After Office

“No sé si he sido audaz o inconsciente”: Gilbert

Ha dirigido a figuras de la talla de Silvia Pinal, Ofelia Medina, Salma Hayek, Ignacio López Tarso, Pedro Armendáriz y Héctor Suárez. Morris Gilbert cumplió 40 años como productor teatral y su nombres es sinónimo de calidad.

Su nombre es sinónimo de calidad en la producción teatral.

Lograrlo y mantener ese estatus le ha tomado a Morris Gilbert 40 años, cumplidos este 2015. Una trayectoria que comenzó como actor, en 1975 con Los hijos de Kennedy, puesta que en su momento fue polémica por utilizar por primera vez en México la palabra "gay". Héctor Bonilla, con quien compartía créditos, interpretaba a un homosexual.

El responsable de montajes como El rey león marcó una nueva era en el teatro musical con la producción de ¡Qué plantón!, en 1989. Casi una década después, con La bella y la bestia, impulsó el resurgimiento del género y desde entonces ha producido musicales como Los miserables, Peter Pan, Mary Poppins o Wicked, así como los títulos originales Bésame mucho, ¡Si nos dejan! y Mentiras. Ha sido productor de 98 obras que han sido estelarizadas por figuras como Silvia Pinal, Ofelia Medina, Salma Hayek, Ignacio López Tarso, Pedro Armendáriz y Héctor Suárez. Tiene un récord de más de 50 mil representaciones.

___¿Cuál ha sido su mayor audacia como productor?

___No sé si he sido audaz o inconsciente. Yo monté por ahí e 1980 Nube nueve, de Caryll Churchill, que es una de las autoras más intelectuales, profundas, hasta rebuscada en sus temas; es muy difícil entender las ideas, los planteamientos que hace, son de altísimo nivel. Y yo quería presentarla, sin ser ni de aquí ni de allá. No pertenecía al mundo de los cultos e intelectuales ni a lo comercial.

___¿Cómo logró ese montaje?

___Terminé haciéndolo en lo que entonces se llamaba el Teatro Principal, en la calle de Puebla, en la colonia Roma, que había sido la primera Sala Chopin y se convirtió en escenario de puestas como Las ficheras y todo aquel teatro que llegó a tener muy exitosas temporadas. Hacer ahí una obra de Caryll Churchill que dirigió Julio Castillo, que era un gran amigo mío, con escenografía de Alejandro Luna, también de unos niveles artísticos insospechados, hoy no sé si fue audacia o inconsciencia.

___¿Qué le motivó a dejar la actuación para sólo producir?

___Como soy Virgo, soy perfeccionista. Quería actuar perfectamente, producir perfectamente y vivía muy estresado. Pensé que hay más actores que productores y me decidí por la producción. Como actor, tengo una anécdota muy divertida, yo ya había dejado de actuar y un día me llama la India María, que era amiga mía, para decirme que en plena filmación le había fallado un actor y que necesitaba a alguien muy de mi tipo. ¡Y soy más famoso por esa escena que por toda mi carrera de teatro! La película era
Se equivocó la cigüeña.

___¿Estaba listo para el éxito como productor?

___Nunca se está listo. Te vuelves muy desconfiado en esta profesión, es muy inestable, muy difícil. Estoy empezando a practicar ejercicio con una pelota bosu, con la que tienes que guardar el equilibrio, y encontré una analogía; eso es producir teatro, equilibrar, siempre algo puede salir mal porque el teatro es en vivo.

___¿Ese equilibrio le ha preparado para enfrentar los problemas de la realidad?

___No, porque la realidad siempre supera a la fantasía, desgraciadamente. Yo he tenido una vida familiar muy difícil, con muchas enfermedades y tragedias, para eso nunca estás bien preparado.

___¿Cómo fue la llegada de su familia a este país?

___Mi padre fue sobreviviente del campo de Auschwitz, llegó solo. A los 26 años perdió a toda su familia. Aquí conoció a mi madre, que es judío-mexicana, de padre ruso. Creció en La Lagunilla. Este mito de que todos los judíos son ricos es una tontería, mi madre era de una familia muy humilde, mis abuelos maternos llegaron a México con lo que traían puesto. Mis papás tuvieron cinco hijos y yo perdí a mi hermana cuando tenía 28 años, a causa de un cáncer de huesos; ¿quién te prepara para algo así?

___Pero la función tiene que continuar...

___Sí, no importa si estoy bien, mal, regular o peor. El teatro es comunicación, por eso nunca va a morir, porque ninguna tecnología puede sustituir el contacto humano directo. Es un acto de comunión en el que vamos a un lugar llamado teatro, pagamos por entrar, nos sentamos en una butaca, todos sabemos que lo que está pasando en el escenario es una representación y, sin embargo, estamos intercambiando una energía. Eso es lo que busco, que nos llevemos algo espectadores y teatreros. Lo que se llama trascender.

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