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Los Fabulosos Cadillacs... un carnaval político

Leales al modelo ético de sus ídolos británicos The Clash, la banda argentina adoptó una postura crítica hacia formas conservadoras de gobierno. Los Cadillacs expresaron su descontento contra las dictaduras latinoamericanas, aunque éstas ya no existieran.

Cuando los militares abandonaron la Casa Rosada en diciembre de 1983, dos muchachos lo celebraron en el underground de Buenos Aires con cerveza y mucho The Clash. Pese a la Guerra de las Malvinas, no despreciaban la cultura británica, la admiraban. El tango, aunque no les desagradaba, les parecía más cercano a Eva Perón que a la nueva alternativa política que se presentaba ante sus ojos. La democracia había llegado a Argentina. Y estos dos chicos porteños estaban a punto de convertirse en Los Fabulosos Cadillacs.

Sus nombres eran Gabriel Julio Fernández Capello (Vicentico) y Flavio Cianciarulo. Ambos criados en barrios de clase media bajo el nacionalismo cristiano de Juan Carlos Onganía, tenían un sueño en común: una Argentina libre y republicana tras casi 20 años de dictadura militar.

Mientras el general Reynaldo Bignone se disponía a abandonar el poder y así cerrar uno de los episodios más negros en la historia de Argentina, estos adolescentes estaban listos para tocar el nuevo carnaval político de América Latina.

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EMBLEMA DE PROTESTA
En los 90 la agrupación adquirió una gran popularidad en el continente, sobre todo en Chile, donde 'Mal Bicho' asumió el papel de himno de protesta contra Augusto Pinochet, quien acababa de dejar la presidencia de su país, recuerda el crítico musical Marcelo Contreras en el diario La Tercera.

El 28 de octubre de 1995 los Cadillacs hicieron que el Teatro Caupolicán de Santiago se convirtiera en un volcán de consignas contra el dictador chileno, quien, ahora se sabe, provocó 40 mil violaciones a los derechos humanos durante su régimen (1974-1990), entre desapariciones forzadas, torturas, encarcelamientos y asesinatos, según organismos como la Comisión de Verdad y Reconciliación.

El enojo de la juventud chilena era visible. Sobre todo porque meses antes las televisoras habían censurado el videoclip de 'Mal Bicho', en el cual Pinochet comparte cuadro con Adolfo Hitler (Alemania), Benito Mussolini (Italia), Vladimir Lenin (Rusia), Saddam Hussein (Irak) y Jorge Videla (Argentina).

"Hablar de 'Matador' también es hablar de un tema postdictatorial: los prisioneros políticos, los desaparecidos y Víctor Jara (icono de la canción de protesta latinoamericana que fue asesinado en 1973 por las fuerzas de Pinochet)", de acuerdo con Música y clandestinidad en la dictadura, una investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Los Cadillacs expresaron su descontento contra las dictaduras latinoamericanas, aunque éstas ya no existieran o fueran de salida. En 1992, para recordar a los miles de perseguidos en todo el continente, hicieron un cover de 'Desapariciones', con la letra original de Rubén Blades.

"Hicieron crítica social sin ser panfletarios. No olvidemos que en sus letras hay una vena literaria importante, sobre todo en el trabajo de Flavio, cuyas canciones nos acercan a personajes que jamás existieron (como Manuel Santillán o 'El Matador') para denunciar los crímenes que se cometieron en Latinoamérica durante las dictaduras", señala el periodista mexicano de rock Enrique Blanc.

En Bolivia también hubo repercusiones. A principios de los 2000, cuando el dictador Hugo Banzer dijo que tenía la "consciencia tranquila" pese a haber provocado el exilio de 20 mil personas y la muerte de otras 200, organismos civiles de ese país –como la ASOFAMD– se pusieron de acuerdo para que algunos medios de comunicación transmitieran 'Mal Bicho' con dedicatoria especial al exmandatario. También le dedicaron Los Dinosaurios, de Charly García, de acuerdo con el libro El dictador elegido (2001), de Martín Sivak.

CONTRADICCIONES DE CLASE
"Los Fabulosos Cadillacs representan el ascenso de la clase media de Buenos Aires después de la dictadura. Cuando ellos aparecieron, los jóvenes argentinos comenzaron a tener posibilidades de viajar y de consumir nuevos productos culturales, nueva música y nuevas ideas", asegura en entrevista el periodista argentino Fernando García, autor del libro Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento (Jus).

"Si bien nunca fueron una banda radical siempre tuvieron bien identificado a su enemigo: la derecha fascista. Fueron un fiel reflejo de la clase media con todas sus aspiraciones y contradicciones", explica.

Leales al modelo ético de sus ídolos The Clash –grupo comprometido con las luchas sociales de la comunidad afroamericana en Inglaterra– los Cadillacs adoptaron una postura crítica hacia las formas conservadoras de gobierno, observa Blanc.

En poco tiempo la banda asumió el estandarte de Ernesto Guevara en sus conciertos e incluso le dedicaron Gallo Rojo, pese a que El Comandante había simpatizado con otra dictadura: la de Fidel Castro en Cuba. Como buenos clase medieros, dice García, "a veces quisieron ser más izquierdistas de lo que verdaderamente eran".

El caso emblemático de esa contradicción ocurrió en 1987, cuando decidieron no asistir a la conferencia de prensa del festival La JR va con vos, organizado por la Juventud Radical Argentina de la mano del gobierno del presidente Raúl Alfonsín, quien días antes había eximido a decenas de militares que habían cometido crímenes durante la dictadura. Vicentico dijo: "jamás me sentaría en la misma mesa que esa gente". El hecho le serviría como pretexto para componer, meses después, Yo no me sentaría en tu mesa. El desacuerdo se quedó en palabras; al final aceptaron tocar en el festival.

Hoy el grupo promueve su más reciente álbum, La salvación de Solo y Juan (2016), que llevaba guardado en el cajón casi dos décadas. Parecen lejanos aquellos años de protesta, pero los Cadillacs siguen llenando estadios con su inagotable relato de América Latina.

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ENCUENTRO FABULOSO: SABATO Y LOS CADILLACS
cruce temporalLas conexiones entre rock y literatura no son cosa nueva: The Doors y William Blake; Led Zeppelin y Aleister Crowley; Pink Floyd y George Orwell. En Latinoamérica, aunque tarde, sucedió algo similar con Los Fabulosos Cadillacs y Ernesto Sabato, dos relatos sobre la dictadura militar argentina que dejó 30 mil desaparecidos y 7 mil muertos, según cifras del propio gobierno de ese país. Ambos denunciaron al régimen de distintas maneras.

Mientras el autor de El Túnel presidía la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de 1983 a 1984, convirtiéndose así en la voz oficial de los intelectuales contra los crímenes de Videla, Vicentico y Flavio gestaban el nacimiento de los Cadillacs, quienes inspirados en Sobre héroes y tumbas, los músicos dedicaron a Sabato una canción de su álbum Fabulosos Calavera (1997). Lo conocieron ese mismo año, a petición del propio escritor, a quien, por cierto, nunca le gustó mucho el rock.

Ernesto Sabato, sin embargo, fue un pensador polémico. En su momento se refirió a Videla como "un hombre culto, modesto e inteligente". A los Cadillacs no pareció importarles mucho.

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