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Con sufrimiento, México Sub-17 vence a Brasil en penales


Mauricio Mejía
 
Después de una larga novela de suspenso, inmensa lista de tiros penales, con fallas comunes, México vence a Brasil y logra su pase a las semifinales en ese domicilio ya redundante de las categorías inferiores.
 
El sinuoso camino a la victoria (11-10) esconde sin embargo, una propensión nacional al melodrama innecesario.
 
Dicen en Sudamérica que México suele ser fácilmente vencible porque se distrae en los últimos 15 minutos de los partidos. La tradición suele dar razón a los rivales. Hoy, por ejemplo, en menos de un cuarto de hora, la selección juvenil mexicana pasó de ganar 1 a 0 a ser empatada con un guiño brasileño casi fortuito.
 
La costumbre por sobre todas las cosas y hasta en la juventud temprana. No se da, tampoco en la cancha, la administración de la abundancia. Ese déficit sicológico, esa distracción, ha costado torneos y épicas que a lo lejos quedan como incontables hubieras.
 
El fondo, más allá del resultado de los penales, la vocación manifiesta del descuido, del error a última hora se impone con sus ruidos, porque vaya que escandaliza el otra vez, pero cómo, dónde, quién, otra vez, no puede ser, otra vez.
 
Plausible, sin duda, la superación del trauma de la ruleta rusa. Un tiro fallado en una oncena de disparos indica trabajo del técnico; templanza, gallardía y valentía de los jugadores. Al final, en el momento del todo o nada, los adolescentes mexicanos demostraron una personalidad casi ajena a los mayores.

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