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BMW apuesta a fibra de carbono para salvar sus autos


 
Bloomberg
 
La apuesta de Bayerische Motoren Werke AG para salvar sus autos de una posible extinción comienza con cientos de miles de delgadas fibras blancas que serpentean en una planta de producción de una zona rural de Washington.
 
Formando un bucle de casi una milla (1.6 kilómetros) de largo, lo que se asemeja a los fideos de arroz más delgados del mundo se estirará, se tostará y se quemará hasta dejarlo negro para crear fibra de carbono, un material más delgado que un cabello humano, pero más resistente que el acero.
 
BMW usará los finos filamentos negros para construir el bastidor del auto eléctrico i3, que saldrá a la venta en las concesionarias de Alemania hoy y en todo el mundo en los próximos meses.
 
Es el primer esfuerzo para producir en masa un auto hecho en gran parte de fibra de carbono y constituye el mayor cambio en la producción automotriz desde por lo menos la década de 1980, cuando se fabricaron los primeros autos con bastidores enteramente de aluminio.
 
La estrategia comenzó a tomar forma hace seis años, cuando Norbert Reithofer, quien acababa de ser nombrado máximo responsable ejecutivo, analizó las tendencias que afectaban al sector y llegó a la conclusión de que la conciencia ambiental probablemente llevaría a la implementación de normas sobre emisiones más estrictas que podrían tornar insostenibles autos como el sedán Serie 5.
 
"Al pensar en 2020, vimos amenazas para nuestro modelo de negocios", dijo el director de finanzas Friedrich Eichiner, que era responsable de planeamiento estratégico en aquel momento, en una entrevista en su despojada oficina de la emblemática sede central de BMW en Munich. "Tuvimos que encontrar la manera de llevar modelos como el Serie 6, el Serie 7 y el X5 al futuro".
 
Para que BMW siguiera vendiendo autos que estuvieran a la altura del eslogan de BMW de ofrecer "lo máximo en máquinas de manejo", la automotriz debía compensar esas emisiones con un vehículo eléctrico viable para las ciudades en crecimiento donde vivirían cada vez más posibles clientes. Ese fue el comienzo del i3.
 
En aquella época, los autos eléctricos tenían fama de ser lentos debido a la pesada batería que se necesitaba para tener una carga capaz de hacer andar el auto durante 100 kilómetros, la autonomía considerada necesaria para el uso diario. Eso significaba que el auto debía ser más liviano para reducir el tamaño y el costo del transformador y mejorar el manejo. El material más liviano y resistente de que se dispone es la fibra de carbono.
 
La desventaja es que es prohibitivamente caro. La consultora Frost Sullivan calcula que la fibra de carbono cuesta unos 20 dólares por kilo. Esto contrasta con el dólar que cuesta el acero. El objetivo de BMW es hacer bajar el costo de un bastidor de fibra de carbono al nivel del aluminio para 2020.
 
 

 
 
 

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