporcionarle material para una narrativa tipo David y Goliat, aunque el grado de éxito que vaya a encontrar es debatible.

"Es cada vez más difícil de creer que un gobierno que ha callado y castigado a quienes lo critican en su propio país, se proyecte ahora como un paladín de la transparencia y el hogar de la libre circulación de las ideas," dijo Ricaurte.
 
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