After Office

Los Patita de Perro: el rock también prende a los niños


 
Juan José Flores Nava
 

¡Hay que ver nada más cómo se prende la banda! Nacho, Charly y Pancho están sobre el escenario dándole duro a la guitarra, a la batería, al bajo -rocanroleándole, pues-; frente a ellos, la banda brinca frenética, aplaude, grita, exige, llora, se retuerce... Bueno, no falta incluso el que se vomita. Porque en una tocada de Los Patita de Perro nadie va a aburrirse.
 
Eso lo sabe cualquiera que haya estado al menos una vez ahí, acompañando a Nacho, Charly y Pancho, Los Pata, en uno de sus conciertos. Revestidos con nueva armadura -su disco más reciente intitulado Gracias (Fonarte Latino)-, Los Patita de Perro celebran hoy, 30 de abril, Día del Niño, 19 años de andar pisando tarimas para hacer que los pequeños reboten de alegría con su música, se vuelvan por unos momentos irreverentemente gozosos y, de paso, como que no quiere la cosa, agarren un poquito de conciencia sobre su entorno.
 
Lo mejor de todo es que en esta actitud no hay pose. "Así somos por naturaleza", nos dice Nacho Pata, guita- rrista, vocalista y autor no nada más de la mayor parte de las canciones que canta este grupo de rock para niños, sino también del libro Cuentos pulgosos y el poemario de reciente publicación Mi mamá es azul.
 
-Nacho, ustedes afirman que hacen música cuestionante. ¿Qué significa esto?
-Todo artista que se considere como tal debe de intentar romper algunos parámetros establecidos. La música para niños sigue estando muy encasillada en temas de color de rosa. Está bien, tiene su función. Pero los niños son muy inteligentes y pueden asimilar otros temas. Nosotros lo que hacemos es atrevernos a romper con los estereotipos y les hablamos de asuntos que consideramos importantes. Porque la música no debe ser sólo para divertirse o enamorarse, como le hacen creer a los niños, sino para que ellos vean también su cotidianidad.
 
Así que mientras a la (ya ni tan) pequeña Danna Paola los empresarios de la televisión la ponen a cantar, y con ella a miles de niños en México, "hazme un mundo de caramelo/ llena el aire con algodón..."; y mientra Tatiana exhibe pierna para los padres y le habla a los pequeños de un "calendario de amor/ juntos todo el año tú y yo"; ellos, Los Pata, se burlan de los poderosos; atacan la basura con la que los niños se enferman a diario en México: cocacola, papitas, chetos, submarinos, gansitos; insultan al policía corrupto y extorsionador cada vez que cantan uno de sus mayores éxitos: "Motoperros"; o piden respeto para aquellos niños que, como el protagonista de la canción "Luis Gerardo", sienten de manera distinta a la mayoría.
 
-¿Se ha vuelto más radical al componer? -le preguntamos a Nacho Pata.
-Radical no es la palabra que usaría para el nuevo disco Gracias. Más bien yo creo que éste es un disco menos combativo que otros, pero más intimista. Es decir, mira más lo que pasa hacia adentro de las personas y no hacia afuera. Sin embargo, en efecto, no son temas fáciles de tratar: el abandono de los niños, la homosexualidad, la soledad de la mujer frente al mundo y su lucha por sacar adelante a su familia. Pero tampoco por ello dejamos de lado temas desmadrosones o chuscos como "40 y 20", igual que antes hicimos "Corazón de coca", "Las mañanas patunas" o "Ponpín". Los temas que tratamos son universales. Tienen que ver con los niños del mundo en general. Son temas que a la gente le interesan.
 
Aun así, Los Pata se han llevado una que otra sorpresa desagradable. Como aquella ocasión en que durante un concierto en el Centro Nacional de las Artes, en la Ciudad de México, a media actuación simplemente les desconectaron los equipos, apagaron las luces y los echaron a la calle porque una autoridad de pensamiento medieval se asustó con las letras del grupo y el frenesí en que habían caído los niños. Anécdotas así, de gente que se asusta por lo que cantan, hay varias. Les acaba de pasar en Guanajuato. Después del concierto, uno de los organizadores se les acercó para reclamarles el que hubieran cantando una rola con, así lo dijo, "palabras altisonantes".
 
 
 
 
 
-Y todo por haber interpretado la canción "Pipí. popó, caca". Jajaja. ¡Es increíble! Cuando le pregunté, alarmado, qué palabras altisonantes habíamos dicho, me respondió que "popó". ¿Lo puedes creer?
 
-¿Por qué es tan importante para ustedes interactuar con los niños durante los conciertos? Los he visto y no son como Luis Pescetti, que mientras cuenta sus chistes e interpreta sus canciones anda pensando en quién sabe qué cosa, mirando a todos lados menos a los niños que tiene enfrente.
 
-Para nosotros es básico tomarlos en cuenta, mirarlos a los ojos, hablarles directamente a ellos. Charly, Pancho y yo sabemos que la labor de un artista escénico es enamorar al público, sin importar las condiciones en las que estés tocando. No sólo por un asunto básico de respeto hacia ellos, hacia los niños y sus papás, sino por un asunto práctico: tú no sabes qué va a pasar en el futuro con ese niño. A lo mejor va a tener un puesto de decisión importante y si llega con buenas bases musicales e ideológicas va a ser muy diferente a cualquier burro que pueda estar al frente de un país. Es curioso que a pesar de que casi no tenemos exposición mediática la gente nos sigue mucho y es muy agradecida con nosotros. Es muy raro que salgamos en la tele o en la radio, por nuestras mismas letras y nuestra postura. En Televisa estamos súper vetados. Nos lo han dicho. El mismo Víctor Trujillo nos dijo una vez que quería invitarnos a su programa, pero que no podía porque estábamos en una lista negra. A pesar de eso tenemos un gran séquito de seguidores fieles y de hueso colorado.
 
En estos 19 años de andar tocando por México y el mundo, Los Patita de Perro han reunido cientos de anécdotas. Una vez, por ejemplo, estaban tocando en un parque del Distrito Federal cuando de repente una señora empezó a agitarse con severidad. Nacho, que la veía desde el escenario, pensó: "¡Guau, qué prendida está esa señora con nuestra música!" Así que siguió tocando con más entusiasmo. Poco después tuvieron que suspender todo: la señora sufría un ataque epiléptico.
 
-O aquella vez -recuerda Nacho- cuando en Estados Unidos tocábamos para un grupo de niños al que las autoridades les había dado tapones para los oídos y les había prohibido brincar durante el concierto. Pues más tardaron en dárselos que ellos en quitárselos. Al rato no sólo estaban brincando sino hasta trepados en el esce- nario. En una de esas, uno de los chavitos que brincaba a mi lado, con tanta agitación se vomitó. Pero siguió feliz saltando sobre su vómito. Pancho y yo teníamos los zapatos salpicados, pero jamás dejamos de tocar.
 
-El año pasado cumplieron 18 años como grupo, ¿sienten que ya alcanzaron la mayoría de edad en lo musical?
 
-Es relativo. Nunca la terminas de alcanzar como tal. Cuando terminamos Contraatacan pensé que ya estábamos en la etapa máxima. Pero no. Lo que sí puedo afirmar es que el nuevo disco, Gracias, es el más evolucionado musicalmente. Quién sabe cómo venga lo que sigue. Pero estamos preparando ya algo para el vigésimo aniversario. No sé qué saldrá. Depende el estado de ánimo en que estemos. Para nosotros, hacer música siempre ha sido un experimento que no sabemos a dónde nos va a llevar.
 
Información proporcionada por El Financiero Diario.
 
 
 

También lee: