Cuando el Reino Unido, devastado por la Segunda Guerra Mundial, necesitó mano de obra en la década de 1950 para reconstruir sus ciudades, miles de personas de colonias o ex colonias británicas acudieron al llamado de auxilio: paquistaníes, indios, egipcios, sudaníes y caribeños.
Alrededor de 16 mil de estos últimos —según cifras de BBC English Regions— llegaron a Bristol, uno de los puertos más importantes del imperio, y también uno de los más afectados por los bombardeos nazis. Lo reconstruyeron, lo habitaron y lo convirtieron en lo que es hoy: el centro mundial del arte urbano, la Capital Verde Europea 2015 —según la Unión Europea— y el mejor lugar para vivir en Gran Bretaña en 2017, según The Sunday Times.
Toda esa inmigración de la posguerra se dedicó a la industria y al puerto. Sus hijos ya no: se profesionalizaron e ingresaron a ámbitos que sólo estaban reservados al inglés arquetípico. Otros más se hicieron artistas, como Massive Attack, un colectivo musical conformado por los vástagos de aquellos migrantes que llegaron a Inglaterra en busca de una vida digna.
Además de ser el grupo pionero del trip hop —un género que combina hip hop, soul, rock y reggae—, Massive Attack representa lo que el historiador británico Jerry Brotton llama "los beneficios culturales de la inmigración". El intercambio cultural de diferentes pueblos en un mismo espacio —explica en su libro El Bazar del Renacimiento (2003)— favorece la creación de nuevos movimientos artísticos que, al final, acaban por enriquecer a las sociedades en las que se desenvuelven.
Massive Attack es el símbolo de la multiculturalidad que hoy caracteriza al Reino Unido (Londres es la ciudad más cosmopolita del globo, según el último Índice de Ciudades Globales, elaborado por AT Kearney). Fue fundado por Grantley Marshall (hijo de inmigrantes de Barbados), Milo Johnson y Tricky (de padres jamaiquinos, también migrantes), Andy Vowels (descendiente de sudamericanos exiliados) y Robert del Naja (hijo de expatriados napolitanos).
De este último se ha rumorado que es la verdadera identidad de Banksy, el artista urbano más enigmático —y cotizado— del mundo, quien plasma sin previo aviso sus stencils anticapitalistas en las calles de Gaza, Belén o La Habana.
ENTRE MÚSICA Y GRAFITI
No es casualidad que Banksy y Massive Attack —los dos grandes símbolos culturales de Bristol— asuman el mismo discurso frente a la crisis migratoria, el neoliberalismo y la desigualdad social.
Banksy ha criticado mediante su arte la falta de apertura de la Unión Europea ante los 5 millones y medio de sirios que han arribado al continente desde 2011, según cifras de la ONU. El más emblemático de sus stencils fue el que pegó en el campo de refugiados de Calais, en el que aparece Steve Jobs —el fundador de Apple— caracterizado como un migrante más, seguido de una leyenda que dice: "no todos estamos en el mismo barco".
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Massive Attack —que ha colaborado con artistas como Madonna, Sinead O'Connor, Horace Andy y Damon Albarn— hace lo propio. Trabaja desde hace un par de años con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y, en su última gira, exhibió las fotografías de Giles Duley que muestran la desesperación de las familias que atraviesan el Mediterráneo o que viven hacinadas en los campos de refugiados que se extienden como cinturones de miseria a lo largo de Europa.
Además, sus integrantes se han sumado a Occupy Wall Street, movimiento que denuncia que la riqueza mundial se encuentra en las manos del 1 por ciento de la población.
Brotton sostiene que Europa surgió en estrecha relación —y no en franca oposición, como se cree popularmente— con las culturas y comunidades que a menudo ha despreciado y calificado de subdesarrolladas e incivilizadas. Se refiere al Renacimiento, un periodo que, afirma, nunca hubiera existido sin el intercambio cultural entre los europeos, los otomanos y los árabes.
"En los orígenes de nuestra modernidad —explica— las personas intercambiaban ideas y objetos, dejando al margen su ideología. El flujo de especias, sedas, alfombras, porcelanas, cristalería y tintas procedentes de los bazares de la España musulmana, el Egipto de los mamelucos, la Turquía otomana, Persia y la ruta de la seda entre China y Europa, proporcionaron la inspiración y los materiales para el arte de Bellini, Van Eyck, Durero y Alberti.
Ni hablar de los grandes conocimientos matemáticos de los árabes que influenciaron en el trabajo de Leonardo, Copérnico, Vesalio y Montaigne".
Conscientes de esa postura histórica y pese a que dos de cada cinco británicos están a favor de que no lleguen más migrantes al Reino Unido —según The Observer—, Massive Attack camina del lado de los 65.6 millones de desplazados de Siria, Afganistán, Nigeria o Somalia que actualmente deambulan por el mundo, según la ACNUR.
"La crisis (migratoria) debe mostrarse tal y como es. Nuestros padres vivieron dos guerras mundiales para que nuestra generación pudiera tener una vida estable y pacífica. Nuestra responsabilidad ahora es mantener esa prosperidad y hacer visibles los problemas. Esto nos va a definir ante los ojos de las nuevas generaciones", dijo Del Naja a Channel 4 News.
Massive Attack es la multicultualidad vuelta materia: una fusión del reggae y el dub jamaiquinos; el soul, el hip hop y el rock norteamericanos, y el downtempo inglés, así como los ritmos árabes que ocasionalmente forman parte de su repertorio.
El trip hop —ha dicho Del Naja en muchas ocasiones— es sólo una etiqueta que utilizaron las disqueras para poderlos clasificar dentro de un mercado. En una entrevista con The Independent (marzo de 2006), Marshall dijo que la historia de Massive Attack comenzó a principios de los 80 en The Wild Bunch, un soundystem de Bristol en el que convivían todo tipo de culturas. "Estamos hechos de sangre inmigrante", aseguró el músico.
En tiempos de Brexit y un claro ascenso de las derechas más extremistas, Massive Attack refuta con música lo que la política no quiere ver.