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Mono Blanco tiene festejo histórico

'El Pájaro Cú', 'El cascabel' y el 'Son del viento' fueron algunas de las piezas de Mono Blanco que los asistentes al Palacio de Bellas Artes pudieron disfrutar con motivo del aniversario 40 del conjunto.

La celebración por los 40 años de Mono Blanco, en el Palacio de Bellas Artes, congregó según cifras oficiales, a mil doscientas personas. Fue un concierto histórico y emotivo en la Sala Principal.

Tres poetas del Sotavento hilaron a lo largo de dos horas exactas, un vaivén de contenido poético y rememoraron la vida de este grupo, pilar del Son Jarocho y de la cultura tradicional mexicana:

Yo conocí al Mono Blanco
en la selva zapatista,
cuando el pueblo y los artistas
hicimos un solo flanco,
para curar el espanto
de la guerra con el son.
De ahí se que mi tradición,
mi cultura y mi conciencia
son cantos de resistencia,
de justicia y rebelión.


Eso dijo Fernando Guadarrama, la noche del 30 de octubre, justo antes de que la Orquesta Filarmónica de la CDMX, dirigida por el gran Arturo Márquez, ejecutara una batería de cinco sones jarochos, con el grupo Mono Blanco al frente.

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Los chiles verdes, la Guacamaya, el Pájaro Cú, el Cascabel y el Son del Viento, este último de la autoría de Gilberto Gutiérrez Silva, fundador y director del grupo, conformaron el programa del primer acto, en el que el maestro Márquez hizo vibrar a los músicos de la Filarmónica de la CDMX quienes contagiaron de energía a los asistentes a la sala.

En la segunda parte, la alineación base de Mono Blanco con Gilberto Gutiérrez Silva, Octavio Vega, Gisela Farías, Juan Campechano, Iván Fernández Farías y Juan Francisco Galván, reforzados por el destacado arpista Celso Duarte y Rodrigo Díaz en el violonchelo, con intervenciones en el zapateado de Mario Cruz Zequeda y Miriam Machucho, hicieron el deleite del público interpretando algunos sones que forman parte ya, del repertorio fandanguero. Se pudieron escuchar dos estrenos, Mar de amor y Soledad.

Posteriormente, para interpretar el son de la Morena, se invitó al escenario al guitarrero de 87 años don Andrés Vega Delfín, Premio Nacional de Artes y Ciencias, ovacionado cariñosamente por el público.

El concierto continuaría con Malhaya y después, para presentar al Ballet Folklórico de México quienes bailaron el Chuchumbé, el poeta Samuel Aguilera a modo de acto chamánico ejecutó una suerte de performance histriónico-poético con el que embrujó al público:

Don Juan y doña Isabela
de España y de Portugal;
reparto, bula papal
pimienta, clavo y canela.
!Que arcabuz, que carabela!
ébano vivo y betún
látigo y plomo: pún pún.
Y entre de golpe y lamento
aquí está su cargamento
del Congo y del Camerún.

Tam-tam, pumpúm
shak-shak, tun tún
Chaschás, tzun tzun
y entre tantas travesías
entraron Gitanerías:
!Virgen del Carmen, Ogún!
Tacatataca tuntún
bamba, fandango, bembé
azúcar, caña y café
en Veracruz y en La Habana
y entre pandero y jarana
el ritmo del Chuchumbé!

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El concierto cerró con la Bamba, en donde fue invitado el Cuarteto de Saxofones Anacrúsax, quienes magistralmente se fusionaron con los Monos para llegar al clímax de este suceso.

Para concluir, Mauro Domínguez, oriundo de Loma Bonita, Oaxaca, de pie y al centro del proscenio del Palacio de Bellas Artes, diría una décima lapidaria, dirigida a la comunidad sonera del mundo:

El Mono Blanco ha podido
el fandango rescatar
y al son jarocho engarzar
cómo un eslabón perdido.
Sin renovarme el oído
en armonía evoluciono
pues Mono Blanco, su abono
le colocó en la simiente
por eso, musicalmente,
si descendemos del Mono.


¡Larga vida al Mono Blanco y su legado al son jarocho!

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