After Office

Los lentes que te permiten hacer lo mismo que un smartphone

Un nuevo dispositivo ha llegado al peleado mercado de la tecnología. Esta vez es Google quien toma la delantera con sus Google Glass, los cuales permiten tomar fotografías, videos y realizar llamadas. 

Con la forma de una torcida diadema para el cabello, los Google Glass son una modesta pieza de tecnología cuando uno los sostiene en las manos. Al probar su flexibilidad, se siente casi como si uno los fuera a romper. Sin embargo, al colocárselos, es otra historia.

Una vez que uno lo hace, estos anteojos conectados a internet adquieren vida propia. Uno se convierte en "La persona que está usando Google Glass y en todas las suposiciones que conlleva su posesión, respecto a la riqueza de uno, descortesía o curiosidad.

Ese es el destino de los primeros usuarios de nueva tecnología, como lo fue el Walkman de Sony, el primer iPod con sus llamativos audífonos blancos, o el motopatín Segway. Google llama "exploradores" a quienes usan sus Glass, porque el dispositivo no está disponible aún para todo el público.

Los Google Glass cuestan mil 500 dólares, un precio que es poco atractivo para quien no tenga un alto poder adquisitivo. 

En el festival tecnológico realizado esta semana en Austin, conté menos de una decena de personas utilizándolo, incluido el bloguero especializado en tecnología Robert Scoble, quien sin timidez alguna colocó en su blog fotos de sí mismo en la ducha usando sus Google Glass.

Google, al igual que la mayoría de las compañías tecnológicas exitosas, soñadores e inventores, gusta de tomarse su tiempo con las cosas. A algunos de sus proyectos más estrambóticos los llama "lanzamientos a la Luna". Entre estos, además de los Google Glass, se encuentra el automóvil sin conductor, globos aerostáticos que proveen servicio de internet en áreas remotas del mundo y lentes de contacto que monitorean la glucosa en los diabéticos.

Sin embargo, existe un riesgo inherente en los lanzamientos a la Luna: ¿Qué pasa si nunca se llega a la Luna? Dentro de 10 años podríamos estar echando una mirada atrás a Google Glass considerándolos como uno de esos puentes de corta vida que nos llevan de un gran adelanto tecnológico al siguiente, justo como los buscapersonas, reproductores MP3 y asistentes digitales personales abrieron camino a la era de los teléfonos inteligentes.

En su actual versión inicial, los Google Glass se sienten voluminosos en mi cara y cuando me veo en el espejo observo  a un tipo extraño con forma futurista.

Usándolos en el tren subterráneo mientras un indigente atraviesa el vagón pidiendo dinero, me hace sentir como si trajera puesta una tiara de diamantes. Me hundí en el asiento mientras él pasaba. Si Google tiene la intención de que sea atractivo a las multitudes, las versiones siguientes de Glass deben ser mucho más pequeñas y menos llamativas.

Aunque nadie sabe con certeza dónde nos conducirán los dispositivos que se pueden llevar puestos, Rodrigo Martínez, jefe estratega de ciencias de la vida de la compañía de diseño del Valle del Silicio IDEO, tiene algunas ideas. "La razón por la que estamos hablando de dispositivos para llevar puestos es porque todavía no estamos en la etapa de implantables", afirmó. 

Olvidémonos de implantes, ni siquiera estoy segura de estar preparada para Google Glass.

Con los lentes puestos por primera vez, salí de la sala de exhibición de Google en Manhattan la tarde de un viernes reciente con una percepción de incomodidad. Me invadía una ola de preguntas: ¿Por qué me están mirando todos? ¿Debería mirarlos yo? ¿Debí haber escogido los de color naranja en lugar de los de color carbón?

Perfectamente, los Google Glass nos permiten realizar muchas de las cosas que ahora hacemos con nuestros teléfonos inteligentes, como tomar fotos, leer encabezados de noticias o hablar con nuestra mamá el domingo por la tarde, sin utilizar las manos, pero viene con un poco de carga.

Los Google Glass se sienten más pesados cuando estoy en público o en un grupo en el que soy la única persona que los porta. Si pienso mucho en ello, me ruborizo de vergüenza.

Un amigo me describió el aparato como "La Letra Escarlata de la tecnología". La respuesta más frecuente que obtengo de mi esposo cuando trato de colocarme los Google Glass en su presencia es "por favor quítate eso"; éste es el mismo esposo que me alentó a comprar un suéter cubierto de imágenes de gatos con ojos protuberantes.

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