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Surreal: Daniele Finzi estrena en México 'La Veritá'

Su formación en el seno de una familia de fotógrafos, así como su incursión en el circo como gimnasta y luego bajo la tutela de un payaso, le despertaron desde el inicio de su carrera un sentido de belleza. El artista suizo es creador de una técnica dramática que bautizó como Teatro della Carezza (Teatro de la caricia).

Creador de una técnica dramática que bautizó como Teatro della Carezza (Teatro de la caricia), Daniele Finzi ha recorrido el mundo durante más de 20 años con Ícaro, un espectáculo que es parte de una trilogía sobre la huida, que el artista suizo completó tras pasar un tiempo en prisión, por declararse objetor de conciencia.

Ícaro es un poema escénico sobre la libertad interior, explica Finzi en entrevista desde Canadá. "Es un canto a la lucha cotidiana contra los pequeños grandes enfrentamientos que uno tiene; sucede en un hospital y más que de la prisión, habla de enfrentar el destino". Ese es el origen de todos los espectáculos que ha escrito posteriormente, asegura.

Su formación en el seno de una familia de fotógrafos, así como una primera incursión en el circo como gimnasta y luego bajo la tutela de un payaso, le despertaron desde el inicio de su carrera un sentido de belleza que comparte con sus compañeros de la Compagnia Finzi Pasca, una fusión del trabajo de sus anteriores agrupaciones: Teatro Sunil e Inlevitas, cuya primera producción es el montaje de teatro acrobático La Verità.

Finzi ha dirigido los espectáculos de tres Olimpiadas, también dirigió ópera en el Teatro Mariinski y fue el encargado de un montaje por los 150 años del nacimiento del escritor Anton Chéjov. Asimismo, es creador de obras intimistas y sencillas. A medio camino entre ambas formas de trabajo se encuentra La Verità, que se presentará del 30 de abril al 17 de mayo en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

El montaje, en el que intervienen 13 actores acróbatas, tiene en su diseño de escenografía un elemento protagónico: el telón que Salvador Dalí pintó para una puesta de la ópera Tristán e Isolda, de Richard Wagner, que se presentó en el Metropolitan Opera House de Nueva York en 1944. El histórico lienzo, que permanceció por años embodegado de manera oculta, llegó a la Compagnia Finzi Pasca a través de una fundación. "El telón original está frecuentemente en las funciones, pero nunca decimos cuándo por cuestiones de seguridad", advierte el artista, quien se inspiró en él para La Verità. Esta obra, dice, rinde tributo a las mujeres que, como Isolda, toman riesgos por vivir sus sueños.

La Verità encuentra en Isolda un puente para hablar de la desigualdad entre hombres y mujeres. "Para decir que la mujer tiene también el derecho de conseguir un sueño y sobre todo de romper cadenas".
Finzi considera que el lenguaje acrobático crea una narración no lineal que tiene algo de surrealista. "Por eso el encuentro con Dalí resultó una danza muy fácil".

En esta propuesta la parte femenina es asumida por los actores, que visten faldas o tacones, lo que para el creador no resulta extraño en una trama en la que una mujer se rebela contra lo establecido. El director ubica La Vertità como una continuidad de su trabajo previo, pero en un tono intimista.  

"Hay un diálogo continuo entre lo que es Ícaro -que sigo presentando- y las producciones que siguen, todas hijas de esa primera aventura. Hice las ceremonias de tres Olimpiadas, la última fue en Rusia, donde la majestuosidad del espectáculo fue muy grande. Conozco varios colegas que empezaron como yo, en un teatro más íntimo, que después se encontraron con grandes proyectos como el Cirque du Soleil, y después tienen dificultad para regresar a lo sencillo. Yo me puse como regla que no perdería la relación con lo sencillo. La Verità es un espectáculo con muchos recursos, imágenes con una dimensión visual muy grande, pero arriba del escenario está la humanidad de nuestros actores".

La sencillez en el escenario, dice, es como la comida: hay platillos simples que son como un abrazo reconfortante. "No quiere decir que no sea a veces hasta más interesante descubrir o crear platos sofisticados, más complejos. Pero regresar a la sencillez es como una necesidad, responder a la necesidad de apapacho que todos tenemos".

A propósito del título del montaje, reflexiona que si bien los seres humanos buscamos la verdad, en teatro ésta no funciona. "No es por falta de recursos que no se matan actores en escena; estoy seguro que habría voluntarios dispuestos a sacrificarse -hay locura en este mundo nuestro-, pero la muerte no parecería verdadera; esa es la gran incongruencia: para ser verdaderos uno tiene que representar, y ahí se abre todo un mundo; representamos la vida, usamos los mitos, usamos imágenes, contamos historias, porque de esa forma logramos transmitir conocimiento".

Sin embargo, quien fue elegido para crear y dirigir la Fête des Vignerons 2019 en Vevey, Suiza, que se realiza cada 25 años, afirma que su teatro no pretende ser didáctico. "Los clown no entendemos casi nada y no tenemos una visión muy compleja de la vida; contamos cosas sin contarlas. Pero hay cosas en la escena con las que uno va tropezándose y con las que abrimos metáforas que provocan pensamiento".

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