After Office

Las caras de la medalla, la muerte en Hollywood

Este año fue de luto para la industria cinematográfica más importante del planeta. Los actores Robin Williams y Philip Seymour Hoffman fallecieron en condiciones lamentables. Hasta la Casa Blanca se conmocionó. 

Compartieron algo más que el codiciado Oscar, Hollywood les quedó corto para desarrollar todo su talento. Uno desde la comedia; el otro en el drama. Ambos dejaron profunda huella en el mundo cinematográfico.
La absurda muerte de los actores Robin Williams y Philip Seymour Hoffman causó consternación mundial. El deceso del encantador profesor John Keating, que despabilaba a jóvenes del exclusivo Colegio Welton en La sociedad de los poetas muertos, cimbró hasta la Casa Blanca.

"Llegó a nuestras vidas como un extraño pero terminó tocando cada elemento del espíritu humano. Nos hizo reír. Nos hizo llorar. Entregó su inconmensurable talento a quienes más lo necesitaban, desde nuestras tropas en el extranjero a los marginados en nuestras calles", expresó en un comunicado la familia presidencial encabezada por Barack Obama, el 11 de agosto, horas después de que la policía del condado de Marin (California) confirmara el fallecimiento del actor de 63 años.

La trágica muerte de Williams fue la noticia más buscada en Google en 2014, anunció su vicepresidente Amit Singhal. Tal fue la influencia de Robin Williams que millones de internautas también indagaron lo relacionado con las causas que lo llevaron a su muerte: la depresión que lo condujo a suicidarse con su propio cinturón poco después de que le confirmaran que padecía la terrible enfermedad de Parkinson.

El genio, que prestó su voz para Aladdin (1992), cautivó en su rol aventurero de Alan Parrish (Jumanji, 1995) e hizo honor a Patch Adams (1998), ganó reconocimiento gracias a su papel dramático en Good Will Hunting (1997) que le valió el Oscar.

Williams inició su carrera dando vida al escritor T S Garp en la adaptación al cine de la novela de John Irving (World according to Garp, 1982). El mundo literario también forjó otra gran estrella, Philip Seymour Hoffman, quien tuvo una corta y brillante carrera que tuvo su punto más alto con su rol protagónico del escritor Truman Capote.

Al igual que Williams, Seymour Hoffman tuvo un trágico desenlace por no poder superar la depresión. Trabajó con grandes directores, pero su asociación con el innovador Paul Thomas Anderson lo elevó al firmamento. Sus actuaciones en Boogie Nights (1997) y Magnolia (1999) fueron impactantes.

Pero fue su magistral interpretación de Truman Capote (2005) la que finalmente le permitió ganar el Globo de Oro y el Óscar. Dar vida al creador de la escalofriante A Sangre Fría le cambió la vida, pero al igual que Perry y Dick, los siniestros asesinos de la familia Clutter, su fin llegó pronto, tan sólo tenía 46 años cuando pereció por una sobredosis de medicamentos.

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