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Financial Times: Gerentes que solucionan pleitos religiosos


 

 
Por Michael Skapinker
 
 
 

El año pasado terminó como inició: con gerentes atrapados en controversias religiosas.
 
 
En enero de 2013, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que una empleada tenía derecho a usar una cruz en su trabajo, mientras que otra no. A fines de diciembre, Marks and Spencer, la minorista británica, enfrentó amenazas de boicot cuando un empleado musulmán insistió en que los clientes se dirigieran a otra caja registradora para pagar bebidas alcohólicas.
 
 
Estos fueron pleitos británicos, pero tuvieron eco internacionalmente, desde Nueva York hasta Shanghai.
 
 
Yo simpatizo con los gerentes: se les pide que juzguen las cuestiones que dividen a los eruditos religiosos mientras los políticos y la prensa febril inflaman estos pleitos laborales para esparcir sus propias toxinas.
 
 
¿La prohibición musulmana de consumir alcohol o carne de cerdo significa que los empleados no los pueden siquiera tocar, incluso cuando están sellados en vidrio o plástico?
 
 
Cualquiera que se pasee por un supermercado puede ver a musulmanes que no tienen ningún problema en pasar estos productos por los lectores de códigos de barra. Para aquellos que sí tienen problemas, M&S dice que, desde hace mucho, tiene la política de ubicarlos en el departamento de ropa o en la panadería. Le dijo a The Jewish Chronicle (La Crónica Judía) que aplicaba el mismo método con el personal judío que no deseaba manipular carne de cerdo o mariscos.
 
 
Emplear a una persona que no puede tratar a todos los clientes en una caja registradora fue un error, según admitió M&S, pero eso no evitó un derrame de bilis mediática, además de sugerencias de que los clientes estaban listos para ir a hacer sus compras en otras tiendas.
 
 
Cuando estallan estos pleitos, a menudo las compañías se encuentran atrapadas en guerras culturales que poco tienen que ver con sus negocios. El resultado es que se pierde el matiz, junto con todo reconocimiento de los esfuerzos de las compañías por comportarse razonablemente.
 
 
Tomemos por ejemplo el caso de la empleada de British Airways (BA) que presuntamente fue enviada a su casa por usar una cruz, uno de los puntos del dictamen de derechos humanos que mencioné previamente.
 
 
Esto se mostró, una vez más, como ejemplo de cómo las compañías intentan acomodar cada capricho religioso, a menos que sea cristiano.
 
 
Lo que en realidad sucedió fue diferente. En 2004, BA introdujo nuevos uniformes, incluyendo una blusa de cuello abierto para las mujeres, para que se usara sin joyería. Cualquier adorno por "motivos religiosos obligatorios" se debía cubrir si era posible, pero se le permitió a los hombres sij usar turbantes y brazaletes con mangas cortas en temporada de calor, y a las musulmanas usar una pañoleta para la cabeza.
 
 
Durante dos años, la querellante, una cristiana copta nacida en Egipto, usó la cruz bajo la ropa. Ni ella ni ningún miembro de los 30 mil que conforman la fuerza laboral uniformada de BA se quejó.
 
 
En 2006, empezó a usar la cruz sobre su uniforme y, cuando rechazó la petición de su gerente de que la pusiera debajo de su ropa, la enviaron a su casa sin sueldo. BA le ofreció un trabajo para el cual no requería usar uniforme, donde podría usar su cruz abiertamente, lo cual ella rechazó. Poco después de eso, la compañía revisó su política y anunció que su personal podía usar una cruz o Estrella de David abiertamente.
 
 
La empleada argumentó que había sido tratada irracionalmente, y perdió en cada instancia en el Reino Unido, desde el tribunal laboral hasta la Corte Suprema.
 
 
Sin embargo, el Tribunal Europeo decidió que, a pesar de lo receptivo que había sido BA, su prohibición previa había sido desproporcionada, un dictamen que fue recibido con alegría por parte de los políticos y los periódicos que por lo general consideran los dictámenes del tribunal como obra del diablo.
 
 
Al mismo tiempo, la Corte desestimó una demanda de una enfermera que protestaba contra la insistencia de su hospital de que se quitara la cruz que llevaba alrededor del cuello, según la regla que prohibía que se utilizarán cadenas y brazaletes sij para evitar que pacientes geriátricos los agarraran. Ella rechazó la sugerencia de su gerente de que usara su cruz a modo de broche.
 
 
La mayoría de los pleitos laborales no llegan a este punto porque la mayoría de las personas son razonables. Los gerentes intentan acomodar las peticiones de sus empleados, ya sean religiosas o personales, y la mayoría de los empleados aceptan las concesiones e intentan facilitar que sus compañías los ayuden.
 
 
Cuando estos incidentes excepcionales aparecen en los titulares, usualmente se debe a que alguien quiere que así sea o por razones que no tienen nada que ver con temas laborales.
 
 
Sería bueno pensar que los gerentes no sufrirán las consecuencias en este 2014, pero lo dudo.

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