After Office

René Pereyra, sin reconocimiento mexicano

Estudió en el Actor’s Studio de Nueva York y fue alumno directo de Lee Strasberg, el mítico maestro de figuras como Al Pacino, Robert De Niro y Marlon Brando. En México enseña actuación en un bar de la Condesa, por falta de apoyo para su escuela.

René Pereyra sólo quiere trabajar en México. Estudió en el Actor's Studio de Nueva York y fue alumno directo de Lee Strasberg, el mítico maestro de figuras como Al Pacino, Robert De Niro y Marlon Brando. Con este currículum parece fácil conseguir un empleo. Pero en este país suceden cosas extrañas. A sus 58 años, este mexicano imparte clases de actuación en el AM, un bar de la colonia Condesa que, por las mañanas, se convierte en una improvisada academia artística.

Pereyra dejó su natal Torreón a los 15 años. Llegó a la Ciudad de México con la ilusión de ser actor. Soñó, primero, con Bellas Artes. Lo logró. Viajó con la Escuela de Arte Teatral por toda la República. Entonces pensó en algo más grande.

Cuando llegó al Actor's Studio de Nueva York, que en aquellos años dirigía Strasberg, tenía sólo 17 años. Y 15 dólares en la bolsa.
Aprendió inglés. Se rozó con los grandes. Trabajó en al menos una decena de películas, al lado de figuras como Marlon Brando. Era un hombre satisfecho de conocimientos. Y de orgullo. No cualquier joven coahuilense puede jactarse de trabajar en La Meca del cine.

"Quiero enseñar todo lo que he aprendido en México, maestro", le dijo a Strasberg. Él le contestó: "¿Y de verdad crees que lo vas a lograr?".
Aquella pregunta se quedaría grabada en su cabeza para siempre. Porque no lo logró. Al menos no como él lo imaginó.

Al volver a México, en 1985, Pereyra fundó su escuela Actores del Método. Incluso vino Anthony Hopkins a develar una placa. Durante 10 años se dedicó a montar obras por todo el país con su propio dinero. "Grabé muchas películas en Estados Unidos y tenía mis ahorros. Pero un día el dinero se acabó y nadie me apoyó", cuenta en su apartamento, cuyas paredes muestran fotografías suyas con Tarantino y Hopkins. Entre los recortes de periódico que atesora en una carpeta hay uno del New York Times que elogia su interpretación de Diego Rivera en la obra Viva la Vida!, en Broadway.

"Me siento muy orgulloso de mi trayectoria, pero por desgracia eso también me ha cerrado muchas puertas. No sé por qué. Yo sólo quiero trabajar en mi país. He enviado mis guiones a Televisa, a TV Azteca, a Argos, y nada. Y cuando voy a Portugal, hasta me tienden una alfombra para recibirme", asegura el actor.

Sin dinero, Pereyra abandonó México en 1995. Esta vez, para conseguir trabajo. Y lo volvió a lograr. Dio clases en Portugal y en Alemania. También fue catedrático de la Universidad de California (UCLA), donde sus alumnos eran adolescentes ávidos de fama.
"Hollywood es una falacia muy cabrona. No es para todos. Allá las puertas se abren sólo cuando el actor tiene un gran hit en su país. Fuera de ahí, es infame. He coacheado actores que nacen allá, pero por su indian look no los aceptan o sólo para papeles chicos", comenta.

De vuelta en el país, enseña lo que aprendió hace años: el Método Strasberg, que utilizan estrellas como Kate Winslet y Meryl Streep. Entre sus alumnos más famosos destacan Roberto Soto, Blanca Guerra y Edith González.

"El Método, que proviene del sistema Stanislavski, indica que para ser un buen actor hay que ser una buena persona. Pero eso no significa ser sólo un ángel: también hay que ser hijo de puta. Y para poder mostrar eso en escena es necesario que el actor se libere de los bloqueos emocionales y miedos que ha cosechado en su vida. Si no lo logra, siempre trabajará de la misma manera y se verá igual en todas las escenas. La técnica es importantísima".

Para desarrollar su proyecto docente en México, Pereyra también pidió apoyo al Conaculta (hoy Secretaría de Cultura), sin éxito. Fue hasta hace poco que obtuvo recursos para realizar su primera película: El arribo de Conrado Sierra, que estrenará este año con las actuaciones de Maite Perroni, Susana Dosamantes y Joaquín Cosío. La producción costó 22 millones de pesos; 9.5 millones le fueron otorgados a través del Fidecine.

"Aunque filmamos en Tlaxcala, el gobierno estatal no fue ni para darnos una botella de agua", comenta el director.

___¿México ha sido ingrato con usted?
___No lo sé. No quiero hacerme la víctima. Supongo que sólo he tenido mala suerte.

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