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México mendiga la pelota

Los hombres de Miguel Herrera salieron errantes en su primer partido de la Copa América 2015 frente a la Selección de Bolivia. El de esta noche en Viña del Mar fue un juego de torpezas. 

Bolivia ha puesto en evidencia las tacañas formas de la dialéctica mexicana que prefiere salir al Cono Sur con fachas y ponerse la ropa de domingo para el oropel de la Concacaf. El cuadro de Miguel Herrera saltó al césped con evidentes carencias de orden, sistema y postura. Delegó en el rival la responsabilidad del duelo. Enredado, maltrecho y opaco, no atinó a poner en el pie las ideas del vestuario; seguramente ingenuas. El empate, resuelto por la apatía boliviana en la segunda parte, sirve como testimonio de 90 minutos de tedio en los que el tiempo fue un lerdo balón sobre la media cancha.

Si bien Corona (al que mal llaman Tecatito) y Aquino dieron maquillaje en la parte final del encuentro (con el rimel de Montes casi a la prisa), el rostro de la Selección Nacional es un mapa de cicatrices y desencuentros. Sólo hasta la parte final, cuando los bolivianos ya eran el rescoldo del desgaste, logró juntarse y elaborar llegadas con intención de gol. Vousso, sombra entre sombras, no tuvo la categoría para terminar ninguna ofensiva, rara forma de llamar a un ensayo de embate. Bolivia, siempre con poco, pudo encajar la primera pelotita en el área, pero su falta de pericia ante el arco valió una disputa de apatías en el Sauzalito de Viña del Mar.

Herrera se parece al pequeño Larousse: cuando tiene que elegir la palabra correcta, siempre elige la peor. En amparo al comercio, juntó una formación escuálida y desproporcionada. Medina es el mejor ejemplo del desbarajuste. Con ímpetu, ánimo y ganas durante toda su estancia en el campo de juego ventiló su medianía cuando el arco solicitaba grandeza. Y así la lista puede incluir a casi todo el medio campo y a la zaga, carente de ubicación y, al final, del capitán Márquez.

Ha quedado claro que Bolivia es el rival más débil del grupo; pero México no vende piñas. Chile, el lunes, pondrá en exigencia mayor a un visitante que llega a la fiesta con sueño y pidiendo la cobija. Herrera, siempre presa de sus miedos, tiene en Corona, Aquino y Montes a tres espadachines con cierto garbo para el compromiso; pero este juego, hasta donde se sabe, se juega con once y en conjunto. No hubo equipo esta noche en Chile; hubo una cascarita con desplantes de estadio y de tribuna.

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