After Office

Se despojó de los días...

El mundo despide con sencillez y cariño a un escritor que hizo de la discreción un atributo único e intrasferible.

Una caída, un golpe en la cabeza, dejó a México sin uno de los autores más entrañables entre las generaciones de jóvenes que crecieron con la sencilla historia de amor imposible de Mariana y Carlos de Las Batallas en el Desierto (1981).

José Emilio Pacheco se fue a dormir el viernes y ya no despertó: falleció el domingo a las 18:20 en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición. Poco después de que su hija Laura Emilia informara a los medios el deceso del poeta, cientos de lectores comenzaron a rendir un emotivo homenaje en redes sociales al autor que los marcó en la escuela y que les enseñó a amar la lectura.

Sin embargo, el dolor plasmado en las redes sociales por la partida de uno de los autores más cercanos al pueblo, y crítico de este México gris, no se vio reflejado en la afluencia de sus seguidores en el velorio realizado en un salón del primer piso del Colegio Nacional (José Emilio Pacheco era miembro desde 1967), donde principalmente asistieron sus familiares, amigos y colegas. A pesar de que el presidente de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, ofreció el Palacio de Bellas Artes para rendirle un homenaje de cuerpo presente, la familia del escritor optó por el edifico del siglo XVII.

El cuerpo del autor de "Morirás Lejos", arribó alrededor de las 11:30, y poco después comenzaron a llegar decenas de arreglos florales de casas editoriales, recintos culturales, instituciones gubernamentales, medios de comunicación y partidos políticos. "Mira qué arreglos tan grandes", sorprendidos, decían algunos de los asistentes.

Todos los presentes se mostraban profundamente conmovidos.
Una señora repartió flores blancas a los jóvenes como señal de agradecimiento al poeta; un señor se acercó a Laura Emilia para expresar su amor y admiración por la familia Pacheco y le pidió tomarse una fotografía con ella. Los más jóvenes, tenían los ojos llorosos y aseguraban que con José Emilio Pacheco habían crecido.

Cristina Pacheco, vestida completamente de negro, expresó a los medios la rabia y la desesperación que sentía porque simplemente no encontraba las palabras para expresar cómo se sentía.

"Voy a seguir viviendo pero voy a ser una persona distinta. Voy a tener que acostumbrarme a lidiar con la ausencia", dijo en una breve conferencia.

José Emilio Pacheco era caracterizado por su sencillez y humildad. Su despedida así lo fue. Tras unas breves palabras de Enrique Krauze, en las que definió a su amigo como "un custodio de ese jardín armonioso que alguna vez fue la literatura mexicana", Cristina Pacheco, con una mano sobre el féretro, Laura Emilia, Rafael Tovar y de Teresa, y el Secretario de Educación Emilio Chuayffet realizaron la primera guardia alrededor del féretro de madera.

Mientras que el público, principalmente jóvenes, se mantenía atrás o hacía fila para hacer guardia junto al féretro, en las sillas, lugar reservado para la familia y amigos, Margo Glantz, José Narro, Elena Poniatowska, Eduardo Lizalde, Gonzalo Celorio, entre otros, se saludaban, se abrazaban, y expresaban su sentir por haber perdido a dos grandes escritores y amigos en dos semanas: Juan Gelman y José Emilio Pacheco, curiosamente, ambos ganadores del premio Cervantes.
Todos los académicos e intelectuales tenían una anécdota que contar: Guadalupe Loaeza expresó sentirse sorprendida el día en que José Emilio Pacheco le dijo que le gustaba su obra; Elena Poniatowska, con un caminar lento y notablemente triste, confesó sentirse muy afectada, y simplemente dijo que lo quiso y lo admiró.

El velorio de cuerpo presente fue rápido, aparentemente los familiares no querían alargar el momento, y terminó alrededor de las 16:00 horas. El cuerpo de José Emilio Pacheco fue cremado, y, posiblemente, las cenizas serán esparcidas en el mar de Veracruz, uno de los lugares favoritos del escritor.

José Emilio Pacheco ya no esperará a nadie en el parque desierto, su esposa ya no le llevará el café todas las mañanas, como solía hacerlo, pero dice, lo recordará con cada uno de sus libros.

"Él fue un hombre apegado a las plumas y estaba rodeado de libros. Leía un libro y tomaba uno, luego otro. Luego ya los había leído todos y me empezaba a contar de todos en desorden pero de una forma maravillosa. Eso es algo que voy a extrañar", dijo Cristina Pacheco.



Un adiós universal


El fallecimiento de José Emilio Pacheco, "poeta amado por los mexicanos" fue destacado hoy por los medios españoles. El diario español El País resaltó que falleció a los 74 años uno de los escritores contemporáneos más importantes del español, recipiendario del Premio Cervantes en 2010 y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2009.

El rotativo destacó que el poeta, narrador, ensayista y traductor Pacheco era un hombre sencillo.

"La imagen pública de José Emilio Pacheco era la de un poeta sin pretensiones. Cuando recogió el Premio Cervantes hizo un comentario sobre eso que se andaba diciendo de que él era uno de los mejores poetas latinoamericanos. Pero si ni siquiera soy uno de los mejores de mi barrio. ¿No ven que soy vecino de Juan Gelman?", recordó.

Por su parte, el diario El Mundo resaltó que "México está de luto y las letras mexicanas lloran la muerte de José Emilio Pacheco es algo más que un tópico".

Esto, añadió, al ver cómo, en menos tiempo del que se tarda en leer "Las batallas en el desierto" se han ido Carlos Fuentes, Juan Gelmán y este domingo, a los 74 años de edad, José Emilio Pacheco.

El diario español anotó que también es casi un tópico decir que el poeta mexicano más reconocido era un talento fuera de lo común desde que, durante su etapa en la universidad de Filosofía, allá por los años cincuenta, ya estaba empeñado en reescribir a su estilo las grandes tragedias griegas.

Se trata de una encomienda que le acompañó hasta sus últimos días, abundó. Radio y Televisión Española transmitió en repetidas ocasiones la noticia y subrayó que la obra del escritor mexicano está marcada por su preocupación ética y reflexiva sin perder nunca de vista la realidad cotidiana.

"Considerado por los lectores de la revista Letras Libres, en 2002, como el mejor poeta vivo, José Emilio Pacheco, además de ser una de las voces más importantes de Latinoamérica, junto con el fallecido Octavio Paz , no solo fue un grandísimo poeta, sino también uno de los mejores traductores, ensayistas y dramaturgos", anotó.

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