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Pedro Infante y su voz, un beso interminable

Este 18 de noviembre se celebra el centenario del ídolo cuya voz se ha vuelto inmortal, un beso interminable y cuya naturalidad sigue seduciendo al público.

A la distancia se cumplió la profecía. Tal como reza una de sus canciones más famosas, Pedro Infante logró vivir cien años. Y más.
Este 18 de noviembre se celebra el centenario del ídolo cuya voz se ha vuelto inmortal. Un beso interminable, según la soprano Olivia Gorra.

"No tenía grandes agudos, pero era muy inteligente, sabía interpretar con esa suavidad que tenía su voz, como si estuviera diciendo algo al oído. Cantaba con la cara súper relajada, podías ver enamoramiento en el brillo de sus ojos, casi besaba cuando cantaba", dice la intérprete.

"Era un poeta de la canción", asegura en tanto el tenor Ramón Vargas. "Es como el Fischer-Dieskau de la canción mexicana", dice en referencia al barítono alemán fallecido en 2012 a los 87 años, conocido como el más grande intérprete del repertorio romántico. "Pedro Infante decía las canciones como nadie", apunta el tenor.

Su carrera discográfica no llegó a quince años, pero grabó más de 300 canciones entre 1942 y 1957, comparte Sergio Solís Castellanos, productor de música mexicana de Peerless. "Toda su vida fue un artista de este sello, aunque su primer tema, Guajirita, lo grabó con la RCA Victor".

Grabó canción bravía, bolero ranchero, vals, canciones festivas, huapango y corridos. "Dominaba perfectamente esos géneros. Era un ser súper dotado y fuera de serie, porque nunca estudió ni
actuación ni canto", asegura Solís Castellanos, productor del álbum conmemorativo Cien años pensando en ti, que incluye un documental con audios y fotografías inéditas de Pedro Infante.

No tenía grandes agudos, pero era muy inteligente. Sabía interpretar con esa suavidad que tenía en su voz, como si estuviera diciendo algo al oído


Esa naturalidad sigue seduciendo al público, agrega Olivia Gorra. "No tenía intenciones de impostar o ser quien no era. Sin gran virtuosismo, Pedro Infante logró muchísimo porque era muy allegado a la forma hablada del canto, como se dice en italiano, ´canta come si parla´. Era un cantante íntimo".

El culto a Pedro Infante no es precisamente por una evocación nostálgica, complementa Solís Castellanos. "En el mundo, pocas personas tienen ese carisma. Era muy afinado, su voz sigue
encantando a la gente; tenemos amor por los productos de calidad, si no la tuviera, nadie lo recordaría. No dudo que cuando John Lennon o Frank Sinatra cumplan cien años, la gente los seguirá recordando, pero ellos todavía no los cumplen y Pedro sí".

Su tono medio era virtuoso, asegura el tenor Fernando de la Mora. "Una voz capaz de ser tan emotiva, es destacable. Probablemente no tuviera características de cantante de ópera, pero sí tenía toda la emoción, las facultades histriónicas".

Para el tenor, "San Pedro Infante", como llama al ídolo de Huamúchil, es el artista más importante que ha dado este país. "Era sencillo vocalmente, pero muy complejo en su interpretación, aunque lo hizo muy fácil, esa es su grandeza, se comunicó con el pueblo con gran sencillez y obligó a todos los artistas a emocionar, no solamente cantar por cantar".

Pedro Infante cantaba con esa pasión porque varias de las canciones tenían que ver con su propia historia. A José Alfredo Jiménez le pidió que escribiera un tema para su ratoncito (Irma Dorantes) y el compositor le hizo el clásico Despacito, cuenta José Alfredo Jiménez Jr.
"Mi papá le dijo ´pero cómo ratoncito Pedro, ¡eso es muy poco romántico!´, aunque le hizo una canción que él pudiera cambiar cuando se la cantara a Irmita".


A Alberto Cervantes, -quien escribió el clásico Cien años junto a Rubén Fuentes-, le encargó otra canción para Irma Dorantes, narra la hija del compositor, Eurídice Cervantes. "La única canción que le pidió Pedro a mi papá se llama Nuestro amor y hay una parte de la letra que dice ´con tus ojos bellos´, pero Pedro cambió por ´con tus ojos verdes´, como los de Irma".

Alberto Cervantes, José Alfredo Jiménez y Pedro Infante se conocieron y se hicieron buenos amigos cuando aún no eran famosos; los tres eran crooners en centros nocturnos y Pedro comenzaba como cantante de la orquesta de Joaquín Pardavé en radio. "A juicio de mi papá, Pedro tenía una media voz incomparable, era muy afinado, con una voz natural inigualable. Decía que por lo menos en otros cien años, iba a ser muy difícil que existiera otro como Pedro Infante", dice Eurídice Cervantes, quien comparte que Cien años fue una canción dedicada a su madre.

Otros temas de Alberto Cervantes que Pedro Infante hizo famosos son La verdolaga, Tres consejos, Mal de amores, Di que no, o Tu vida y mi vida.


"En esa época había una competencia muy bonita entre los compositores", asegura José Alfredo Jiménez Jr. "En las bohemias que hacían en mi casa, iban Tomás Méndez, Cuco Sánchez, Chava
Flores,
compositores muy importantes y todos platicaban de su canción nueva, sin que hubiera rivalidad, al contrario, se motivaban entre ellos mismos. Fueron muy buenos tiempos, cuando empezaron a tener éxito, Pedro le quería regalar un coche a mi papá y él le dijo ´mejor grábame
otra canción y yo me compro dos´".

Pedro Infante canta como un poeta, dice Mariano Rivera Velázquez, hijo de la compositora Consuelito Velázquez y el productor Mariano Rivera Conde, quien asegura que esa voz tiene alma. "Está cargada de sentimiento, de emoción, de comprensión de lo que está cantando, se deja llevar por la música y por el sentido de las palabras".

Rivera Velázquez atribuye en parte el éxito del inmortal, al ambiente de mediados del siglo pasado. "Hubo entonces una conciencia de que había que expresar los sentimientos, porque como dice la canción de mi mamá Bésame mucho, quizá fuera la última vez. La Segunda Guerra Mundial volvió a la gente más humana, la enfrentó con una realidad violenta que podía acabar con todos sus sueños de golpe y les hizo reconocer que las relaciones humanas eran importantes. Pedro
Infante fue el intérprete ideal para todo eso. A mi madre le fascinaba cómo interpretaba sus canciones, ella tenía un oído implacable y siempre decía que por fin alguien cantaba las notas exactas de lo que había escrito, porque Pedro tenía una afinación perfecta y decía lo que estaba escrito, tanto música como letra".

Su voz, capaz de ser emotiva, es destacable. No tenía las características de la ópera, pero sí tenía toda la emoción.
Era sencillo y muy complejo en su interpretación

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