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Capital del juego italiana apuesta su futuro


New York Times News Service
 
PAVIA, Italia.- Conocida por sus universidades y un célebre monasterio renacentista, esta ciudad lombarda, ubicada a unos 40 kilómetros al sur de Milán, se ha ganado en los últimos años otra distinción más dudosa: la capital del juego de Italia.
 
Es posible encontrar máquinas tragamonedas y terminales de videolotería (VLT, por sus siglas en inglés) en todas las cafeterías, gasolineras, tienditas de la esquina y centros comerciales, por no hablar de los 13 salones de juegos de la localidad. Según algunos conteos, hay una máquina tragamonedas o una VLT por cada 104 de los 68 mil 300 habitantes.
 
Los críticos culpan de tal concentración al incremento en el juego crónico –y deudas, quiebras, depresiones, violencia doméstica y hogares rotos– registrados por trabajadores sociales en esta ciudad.
 
Sin embargo, en muchos sentidos, Pavia apenas es el ejemplo más extremo de la propagación del juego por toda Italia, desde que los legisladores relajaron en forma significativa la normativa sobre el sector hace una década.
 
En ese lapso, el país se ha convertido en un enorme mercado del juego en Europa, y el cuarto más grande del mundo, después de Estados Unidos, Japón y Macao, según la consultoría Global Betting and Gaming Consultants.
 
Hoy, algunos italianos, en Pavia y otros sitios, dicen que ya se hartaron. En octubre, Lombardía se convirtió en la sexta región en aprobar una legislación dirigida a contener al juego y ayudar a los adictos. Decenas de localidades también han elaborado medidas para limitar el juego, como reducir los horarios de operación.
 
La explosión del juego está devastando al territorio, según Simon Feder, un psicólogo que fundó el movimiento de protesta "No a las tragamonedas" en Pavia, cuyo objetivo es prohibir las máquinas en espacios públicos.
 
"Es una antieconomía que empobrece porque no distribuye el dinero; sólo lo devora", aseguró.
 
Por la economía todavía débil del país, el gasto en juegos, como otros desembolsos del consumidor, se redujo, por primera vez, en 2013, pero se proyectó, no obstante, que llegaría a unos 115 mil millones de dólares en ese mismo año.
 
En promedio, uno de cada ocho dólares que gasta una familia italiana es para el juego, cuatro veces más que hace 15 años, notó Maurizio Fiasco, un sociólogo en una comisión nacional que combate la usura.
 
Habitantes de la provincia de Pavia, ubicada en una región rica, gastan alrededor de 4 mil 124 dólares anuales en el juego, más del doble del promedio nacional de cerca de mil 650 dólares, según un informe que emitió AGIMEG, la agencia de noticias sobre el juego, en diciembre.
 
Muchos culpan de la tendencia en aumento a la mera disponibilidad de las máquinas.
 
"Ya no hay distinción entre juego y vida", dijo Fiasco. "No hay espacio separado para jugar; está en todas partes".
 
Los nuevos intentos para controlar las máquinas han colocado a un grupo de gobiernos municipales y regionales, que lidian más con los costos sociales de la adicción al juego, en un curso de colisión con el gobierno nacional. 

 
"El gobierno se queda con las ganancias; el territorio se queda con los problemas", acusó Angelo Ciocca, un legislador regional en Lombardía, quien apoyó la legislación reciente para contener al sector.
 
En diciembre, se aprobó una normativa en el Senado por la cual se restringen los fondos para las regiones y municipalidades que promulgaron medidas contra el juego. Esta decisión provocó indignación, al punto que el primer ministro, Enrico Letta, lo calificó de "error", y posteriormente se revocó cuando la pasaron a la Cámara baja.
 
"Los intermediaros se sienten protegidos por el gobierno. Saben que el gobierno les cubre las espaldas", dijo Ciocca sobre los concesionarios estatales para juegos. "Son muchos los intereses".
 
En 2001, los ingresos por el juego en Italia -la cantidad total de apuestas menos las ganancias de los jugadores- sumaron 5 mil 600 millones de dólares. Para 2012, la recaudación del sector se había cuadruplicado a 22 mil 400 millones de dólares, según Global Betting and Gaming.
 
Un estudio de la Universidad de Roma en 2012 estimó que 790 mil italianos están en riesgo de padecer ludopatía, según se define con dos escalas reconocidas internacionalmente que evalúan a los jugadores en riesgo midiendo, por ejemplo, su riesgo por sobreendeudamiento o el tiempo que dedican a jugar.
 
Funcionarios restaron importancia a esas cifras y señalaron que se ha tratado a menos de 7 mil italianos en programas contra las adicciones patrocinados por el Estado.
 
"No es una cuestión de alarma social; no es una epidemia", aseguró Massimo Passamonti, el presidente de Sistema Gioco Italia, que representa a empresas de juegos en el país. 
 

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