After Office

Sangre nueva toma las raquetas

El dominio de Serena Williams en la última década en el circuito femenil de tenis no ha podido ser igualado por otra jugadora. Desde que se ausentó por el embarazo de su hija (oficialmente a partir de abril de 2017), tres tenistas se han repartido los tres últimos torneos de Grand Slam que se han disputado desde entonces (Jelena Ostapenko, Roland Garros; Garbiñe Muguruza, Wimbledon, y Sloane Stephens, US Open).

La estadounidense es tan dominante que desde 1999 –año en el que conquistó su primer grande– ha ganado 23 títulos de Grand Slam, sólo uno menos que Margaret Court, máxima ganadora de la historia, y uno más que Steffi Graff.

"Todas las jugadoras que se encuentran actualmente dentro de las mejores 10 del ranking tienen un nivel similar. Por lo anterior, no hay una que haya alcanzado el dominio absoluto del circuito como lo hizo Serena", opina Fernando Segal, ex director deportivo de la Federación Mexicana de Tenis.

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"Los ejemplos más claros de este equilibrio son Elina Svitolina y Simona Halep, la número uno del ranking mundial. La primera fue la que más títulos obtuvo en la temporada (5), pero ninguno de Grand Slam; mientras que la rumana sólo ganó un campeonato (Madrid) y en los cuatro grandes su mejor actuación fue llegar a la final del Abierto Francés".

David Roditti –ex capitán del equipo mexicano en la Copa Davis– sostiene que es inusual que haya dominio de una sola jugadora en la WTA, y califica el de Serena Williams como fuera de serie."Sería normal que después de su hegemonía prosiga una época en la que otras tenistas levanten los grandes campeonatos. Lo anterior ya se dio después de las lesiones o el retiro de otras grandes tenistas".

El ejemplo perfecto es cuando Court se retiró en 1977. Los siguientes ocho campeonatos de Grand Slam se los repartieron Chris Evert (2), Kerry Melville (1), Mima Jausovec (1), Virgina Wade (1), Chris O'Neil (1) y Virginia Ruzici (1).


Segal y Roditti coinciden en que el circuito varonil es más propenso en contar con tenistas que estén en los primeros cinco lugares del ranking mundial por más de una década, como son los casos de Rafael Nadal y Roger Federer.

En comparación del de las mujeres –señalan– la mayoría de las jugadoras detienen sus carreras porque en algún momento quieren casarse, tener hijos o pasar más tiempo con su familia. Lo anterior –afirman– es un factor que impide que haya épocas en las que una o varias jugadoras dominen el circuito durante una década, tal como lo hizo Serena.

Los varones –dice Segal– cuando están próximos a tener hijos detienen sus carreras por menor tiempo del que lo hacen las mujeres.
"Chris Evert, Martina Navratilova, Mónica Seles o Steffi Graf y la misma Williams se hicieron estrellas, además de sus capacidades físicas y técnicas, por su hambre de triunfo.


En este momento sólo Muguruza tiene esa combinación de características, el problema es que no siempre controla su carácter y eso descontrola su juego. Así es difícil que ella u otra jugadora se convierta en una tenista de época", sostiene Agustín Moreno, capitán del equipo mexicano que participará en la Copa Federación.

El surgimiento de la nueva camada de jugadoras también coincidió con la suspensión de 15 meses de Maria Sharapova –ex número uno del mundo–, quien fue castigada por dopaje. La rusa sólo ha ganado un título (Tianjin, 2017) desde que volvió en abril pasado.

"Esta nueva generación tendrá su máxima prueba cuando Serena regrese a las canchas. El problema es que la mentalidad de la estadounidense es más fuerte que la de ellas, aunque será evidente que gozarán de un mejor estado físico. Su reto será reafirmar el cambio generacional que se gestó a partir del año pasado", agrega Segal.

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