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Sueños destruidos a patadas


 
 
Redacción
 
¿Qué pasaría si Messi, Cristiano Ronaldo, Zidane, Xavi o cualquier astro del futbol internacional hubieran nacido en México?
 
Quizás estos fenómenos de las canchas se habrían enfrentado a entrenadores que les diagnosticarían "juventud" a los 21 años, representantes cobrándoles parte del sueldo de contratos inexistentes o lesiones provocadas por los que detectan amenazas en los pies de los que siguen disfrutando del futbol.
 
Diego Ochoa Puertas inició su carrera profesional a los 14 años en una tercera división y vivió, hasta ahora, su mejor momento el 30 de agosto de 2009 con el Querétaro, cuando pisó el césped del Estadio Olímpico Universitario en un enfrentamiento contra los Pumas.
 
Su travesía lo llevó a jugar en distintas partes del país, así como en Europa. Salió del estado de Querétaro con 16 años para enrolarse con el Atlas de Guadalajara, con el que disputó varios encuentros en segunda y tercera división, junto a jugadores como Darvin Chávez (Monterrey), Néstor Vidrio (Guadalajara), Edgar Pacheco (Tigres) y Carlos Gutiérrez (América).
 
"Se veía luego luego quiénes eran los consentidos; Edgar Pacheco y Néstor Vidrio. Son a los que siempre mandaban a selecciones menores, directamente los directores deportivos de Atlas (…) No quita que sean excelentes jugadores", comparte.
 
Pasó un año y regresó a casa para probarse con los Gallos Blancos, en donde se hizo de un lugar en la Segunda División. De la mano del entrenador Héctor Medrano logró el ascenso.
 
Una vez en el máximo circuito, el joven queretano tuvo contrato por tres años, pues estaba en los planes del entrenador, pero los malos resultados llevaron a un cambio de timonel; Valtencir Gomes llegó como interino y lo debuta contra Pumas, hasta la llegada de Carlos Reinoso, quien sólo le hacía promesas sobre jugar.
 
Apareció una alternativa con Leones Negros dirigidos por Medrano; Querétaro accedió darlo a préstamo, sin embargo, al final se cayó el acuerdo y Diego debió regresar a terminar la pretemporada, pero en segunda división.
 
"El director deportivo de Gallos, que en ese entonces era José Reinoso, me dice que estoy jugando muy bien y que al club le interesa que crezca y que la idea era que yo estuviera en Primera División y que por circunstancias no había tenido mucha actividad, pero que él me veía con mucho futuro y quería que me fuera a jugar a Italia porque ahí tenía un contacto", destaca.
 
Diego, con pasaporte mexicano y español, aceptó la propuesta y es prestado al Nissa de la Serie D. Los Gallos Blancos pretendían que el club italiano lo vendiera y ofrecieron el 50 por ciento de los derechos de su jugador para que en caso de una venta, ambas partes se vieran beneficiadas.
 

"El equipo tiene muy buenos contactos; me echo un año, tengo un buen torneo y cuando termina me prestan a hacer pretemporada con el Pescara Calcio, en Segunda División de Italia (2011), y hay un acercamiento; yo voy con un promotor, me ofrecen un precontrato que nunca firmé porque en ese momento hablo con el presidente de Gallos, Ulises Zurita, y me dice que no, que tengo que regresarme a Querétaro porque mi préstamo había terminado. Me dijo que si decidía quedarme no me iban a pagar y que no me iban a liberar mi transfer internacional", recuerda.
 

De vuelta al club del bajío lo reciben con la noticia de que "no entraba en planes"; su representante, Alfredo Rosales, le encontró una posibilidad en Santos y entrenó en Torreón junto a los de Primera División, pero la directiva queretana pidió mucho dinero por el préstamo; la negociación fue imposible. Cuando regresó lo terminaron mandando a La Piedad, en Primera A, de manera gratuita. "Eso es lo que no entiendo del futbol mexicano", dijo el futbolista. Con los Reboceros se quedó un año, después volvió al club dueño de sus derechos, ahora con un contrato vencido, aunque con la promesa de Ulises Zurita de estar contemplado para la pretemporada con la Primera División, lo cual no ocurrió.
 
En el inicio de 2012, Ochoa Puertas estuvo a punto de emigrar a Irapuato o Puebla con Lobos BUAP, no obstante Gallos Blancos, aún dueño de sus derechos, se negó a firmar el pacto de caballeros. A Diego, decepcionado, le pareció momento de parar; además, no ha vuelto a saber nada de su representante.
 

El 2013 llegó con la puerta abierta para entrar en la segunda división de Irapuato, la cual es filial del club Querétaro por esas circunstancias raras del futbol nacional, y Diego regresó al limbo entre la máxima competencia y el amateurismo con los sueños golpeados, alimentando el alma con las mismas promesas de crecimiento.
 
 
 
 
 

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