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FINANCIAL TIMES: Bajan materias primas en AL; cambian gobiernos



 
Por John Paul Rathbone
 
 
Se acabaron los años dorados en América del Sur. La bonanza del comercio de materias primas llegó a su punto más alto y la región ya no disfruta la abundancia de capital que tuvo. Las economías se están ralentizando rápidamente, sólo hace falta mirar cómo está cojeando la de Brasil.
 
 
El mes pasado, el Fondo Monetario Internacional recortó el pronóstico de crecimiento para la región para 2013 a 2.7 por ciento, su peor desempeño desde la implosión de Lehman Brothers en 2008. Mientras tanto, los logros democráticos se ven amenazados, como vemos por el "hiperpresidencialismo" de Venezuela o Argentina, cuyos líderes tienen visiones de un gobierno sin fin.
 
 
Esa es al menos la visión pesimista de los que predicen catástrofes. Hay que despedirse de los años mozos porque ahora llega el mal tiempo y los dictadores con lentes de sol. ¿Pero es éste el pronóstico correcto?
 
Las próximas elecciones en Argentina, Chile y Venezuela, además de un pronto inicio en la campaña presidencial de Brasil, sugieren que la democracia está más vigorosa que nunca. Y que todavía podemos esperar mejores tiempos económicos. Los precios de las materias primas están más altos que durante los años dorados a mediados de la década de los 2000. El capital continúa siendo abundante. Entre 2003 y 2008 alrededor de 100 mil millones de dólares entraron anualmente a la región; este año, el influjo va a pasar los 300 mil millones de dólares.
 
 
Aun así, América del Sur ha llegado a una encrucijada. Los precios de las materias primas y los flujos de capital permanecen altos; el problema es que ya no suben. Al mismo tiempo, las fortunas de los titulares en el gobierno son buenas, pero los excesos del pasado se comienzan a ver. Como resultado, la región sufre una bifurcación política y económica.
 
 
Un grupo de países, que incluye a Chile, invirtió sus ganancias por las materias primas y sigue creciendo firmemente. Otro grupo, que incluye a Argentina y Venezuela en sus rangos, gastó su bonanza en el consumo. Como Ernesto Talvi e Ignacio Mundo demuestran en un ensayo de Brookings Institute, ahora sufren cuellos de botella que ahogan el crecimiento.
 
 
La política maneja una historia similar. Por los últimos 10 años, la bonanza de las materias primas hizo avanzar a los presidentes en el poder a través de todo el espectro. El crecimiento alto les permitió que gastaran más en programas sociales necesarios. La 'nueva clase media' se incrementó por millones, lo que hizo que estos presidentes regresaran al poder.
 
 
Y sin embargo, mientras el crecimiento económico ayudó a cualquiera que estuviese en el poder, no siempre ayudó a la democracia. En los países en que el constitucionalismo era débil, se volvió más débil, y algunos presidentes se mostraron renuentes a gobernar por un solo término o se negaron a llegar a un acuerdo con sus oponentes. En estos países las elecciones futuras, al igual que la ralentización de sus economías, seguramente serán más traumáticas.
 
 

En Argentina durante la última década, Cristina Fernández, con su marido, anteriormente presidente, Néstor Kirchner, concentró el poder a expensas del poder judicial y el poder legislativo. Tenían previsto mantenerse en el poder por siempre pero debido a la tambaleante economía, las encuestas sugieren que para las elecciones de mediados de octubre, el "Kirchnerismo" se revelará como una fuerza desgastada, con una oposición renovada por disidentes centristas dentro del movimiento Peronista.
 
 

Y luego está el ejemplo extremo de Venezuela, donde Hugo Chávez sistemáticamente debilitó todos los partidos, no sólo a la oposición. En 2007 desbarató su Movimiento Quinta República (MVR) y lo forzó a unirse con varios partidos más pequeños para formar el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Como resultado, los procesos institucionales de los partidos se debilitaron.
 

Recientemente, sin embargo, la oposición venezolana se ha reunido bajo un solo estandarte. Por contraste el PSUV se enfrenta a inconsistencias internas, especialmente desde la muerte de Chávez este año, que condujo a una parálisis de las políticas. Las elecciones municipales de diciembre revelarán lo que los votantes piensan de Nicolás Maduro y los problemas económicos subsecuentes.
 
 

Las elecciones presidenciales de Chile, este noviembre, probablemente nos muestren cómo el poder cambia entre un partido y otro por segunda vez desde la transición a la democracia hace 25 años. Esto es un símbolo de una democracia constitucional fuerte.
 
 

Finalmente está Brasil, donde el Partido de los Trabajadores (PT) ha dominado el poder desde 2002. Pero este largo periodo en el poder también afectó la capacidad efectiva de la oposición. Es probable que Dilma Rousseff, la presidenta, gane la elección de octubre próximo. Sin embargo, la alianza de la semana pasada, entre Marina Silva, una popular ecóloga, con Eduardo Campos, un gobernador efectivo, sugiere que la oposición se está reformando, lo que es un desarrollo sano para el equilibrio del poder.
 
 

¿Qué lecciones se pueden sacar de todo esto? Siempre se corre el riesgo de categorizar, pero en términos generales, parece que hay un grupo de países sudamericanos con procesos constitucionales fuertes y con economías poderosas y otro grupo opuesto. Es la vieja verdad liberal: una buena política permite que hayan buenas economías, y viceversa.
 
 
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