After Office

Las redes sociales son nocivas para los ciudadanos chinos

Zeng Quingjun, vicepresidente de la National Broadcast Network Company, está seguro de que Netflix nunca entrará a China, como tampoco lo harán YouTube, Facebook, Twitter o Google, ya que para los cuales -dice- existen alternativas similares.

Determinado a atravesar los nubarrones financieros, el dragón chino continúa extendiendo sus alas hacia el mundo con una marcha acelerada: en esta ciudad, que en 2022 será la primera en alojar unos Juegos Olímpicos de invierno sin poseer nieve natural, se celebró el Campeonato Mundial de Atletismo con representantes de 207 países.

Al mismo tiempo, expositores de Asia y Europa se dieron cita durante cuatro días en el Fórum Internacional BIRTV, una de las más grandes exposiciones del mundo sobre avances tecnológicos para la producción en medios de comunicación, sector que un país de aspiraciones imperiales considera estratégico tanto por su capacidad de influencia en el interior, como para impulsar su proyección fuera de sus fronteras.

Tanta importancia le da el gobierno chino al desarrollo mediático que, entre otros programas, el Ministerio de Comercio está invitando a grupos especialistas de otros países para intercambiar visiones de negocio. Pero sobre todo para mostrar el estado de una industria que considera fundamental para fortalecer la presencia cultural de China en el exterior. La visita más reciente, organizada por el Instituto de Investigación y Capacitación de la SARFT (State Administration of Press Publication, Radio, Film and TV, el órgano gubernamental que regula la prensa, publicaciones, radio, cine y televisión), trajo a 17 profesionales de nueve países "en desarrollo" de América y África.

"Los medios son los embajadores de los intercambios culturales", puntualiza durante este encuentro de profesionales Lu Songshan, presidente del Instituto de Investigación y Capacitación de la SARFT.

"Pero China aún no es un gigante de los medios", reconoce Yan Chengsheng, subdirector general del departamento de Comunicación y Cooperación Internacional de la SARFT. "Comparado con los países desarrollados, todavía existe una brecha".

Hay avances, sin embargo. Aquí la televisión tiene una cobertura del 98 por ciento y sus servicios son gratuitos, incluso los satelitales, para los cuales hay 50 millones de antenas en el país. Los chinos pagan por las transmisiones por cable el equivalente a tres dólares al mes, una tarifa tan accesible que mantiene fieles a alrededor de 200 millones de suscriptores, de acuerdo con Zeng Quingjun, vicepresidente de la National Broadcast Network Company.

Además, China ocupa el tercer sitio mundial en producción de películas -618 el año pasado-, y el segundo en ingresos por esa actividad, detalla Chengsheng: en 2014, la industria fílmica recuperó por taquilla el equivalente a 500 mil millones de dólares.

El desafío digital
Pero en una época en la que los niños no se interesan como antes en los medios tradicionales, los chinos se hacen la misma pregunta que el resto del mundo ante la revolución digital.

"¿Cómo enfrentarnos al reto que plantean las nuevas exigencias, y cómo pueden éstas ponerse al día?", se cuestiona Quingjun. Y se responde: "Lo que sí podemos afirmar es que todo apunta a la convergencia". Crear multiplataformas que ofrezcan alternativas para los diversos perfiles de usuarios y que remitan a su público del medio tradicional a contenidos digitales en web, aplicaciones móviles o redes sociales. Y viceversa.

Pero aquí esa tendencia mundial se limitará a reproducirse en medios locales. Como chino, el vicepresidente se dice seguro de que Netflix, por ejemplo, nunca entrará al país, como tampoco lo harán YouTube, Facebook, Twitter o Google -para los cuales existen alternativas similares-, aunque el gobierno sí utilice estos medios para difundir contenidos de su interés, como lo hace en Siente China, cuenta de contenidos culturales de reciente creación en el Facebook mexicano.

"Hay que entender que China posee una cultura muy especial", explica Quingjun. "El gobierno era y sigue siendo el maestro moral, el juez y el jefe supremo. En ese sentido, pensamos que YouTube, Facebook, no son buenos para los ciudadanos chinos; al gobierno no le gusta este servicio en China", argumenta el especialista, y admite lo paradójico que puede resultar para un extranjero que visita el país durante una celebración de carácter mundial, verse imposibilitado para acceder a las redes más utilizadas del planeta.

Pero la paradoja es sólo para el que viene de fuera. En China, no tener acceso a Facebook ni a Twitter, a Gmail ni al buscador de Google es otra forma de experimentar, hoy, la muralla.

También lee: