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Tras 40 años, Vargas Llosa habla sobre ‘Gabo’

Fueron amigos, vecinos, colegas y admiradores mutuos, pero desde un incidente en 1976, ninguno habló más del otro. Mario Vargas Llosa encabezó el jueves el homenaje a Gabriel García Márquez, organizado por la Universidad Complutense de Madrid.

Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez fueron amigos, vecinos, colegas y admiradores mutuos, pero desde un incidente en 1976, ninguno habló más del otro. Ni hablaron entre sí. Nunca se reconciliaron.

Era la premiere de la cinta La odisea de los Andes, con guion Vargas Llosa. Aquel 12 de febrero, Gabo aguardaba a la entrada, cuando llegó el peruano. "¡Hermanito!", saludó efusivo el colombiano, que segundos después estaba en el piso. La respuesta fue un puñetazo que, además de enojo, fue lanzado con la precisión de un boxeador amateur. "¡Esto es por lo que le dijiste a Patricia!", gritó Vargas Llosa a su examigo.

Con esa ruptura, han dicho algunos estudiosos, terminó el boom latinoamericano.

Las razones de la lapidaria despedida entre los dos -a la postre- premios Nobel, se debió a un lío de faldas -uno de tantos que tuvo Vargas Llosa-. El autor de La ciudad y los perros se enamoró de una mujer por la que iba a dejar a Patricia, su esposa, quien se lo contó a García Márquez y éste le aconsejó estar preparada para una separación legal.

Incluso cuando Vargas Llosa recibió el Nobel de Literatura en 2010, durante una entrevista en Nueva York se negó a hablar de su viejo amigo. No había vuelto a mencionarlo, hasta ayer.

El peruano encabezó el homenaje organizado por la Universidad Complutense de Madrid al también autor de Cien años de soledad, en el aniversario 50 de su publicación; una novela que Vargas Llosa describió como una obra magnífica.

"García Márquez no era un intelectual, sino un artista", afirmó en el diálogo que sostuvo con el escritor Carlos Granés. "No estaba en condiciones de explicar el enorme talento que tenía a la hora de ponerse a escribir. De modo que funcionaba a base de intuiciones y pálpitos que no pasaban por lo conceptual. Tenía una disposición extraordinaria para acertar tanto".

Así comenzó una larga exposición sobre la figura del colombiano a cuya obra dedicó dos años de estudio para su libro Historia de un deicidio, publicada en 1971. Un hombre al que conocía en el ámbito literario y personal, pero también en el político.

Sobre sus diferencias respecto a la Revolución cubana, señaló: "Sabía que era mejor estar con Cuba que contra Cuba. Así se libró del baño de mugre que cayó sobre los que fuimos críticos con la evolución de la revolución hacia el comunismo".

Habló también de su vieja amistad, pero de la ruptura, ni una palabra.

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