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Celebran en San Miguel las maravillas del colibrí


Perla Oropeza
 

Es el ave más pequeña del mundo. Su trayectoria migratoria -en comparación con su tamaño- es la más larga de todas las aves. Viaja de América Central hasta Alaska y puede cruzar el golfo de México sin detenerse, desde el sur de Louisiana hasta Yucatán o Veracruz.

Es el colibrí. Ese mismo que, como un helicóptero, puede detener su vuelo en el aire, ir hacia atrás y en espacios cortos incluso volar de cabeza.

Es el ave sagrada, el pájaro dios que guió a los aztecas a Tenochtitlán; el amuleto que garantiza el amor, según antiguas creencias.

En el México prehispánico se pensaba que los aztecas que morían en batalla regresaban a la vida como colibríes y en ciertos lugares del país todavía los veneran como a sus antepasados, que vienen a decir en forma de pájaro no sólo que están bien, sino que pueden proteger a sus seres queridos.

Por eso no es extraño que se haya decidido celebrar un festival especialmente dedicado a esta ave, aunque sí lo es que no se haya celebrado antes.

Se trata del Festival Internacional del Colibrí, que inicia hoy en San Miguel de Allende, en una locación privilegiada: el Charco del Ingenio, uno de los jardines botánicos más hermosos del país.

Sus organizadores, Alfredo García Lucio y Jim McKeever se encontraron casi sin querer atrapados en un mundo donde predomina el vuelo de esta fantástica ave.
Durante 17 años se han dedicado al diseño y fabricación de comederos y todo tipo de objetos relacionados con los colibríes.

"Todo empezó por el diseño. –relata García Lucio--. Jim compró un comedero de colibrí que a mí no me gustó y diseñé uno que tuvo un éxito increíble. Le fascinó a la gente y empezaron a pedirnos más. Ahora vendemos comederos en más de dos mil 500 tiendas en Estados Unidos y Canadá."

Estos artículos son fabricados en México, con el apoyo de artesanos locales. Hace seis años se tenían los procesos de producción en Estados Unidos, pero ahora todo se hace en territorio mexicano.

García Lucio comenta que cuando empezó a fabricar comederos tuvo que conocer más de los colibríes y junto con Jim "aprendimos cuán maravillosas son estas criaturas de las Américas, porque ellos no existen ni en Europa ni en Asia ni en África. Son endémicos de las Américas. Encontramos libros que hablan de la cultura e investigaciones que se han hecho acerca de la influencia del colibrí en el México antiguo y empezamos a ser patrocinadores del festival de colibrí en Estados Unidos en el año 2000".

Ahora buscan impulsar en San Miguel de Allende el Festival Internacional del Colibrí, con el fin de recaudar fondos para la Sociedad Protectora de Aves Audubon de San Miguel de Allende y el Charco del Ingenio, así como promover el amor por estas aves.

"A estas dos asociaciones nosotros las patrocinamos y organizamos eventos para recabar fondos para ellas."

En el festival se busca reunir a ornitólogos, biólogos y especialistas que hablen de los colibríes, pero no en la forma de un congreso científico, sino en un ambiente de celebración.

"Queremos que la gente los proteja y de esa manera también proteja al medio ambiente. Que el colibrí se convierta en el embajador del medio ambiente y que éste sea el primero de muchos festivales: Pensamos tener en el futuro países invitados, por ejemplo Colombia, para que nos diga qué están haciendo ellos para proteger el hábitat de los colibríes.

"En el continente americano hay alrededor de 350 especies de colibríes, de las cuales 58 viven en México, De todas esas, 14 suben y anidan en Estados Unidos y Canadá, y las demás se quedan aquí. En el Bajío generalmente tenemos dos especies llamadas corona violeta y pico ancho; viven en esta región todo el año pero desde finales de agosto y principios de octubre se pueden observar más especies. Hace dos semanas llegaron los barba negra y hemos visto también la garganta rubí.

"Por eso decidimos hacer el festival en este fin de semana. La entrada cuesta 380 pesos e incluye diversas actividades, como caminatas de observación –para la cual hay que hacer un pre registro--, talleres de fotografía, jardinería, conferencias, actividades para niños como cuentacuentos y elaboración de pájaros en papel maché o papiroflexia. El precio incluye la comida, que se podrá disfrutar en el jardín. Por la tarde se reanudan las conferencias.

El festival se celebra del 6 al 8 de septiembre. La noche del sábado hay una cena de gala, que tiene como objetivo recaudar fondos para Audubon y el Charco del Ingenio. El donativo es de 1,200 pesos.

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