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A 100 años del nacimiento de Albert Camus, el último hombre


 
Silvina Espinosa de los Monteros
 

A cien años de su nacimiento, el espíritu rebelde que Albert Camus comparte con Sísifo -héroe mitológico sobre el cual escribió memorables páginas-, lo ha hecho resurgir de entre sus cenizas; el corte de caja de la historia le favorece. Tras haber perdido una polémica batalla con el gigante del existencialismo francés Jean-Paul Sartre en plena mitad del siglo XX, su afán libertario, su coherencia ética y la calidad de su prosa humanística se han impuesto y le han valido el constante interés de los lectores.
 
Tomando como punto de partida al personaje de la mitología griega, Albert Camus publica en 1942 El mito de Sísifo, la historia de un hombre rebelde condenado por los dioses a la reiteración monótona y eterna de empujar una roca hasta la cima de una montaña para luego contemplar su caída. Ensayo que Camus terminaba con la polémica frase: "Hay que imaginar a Sísifo feliz".
 
La profundidad de esta idea aunada al absurdo de la existencia tecnificada y globalizada, le confieren enorme actualidad al punto de que para celebrar su centenario la Embajada de Francia en México y editorial Tusquets hayan convocado a una decena de autores afincados en México, para que alrededor de este ensayo camusiano, elaboraran textos sin restricción de género, lo cual ha derivado en la publicación de La felicidad y lo absurdo (Tusquets, 2013). Roger Bartra, Tedi López Mills y Vivian Abenshushan opinan sobre el valor estético de la obra de Camus.
 
Mientras que para Bartra, "Albert Camus es uno de los grandes escritores del siglo XX", Tedi López Mills asegura que hay que celebrarlo leyendo su obra. Para ella, El extranjero y La peste continúan siendo novelas de gran vigencia, pero recomienda leer sobre todo sus Cuadernos "como una lectura filosófica, reflexiva, de una temperatura política admirable".
 
Y añade: "Camus salió perdedor de una batalla que se prolongó hasta inicios de la década de los 50. Tuvo una polémica muy fuerte con Jean-Paul Sartre, que era todopoderoso, por lo que fue condenado a una especie de ostracismo. El debate era sobre el autoritarismo y estalinismo, pero Camus marcó su raya diciendo que no podía ser dueño de ese tipo de pensamiento. Algo que Sartre nunca le perdonó".
 
Aunque Bartra reconoce los méritos de Sartre, él, al igual que el resto de los entrevistados, prefiere al también autor de El hombre rebelde: "Camus es menos ideológico que Sartre, ya que ahonda en la condición humana a través de la reflexión; es más literario y metafórico. Me parece mucho más sofisticado e interesante". Sobre el texto que escribió para el libro de Tusquets, Bartra comenta haberse permitido un juego cargado de ironía: "En la mitología griega Sísifo es pintado como el más tramposo de los hombres, así que partí de la idea de que incluso había logrado convencer a Camus de ponerlo como un hombre dichoso, cuando en realidad Sísifo ha pasado a la historia como un gran desdichado".
 
Tedi López Mills decidió contribuir a esta celebración con un texto en el que Sísifo habla en primera persona: "Lo hice así por esa encomienda final que dio Camus, de imaginar dichoso a Sísifo. Entonces, lo situé en una especie de posteridad desde la cual él se pregunta: ¿qué voy a hacer con la felicidad? De repente soy dueño de un destino pero, además, de un destino ya interpretado".
 
Desde la óptica de la ficción, Vivian Abenshushan aportó un relato titulado "Sísifo en USA", cuyo protagonista es un programador computacional que vive inmerso en el absurdo: la hipoteca de su casa es la piedra con la que habrá de cargar eternamente, pese a que el cuento termine con una feliz venganza.
 
"Sísifo -concluye la también fundadora de Tumbona Ediciones- es el alter ego de todos nosotros. Todos somos Sísifo. Y cada día más, sobre todo, en esta condición casi inescapable de capitalismo turbo. La vigencia de Camus radica en haber entendido algo que hoy se llama, de manera un poco grandilocuente, condición humana, la cual está más allá del espíritu de una época. Porque tiene qué ver con nuestra tragedia fundamental, con ese absurdo de haber nacido sin saber muy bien para qué ni cómo".
 
 
 
 
 

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