After Office

"Si no eres Prince jamás podrás sonar como Prince"

Octavio Echávarri, promotor musical, recuerda este cumplido que le dedicó la cantante Gwen Stefani a Prince para describir la cualidad que le permitía al artista absorber influencias y hacerlas sonar suyas.

En un momento en el que la escena de la música pop se volcaba hacia el techno europeo y sus vertientes oscuras, el post punk, el new wave, la electrónica y también el rock, un músico de Minnesota de corta estatura física, pero gigantesca en musicalidad, regresaba a la síncopa negra para llevarla a un sonido nuevo.

Desde su primer disco, For you (1978) –en el que tocaba todos los instrumentos-, Prince retomaba la potencia del funk, una base sobre la que ensayó fusiones que dieron como resultado el sonido Minneapolis.

"Si no eres Prince jamás podrás sonar como Prince". El promotor musical Octavio Echávarri recuerda este cumplido que le dedicó la cantante Gwen Stefani para describir la cualidad que le permitía al artista absorber influencias y hacerlas sonar suyas.

"Él trajo de regreso muchas formas de la música negra que no estaban en boga en ese momento. Por supuesto estaba Michael Jackson, que tenía un pop con más soul, pero no era tan arriesgado y propositivo. Por eso muchos de los discos de Prince son comercialmente fallidos, por esa experimentación que el público y parte de la crítica no entendieron en ese momento", explica Echávarri. De 37 discos de estudio, sus éxitos masivos son minoría.

Prince Rogers Nelson, cuyo cuerpo fue encontrado ayer en su casa de Chanhassen, a las afueras de su ciudad natal, no sólo rompió con maneras de hacer música. Detonó la controversia social con la creación de un pop de letras de erotismo explícito y enfatizada androginia: de ser considerado un artista gay se tornó en un símbolo sexual relacionado con mujeres bellas, como la cantante Apollonia Kotero, su pareja durante la cúspide de su carrera, cuando hizo Purple Rain (1984), cinta que le mereció un Oscar.

El carácter visionario del autor de Raspberry Beret y Cream quedó asentado en su inclusión al Salón de la Fama del Rock'n Roll, en 2004. "Marcó la norma al crear una síntesis del funk negro y el rock blanco que sirvió como base para la música de vanguardia en los años 80", dice el reconocimiento.

Fue tan arriesgado, que se atrevió a desaparecerse a sí mismo, observa Echávarri. En 1992, en plena batalla contra su disquera, Warner, el artista decidió dejar de usar su nombre y lo sustituyó por un símbolo en color morado –su obsesión cromática- alusivo a la androginia. Despojado del nombre, la prensa le llamó TAFKAP, The Artist Formerly Known as Prince.

"Fue fiel a su condición de músico. Combatió las formas rapaces de las disqueras como lo hicieron Frank Zappa y Tom Petty", destaca el periodista musical Pepe Návar, quien fue encargado de prensa de Warner en México durante aquellos años.

Fue ésta la causa de que buena parte de su carrera, en la que dio preferencia a sus inquietudes artísticas, fuera de bajo perfil y pareciera caer en el silencio. "Pero siempre estuvo presente entre los músicos y en las publicaciones de crítica musical seria", advierte Návar.

Entonces se lanzó a hacer títulos como el Álbum Negro, con músicos de jazz de Nueva York, o Emancipation, un disco triple, y difundió su música sin costo, de forma pionera para un arista de su talla, recuerda Echávarri.

Hasta el cierre de esta edición, las causas de su fallecimiento no habían sido dadas a conocer. El artista había sido hospitalizado el pasado 16 de abril en Illinois, donde su avión privado aterrizó de emergencia porque se sentía mal. Tres horas después fue dado de alta y sus voceros dieron a conocer que le había afectado una fuerte gripa.

Bajo la lluvia, un reducido grupo de fans se reunió ayer en torno a su estudio en las afueras de Minneapolis para despedir a un genio -dice Návar-, que será mejor apreciado fuera de su tiempo.

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