After Office

“Si Dios existe, no entiende razones”


 

Daniel Cisneros
 
 

Tadeo está implicado en un siniestro accidente que deja 17 personas muertas; Babbit es un estadounidense jubilado cuya afición al tabaco lo convierte en enfermo terminal; Jaime sufre la pérdida de su hijo a causa de un nacimiento prematuro. Las vidas de estos tres personajes aparentemente disímbolos converge en No habrá quién nos guíe (Tusquets), primera novela de Lisa Owen (Ciudad de México, 1966).
 
 
Después de solicitar un café, esta autora de vivaces ojos verdes arranca nuestra conversación, que transcurre en una librería de Polanco:
 
 
—Aunque tengo muchos años realizando guiones cinematográficos, decidí tomarme el tiempo para escribir otra cosa —dice Lisa Owen—.
 
 

Y, curiosamente, un día alguien me contó la anécdota de dos hombres que llevaban en un auto un cadáver con la intención de incinerarlo. Esa historia que pudo haber sido el pretexto para un buen guión de comedia, resultó ser la inspiración de esta novela.
 
 
Sobre el proceso de escritura de la obra, Lisa Owen nos confiesa un detalle: —Antes de decidir la estructura de No habrá quien nos guíe, ya sabía cómo sería el final . Inicié escribiendo acerca de las características de los personajes y, después, la novela fue fluyendo sola. Durante la revisión quité la misma cantidad de cuartillas que están publicadas porque, finalmente, escribir implica tener un bote de basura junto a la computadora. Quizá por eso la parte más complicada para un autor es la autocrítica que, en muchas ocasiones, te paraliza.
 
 
—¿Qué mensaje hay tras el título?
 
 

—Que el dolor que produce enfrentarse a la muerte está relacionado con el desasosiego de no saber qué hacer o hacia dónde vas. Pero no sólo en la muerte hay angustia, igualmente es complicada la incertidumbre que genera entrar a una nueva etapa de la vida. Por otro lado, el título habla de que en la novela hay varios personajes ateos que carecen de guía; pero también de que si Dios existe, no parece entender razones humanas.
 
 
—¿Por qué Tadeo siente tanta culpa y temor al enterarse de la explosión de la gasera de San Felipe?
 
 
—Porque cuando trabajó en esa gasera participó en un acto de corrupción que consistió en comprar válvulas falsas para ciertos tubos. Y aunque esto le permitió costearse una vida con algunos lujos, también provocó la explosión. Con Tadeo no me interesó explorar la culpa de un sujeto que está totalmente seguro de que cometió un asesinato, sino de alguien que tiene la duda de su implicación. Sí, pues este personaje no investiga si las válvulas fueron las verdaderas causantes del siniestro y mejor huye. Y eso es lo que más lo atormenta. A tal grado que termina destruyéndose a sí mismo y a su familia.
 
 
—¿De qué forma afecta a Jaime la muerte de su hijo Nicolás?
 
 
—Jaime fue abandonado por su papá. Entonces cuando se entera de que su esposa está embarazada se promete que no hará lo mismo y, además, se ilusiona al imaginar la vida que llevará junto a su primer hijo. Cuando Nicolás muere se sumerge en un duelo que no logra resolver. Esto, a su vez, lo lleva a no prestar atención a su mujer ni a sus demás hijos. Yo conozco mucha gente así: realizan sus actividades pero, al mismo tiempo, se encuentran atadas a heridas pasadas.
 
 
—¿Cuál es la causa de que el estadounidense Babbit decida irse a vivir fuera de su país?
 
 
—Que se despierta su sentido de aventura al advertir su avanzada edad y su enfermedad terminal. Esto debido a que siempre se sobreprotegió y careció de la osadía para lanzarse a realizar lo que realmente deseaba. Además durante mucho tiempo su trabajo lo llevó a vivir fuera de Estados Unidos. Y opta por instalarse en Veracruz no sólo porque le llaman la atención las montañas y el verdor de la naturaleza, sino porque necesita estar en un lugar que le permita regresar fácilmente a su país que es donde tiene su seguro médico.
 
 
—¿En qué momento se cruzan las vidas de estos tres personajes?
 
 
 
—Se conocen por casualidad porque me interesaba manifestar cómo las relaciones fortuitas son las que terminan cambiándonos. Incluso piensan que, de alguna manera, uno es un reflejo del otro. Estos encuentros nos dejan ver que no hay una lógica en la vida y que, lo inesperado, también puede ser un regalo.
 
 
 
—¿Qué tanto influyó su trabajo como actriz y como escritora de guiones cinematográficos en No habrá quien nos guíe?
 
 

—Me han ayudado a entender el proceso creativo. De tal suerte, no me fue tan complicado diseñar el perfil de mis personajes. Y la actuación en particular me ha dotado de cierta intuición que me facilitó el crecimiento de la historia. Así es: cuando actúo nunca sé bien a dónde voy a llegar. Por otro lado, hay cosas que no me han servido de nada y que me hacen sentir que tengo enfrente un enorme mundo por descubrir.
 
 
—Sé que desde hace 20 años escribe en un taller literario bajo la mirada de Vicente Leñero, ¿por qué hasta ahora se animó a publicar su primer libro?
 
 

—Por diversas circunstancias. Estudié actuación y, por suerte, siempre he contado con trabajo en ese rubro. Luego tuve una hija.
 
 

Entonces, para dedicarle tiempo, me vi en la necesidad de no laborar tanto en teatro. Pero después de cumplir 40 años me sucedió lo que a la mayoría de la gente y me dije: "La vida es corta y debes hacer lo que se te antoje." Así que dejé de lado otras actividades y me di permiso de escribir este libro. Al final, elegí el género de novela porque me permite explorar más a fondo lo que sucede en la intimidad de las personas.
 
 

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