After Office

Toreo y triunfos para todos los gustos

La Temporada Grande de la Plaza México ha entrado en una vorágine triunfalista, y los distintos jueces de plaza que han presidido los festejos han premiado con manga ancha casi a todo el toreo, lo que, lamentablemente, se ha revertido en algunos casos en los que se han demeritado ciertos triunfos al ser excesivos los premios concedidos.

La Temporada Grande de la Plaza México ha entrado en una vorágine triunfalista, y los distintos jueces de plaza que han presidido los festejos han premiado con manga ancha casi a todo el toreo, lo que, lamentablemente, se ha revertido en algunos casos en los que se han demeritado ciertos triunfos al ser excesivos los premios concedidos.

Hoy no fue la excepción, pues hubo toreo y triunfos para todos los gustos con la enrazada –y nada fácil– corrida de Pepe Huerta, que echó dos toros de muy distinta condición: el primero, de bravura seca, y el séptimo, de regalo, que embestía como una carretilla en los Viveros de Coyoacán.

En manos de Federico Pizarro, precisamente, cayó el que abrió plaza, con el que toreó muy bien a la verónica a pies juntos y luego hizo una faena valiente en la que el toro no le regaló ninguna embestida. Su contundente manejo de la espada le granjeó la concesión de una oreja que fue protestada y que el torero capitalino entregó a su cuadrilla antes de dar la vuelta al ruedo.

En ese tenor de la premiación sin un punto de mayor exigencia, a manos de El Zapata fueron a parar dos apéndices concedidas de golpe, que también fueron protestadas por la gente, no obstante que el torero tlaxcalteca había estado tremendamente variado, dinámico y efusivo, en todos los tercios de la lidia… y hasta en la estocada, que ejecutó sin liar la muleta, y de la que resultó espectacularmente volteado porque se echó encima del morillo para asegurarla.

Y ya entrados en gastos, El Fandi se animó a regalar un sobrero de la misma ganadería, porque los dos de su lote había sido complicados y no le habían permitido mostrarse a plenitud. Y bordó un par de "la moveola", el mejor de todos cuantos clavó.

Ese toro de obsequio, de nombre "Bomboncito", jugado en séptimo lugar, fue un auténtico caramelo de pastueñas embestidas a lo largo de una faena larga y entonada que culminó con el indulto del toro. Aquí sí nadie protestó, aunque el toro no fuera tan excepcional como para haberlo indultado, pues por momentos acudía con la cara alta y terminó distrayéndose en la parte final de su lidia.

Si a este despliegue de muletazos, derrochados con valor, enjundia, alegría y variedad, sumamos los pares de banderillas –hasta 10 colocó Fandila en el festejo– el platillo navideño estaba bien servido.

De entre todo este manjar de bocadillos, sobresalió la textura exquisita del "par monumental", el que clavó El Zapata a un toro noble y con clase, jugado en segundo lugar, que se lastimó una mano tras una vuelta de campana y ya no pudo terminar de embestir como lo había hecho de salida. Y fue una pena, ya que este ejemplar tenía más clase que al que se perdonó la vida.

Del resto de lo hecho por los toreros es preciso agregar la determinación con la que le buscaron las vueltas a los toros para sacarles provecho. Pizarro no tuvo la suerte de repetir sus triunfos anteriores y dejó su sello de torero maduro y elegante, sobre todo en unos ayudados muy tersos al primero de su lote.

El Zapata "armó la escandalera" en el quinto –como decía el recordado Ciego Muñoz–, lo mismo que El Fandi con "Bomboncito", siempre en esa cuerda del toreo como espectáculo pirotécnico, en una tarde de poca asistencia de público seguramente por la final del torneo del fútbol mexicano que se disputaba esta tarde.

Y al final, la imagen de la salida a hombros de dos toreros, acompañados por el ganadero, que también se sumó a la desbordante euforia colectiva, fue el postre perfecto de una comilona un tanto empalagosa, que quizá en las próximas horas provoque agruras a más de alguno.

FICHA
México, D.F.- Plaza México. Octava corrida de la Temporada Grande. Menos de un cuarto de entrada (unas 9 mil personas) en tarde fresca. Siete toros de José María Arturo Huerta (el 7o. como regalo), parejos en hechuras, enrazados en general, nada fáciles, de los que destacó el 1o. por su transmisión y el 7o. por su gran nobleza, mismo que fue indultado. Pesos: 528, 492, 484, 509, 511, 480 y 477 kilos. Federico Pizarro (blanco y azabache): Oreja con protestas y silencio. Uriel Moreno El Zapata (canela y oro): Ovación y dos orejas con protestas. David Fandila El Fandi (berenjena y oro): Palmas, silencio e indulto. Incidencias: Destacó en varas César Morales, que picó con maestría al 2o. y saludó una ovación en el tercio. Diego Martínez banderilleó con arrojo. El toro indultado se llama "Bomboncito", número 50, cárdeno claro, con 477 kilos.

http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=21232

También lee: