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¿Por qué debe ganarlo Neuer?

Los porteros conforman la minoría más marginal del futbol. Siempre con uno contra diez. Las razones objetivas de un eventual reconocimiento a Neuer como el mejor futbolista del mundo, no deberían aparecer en este apunte: de los tres finalistas al Balón de Oro, es el único que es campeón del mundo.

Los porteros conforman la minoría más marginal del futbol. Siempre con uno contra diez. La comodidad de ser los únicos con domicilio físico en la cancha, les hace pagar cara la renta cuando se trata del reparto de los premios. Hay tantas posiciones qué mantener que los arqueros suelen irse sin cenar al colchón de la fama. No es casual que hasta ahora solamente Lev Yashin sea el único guardameta en el cuadro de honor del Balón de Oro que desde 2010 enaltece al mejor futbolista del mundo.

Cuando, en 2006 (antes que se llamara FIFA Balón de Oro), el falló favoreció a Favio Cannavaro, el extraordinario defensa italiano, una gran parte del parlamento del balompié universal se quejó, amargamente, de esa designación. "No se puede premiar a quien destruye el juego; se debe aplaudir a quien lo edifica", dijeron en un tono ciertamente arrogante. Para una gran parte de la hinchada de este juego, tal parece, sólo importan lo anotadores, los grandes goleadores.

De hecho, Manuel Neuer, considerado el mejor guardavallas del planeta, comparte hoy candidaturas con dos fuera de serie del área, Lionel Andrés Messi y Cristiano Ronaldo, ambos ya ganadores del trofeo. Es, por decirlo así, el ángulo irregular de este triángulo isósceles del reparto.

Quienes suelen ver la cancha de mitad para arriba, sólo volantes y delanteros, se pierden de un agasajo. Defender es un gran arte. Cuando sucedió lo de Cannavaro, el reclamo implicaba una connotación igualmente fácil: Italia hace del juego una lección de ciencia política, por eso es tan poco bello su estilo. Nada más lejano de la verdad. Defensas y porteros dan un carácter agonal al debate de ideas. Contener es una forma de exigir, de imponer nuevas reglas a la imaginación del ataque.

De hecho sin grandes defensas el futbol no hubiera evolucionado hasta llegar a la exquisitez del Barcelona o la maquinaria del Bayern de Guardiola. Zagueros y porteros mantienen la continua creatividad de las formaciones rivales.El portero es un portento cuando hace su trabajo de manera ejemplar. Yashin, Zoff, Buffon (candidato en 2010, cuando Italia ganó la Copa del Mundo en Alemania) han aportado tanto al sistema como sus rivales más inminentes, los centros delanteros, ahora tan poco comunes, por cierto. Algo más: ningún otro de los integrantes de la novela ofrece estampas tan bellas y artísticas como el guardameta. Si algo tiene de romántico este deporte es justamente el valor poético del arquero; poeta que teje y desteje en espera del gran lance que lo eche todo al suelo y, al mismo tiempo, todo al cielo.

Las razones objetivas de un eventual reconocimiento a Neuer como el mejor futbolista del mundo, no deberían aparecer en este apunte: de los tres finalistas es el único que es campeón del mundo. Así, contundente la distancia sobre el resto. Pero aquí se propone un argumento estético.

A la efectividad y puntualidad alemanas, el arquero del Munich agrega un encanto muy peculiar. Parece no ensuciarse nunca. Sus desplantes atléticos, además de oportunos, son de una sutileza que le va tan bien que ni se le nota. La elegancia de Neuer es de reconocerse justo cuando la fuerza y potencia han ido ganando peso sobre el resto del campo. Ante un futbol físico, llevado al límite de la velocidad, la FIFA haría bien en regresar al arte contemplativo que sólo se propone ser visto, y, al ser visto, venerado. La acuarela en movimiento que llaman Neuer debe, por números y letras, ser el próximo mejor futbolista del planeta.

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