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Villoro, un cartero entre las letras y los lectores

El autor afirma que los libros de ensayo son como una habitación llena de libros que compartes con tus amigos, además de que él se ve como un cartero entre las obras y los posibles lectores.

Con un lenguaje tan concreto que hace pensar más en un libro parlante que en una persona, Juan Villoro platica con El Financiero sobre su más reciente ensayo, La utilidad del deseo (Anagrama). En él explora un universo conformado por situaciones aparentemente inconexas: las deudas económicas de Daniel Defoe, las premisas literarias de los Hermanos Grimm, las insólitas semejanzas entre Ramón López Velarde y James Joyce, los laberínticos mundos de la traducción, la condición alegórica de la lengua alemana o el desequilibrio emocional de quienes se dedican al fatigable oficio de escribir cosas que quizás jamás lleguen a interesar lo suficiente. El rompecabezas, en el camino, se va armando.

___Más que un libro, La utilidad del deseo es como un club de amigos, ¿no?
___Los libros de ensayo son como una habitación llena de libros que compartes con tus amigos, es una manera de hacer que tus entusiasmos y tus pasiones lleguen a los demás. Yo me considero una especie de cartero que va entre las obras originales y los posibles lectores, hablando de libros, que es mi pasión central.

La utilidad del deseo parte de esta frase de los hermanos Grimm en la que hablan que había una época en la que los deseos se cumplían, la época de las hadas. Abrir un libro es entrar en un entorno en donde queremos que los deseos y las ilusiones se cumplan, si es que el libro no satisface. Esa es la apuesta de La utilidad del deseo.

___¿Qué tan alentador es el deseo en este país, donde la política ha fracasado?
___La literatura surge para compensar realidades adversas. En una situación tan fracturada como la que tenemos, que tantas veces nos queda a deber, la literatura es un refugio extraordinario, no necesariamente para evadirnos, sino para complementar el mundo, entenderlo de otra manera y transformarlo. El deseo se cumple mejor por escrito que en la vida real: para eso existen los libros.

___La literatura no obliga a la adopción de una conducta moral. ¿Cómo entender la mente de los grandes escritores que han sido corruptos, criminales o pedófilos?

___Hay grandísimos ejemplos de grandísimos escritores que cumplen con estas características. Pienso en un enorme poeta, pero hombre fascista, como Ezra Pound. O en Gabriele D'Annunzio, quien estuvo muy cerca de Mussolini. O en el gran poeta inglés Philip Larkin, quien tuvo una vida privada poco recomendable. Sin embargo, la vida de un escritor no garantiza el tipo de obra que va a publicar. Ha habido autores como Chéjov, que han tenido una vida ejemplar, casi cercana a la santidad, que han sido, al mismo tiempo, notables escritores.

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___Escribir, dice, es imaginar otras realidades. Pero, ¿qué pasa cuando éstas son tan perturbadoras como la que encontramos en Lolita, de Vladimir Nabokov?
___Es una novela narrada por un criminal. Lo interesante aquí es que ese pedófilo tiene momentos de extraordinaria sensibilidad y ternura. Es una historia de amor monstruosa. Una exploración de los claroscuros del alma humana que nos habla sobre cómo alguien puede ser, a la vez, un hombre sofisticado y un monstruo despedazador. Nabokov llevó una vida ejemplar como marido.

Su esposa fue cómplice de su escritura e intervenía en sus traducciones. Era una mujer de gran sentido del humor y cultura amplísima. Lolita es una obra de la imaginación. Por fortuna, no se necesita ser asesino para entender la mente de un asesino. Escribir significa ponerse en el lugar del otro.

___"Los premios no son certificados de la inmortalidad", afirma usted. ¿Cómo interpretar entonces la entrega de los Premios Nobel en un mercado que otorga cada vez más galardones?
___El Nobel no pasa por uno de sus mejores momentos. Los premios tienen algo de accidente venturoso: destacan obras como se iluminan las ventanas de la oscuridad. En ese sentido, debemos siempre agradecer el galardón, aunque nunca garantice la calidad de lo que premia. Hay autores casi insuperables, como Shakespeare, Tolstói o Cervantes.

Tranquiliza mucho dedicarse a una profesión en la que, desde hace siglos, los mejores son siempre los mismos. Debemos relajarnos un poco respecto a nuestra vanidad pensando que desde hace mucho tiempo los mejores del gremio son los mismos. No debemos quejarnos, sino disfrutar su permanente novedad. Autores como Dante o Goethe estuvieron en un momento de consolidación de sus propios idiomas. Sus contextos son irrepetibles. Pocas veces se repite la sincronización entre el desarrollo de una lengua y el desarrollo de un escritor.

Tranquiliza mucho dedicarse a una profesión en la que, desde hace siglos, los mejores son siempre los mismos


___¿Las becas y los festivales estimulan la creación literaria?
___No necesariamente. Hacen más felices a los escritores y se la pasan mejor, pero también tienen un efecto peligroso. Tener una beca es muy bueno, pero tenerlas siempre —algo que a veces ocurre en México— conduce a una vida alejada de ciertas exigencias. Pareciera que las becas, más que un estímulo para escribir, son un desafío para no hacerlo y mantenerse en la comodidad. Como todo en la vida, estos apoyos, en exceso, paralizan.

___¿Cómo ve al Chelsea contra el Barcelona?

___Es crónica de una muerte anunciada para cualquiera de los dos. Ya no les queda más remedio que enfrentarse. El campeón vigente de Inglaterra, un equipo espléndido, no está repitiendo con la misma fuerza esta temporada. El Barsa aún se mantiene como uno de los equipos más trascendentales de Europa. Cualquiera tiene pasta para ser campeón. Es una final anticipada. Será un partidazo.

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