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Ángeles pintan el barrio de azul


 
Rosario Reyes
 

San Lucas y Santa Bárbara están separados por una calle. Son dos de los ocho barrios de la Delegación más poblada del D.F., que concentra más del 20 por ciento de los habitantes capitalinos: Iztapalapa, en donde don Porfirio y doña Martha fundaron su familia a mediados del siglo pasado. Sus seis hijos, los hermanos Mejía Avante, alternan profesiones de dentistas o abogados con la música y son conocidos desde hace 37 años como Los Ángeles Azules.
 
Por necesidad
Según el portal de la Delegación, en Iztapalapa la industria manufacturera, el comercio y los servicios concentran el 96.4 por ciento del personal ocupado. San Lucas es un barrio comercial. En Los Reyes, la calle donde se ubicó el hogar de la familia Mejía (hoy es un lote baldío), que tiene una salida hacia la Calzada Ermita, hay un consultorio médico, una veterinaria, un jardín de niños, talleres, locales de comida y varias tiendas, entre otros. Su vialidad de doble sentido es muy transitada, mucha gente camina por las aceras y hay varios grupos de personas conversando. Se siente vivo. Y, como todo barrio, caliente.
 
En los inicios del grupo, cuando tocaban con los sonideros, recuerda Pepe Mejía, baterista de Los Ángeles Azules, algunas ocasiones había broncas, "pero se tiraban pedradas, golpes, no se había desatado la violencia al cien por ciento".  En su infancia, las calles no estaban pavimentadas, había una toma de agua colectiva y los Mejía, junto a muchas otras familias, llegaron a poblar el barrio.
 
Don Armando Rojas Rodríguez, dueño de la tienda de regalos Agare (formado con las iniciales de sus hijos), fue maestro de baile y montaba canciones de Los Ángeles Azules a las quinceañeras. "Yo los admiro porque los veía que cargaban sus instrumentos, iban a trabajar, pero nunca dejaron de estudiar". Cuenta que en las fiestas familiares, el más alegre es Porfirio, el mayor, "nos para a todos a bailar".
 
La visionaria señora Martha, que rentaba un cuarto a un joven que ensayaba ahí con su grupo, animó a sus hijos a dedicarse a la música. "Fue la idea de mi mamá y de ahí se nos vino todo esto, nunca lo pensamos, nosotros no tuvimos escuela de música, ni sabíamos que existía, lo agarramos por la necesidad", dice Pepe, quien reconoce que son "embajadores de lo bueno o de lo malo que pase en México" y recuerda que en Buenos Aires, en un concierto para la comunidad paraguaya, fueron agredidos por el atentado al futbolista Salvador Cabañas.
 
Hoy, ya no son contratados en su casa, las fechas se negocian en la empresa OCESA Seitrak. Se mudaron de San Lucas a Santa Cruz Meyehualco y siguen siendo barrio, defiende el encargado de un local de tacos de canasta a donde, algunas veces, van a comer.
 
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