Reuters
Ámsterdam.- Miles de personas se congregaron fuera del Rijksmuseum de Ámsterdam, hogar de cuadros como "La ronda de noche" de Rembrandt van Rijn y otras obras maestras holandesas, cuando la reina Beatriz de Holanda declaró abierto el museo nacional el sábado tras una década de renovación.
Hubo aplausos y fuegos artificiales cuando la reina de 75 años, haciendo una de sus últimas apariciones oficiales antes de su abdicación, giró una llave de oro e inauguró oficialmente el edificio renovado ante una multitud estimada por el museo en 10.000 personas.
La monumental obra maestra de Rembrandt, en la que se representa a la guardia civil de Ámsterdam partiendo en una marcha, es la única pintura de la colección en haber sido restablecida en su lugar original.
"Estoy muy orgullosa de que vuelva a abrir. Es un edificio hermoso", dijo Marry Straathof, de 58 años, gran aficionada de Rembrandt. "Realmente pertenece a allí, a ese lugar. Tiene unos colores hermosos".
La gigantesca pintura está cerca de la 'Gallery of Honour' en la que se encuentran obras como "Muchacha de azul leyendo una carta" de Johannes Vermeer y "El alegre bebedor" de Frans Hals.
Muchas de las piezas de la colección compuesta por 8,000 obras reaparecen en un contexto más amplio, con pinturas, muebles, plata y cerámica relacionadas y dispuestos muy cerca unos de otros como parte del nuevo diseño del museo.
La renovación del museo, que es un escaparate del arte de los Países Bajos, su rica historia como potencia naval y de su sociedad de comerciantes, ha recibido muy buenas críticas tanto en Holanda como en los medios de comunicación internacionales en las últimas semanas.
Se han vendido más de 75,000 entradas, según informaron los medios holandeses, y el personal del museo esperaba hasta 30.000 visitantes para el sábado, fecha en la que reabrió el museo. Su director general, Wim Pijbes, ha dicho que su ambición es que todos los niños holandeses vean "La ronda de noche".
Los trabajos de reparación del museo se han prolongado mucho más tiempo del esperado superando las estimaciones iniciales, con un coste de 375 millones de euros ya que los arquitectos tuvieron que incorporar un carril bici existente en el diseño del museo y asegurarse de que los espacios situados por debajo del nivel del mar no estaban en peligro de inundación.
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