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La liberación y el final de la esperanza

Juan Villoro habla sobre cómo la caída del Muro de Berlín influyó en las letras alemanas. Víctima del espionaje de la Stasi (el ministerio de seguridad de la RDA), el escritor mexicano afirma que la caída de 'La Pared' significó el fin de una esperanza.

Se le entrevista como testigo de ringside en el combate del siglo, Este-Oeste. Fue agregado cultural en la República Democrática Alemana (RDA) a principios de los 80, cuando el mundo sufría de bipolaridad. Habla sin darle la espalda al tiempo y a sus escombros.

___¿De qué manera afectó la caída de El Muro de Berlín a la narrativa alemana?

___Los escritores de la RDA eran expertos en decir las cosas entre líneas. Desde su título, una novela como El cielo dividido, de Christa Wolf, operaba como una metáfora de la ciudad dividida. Lo mismo se puede decir de La construcción, obra de teatro de Heiner Müller que capta de manera simbólica lo que significa El Muro y su encierro. Con la nueva libertad, la narrativa de Alemania Oriental perdió fuerza alusiva, pero ganó en ironía y energía paródica. En Héroes como nosotros, Thomas Brussig narra la vida de unos chambones que, sin embargo, creen haber tirado el muro empujando la pared con su erección. Uno de los más interesantes autores surgidos de ese entorno, el cuentista Ingo Schulze, me dijo una vez que lo que más extrañaba de la RDA era la fuerza política que tenía el teatro. Ahora que no hay que entender las cosas entre líneas, se puede decir todo, pero eso tiene menos fuerza. Philip Roth resumió esta situación en una frase: "En el capitalismo todo funciona y nada importa; en el socialismo, nada funciona y todo importa".

___ ¿Cómo se alteró la vida de los grandes escritores del Este, como Christa Wolf, con la reunificación alemana?

___Le costó trabajo adaptarse a la nueva circunstancia. Hizo un tardío mea culpa por haber vivido en una sociedad totalitaria y fue muy criticada por ello. Como hombre de teatro, Müller era un polemista natural y se entendió mejor con eso. Fui bastante amigo de Fritz Rudolf Fries, traductor de Rayuela y muy buen novelista. Nunca aceptó el realismo socialista, era muy cosmopolita y publicaba fundamentalmente en Alemania Occidental. Pues bien, cuando cayó El Muro se supo que había sido espía de la Stasi. En mi expediente encontré informes suyos sobre mí. Lo peculiar es que al mismo tiempo escribió una nota estupenda sobre mi novela El disparo de argón. Por un lado, actuaba como espía; por otro como crítico. No fue el único caso de esquizofrenia social.

___El cargo de conciencia por el nazismo, la separación y la última reconciliación con Europa parecen cargas fuertes en las letras alemanas actuales, ¿lo son?

___Alemania tiene una carga histórica muy fuerte. Fui jurado del premio de ensayo de la revista Lettre, con sede en Berlín, y el tema elegido para el certamen define a la perfección la circunstancia alemana: ¿puede el futuro liberarse del pasado? Para la mayoría de los países la memoria histórica no es un fardo. Un buen ejemplo al respecto es Günter Grass. Después de la caída de El Muro escribió un libro de textos políticos en los que defendía la existencia de dos alemanias y consideraba que asociarse con la Alemania rica pondría a la RDA en una situación de anexión. Luego escribió una parábola amarga sobre la ignorancia del pasado, Gritos de ranas, y siguió con el tema en Un campo extenso. Ahí analiza la absurda sociedad de la RDA, fundada en la vigilancia, y la dificultad de integrar una nación que no se base sólo en decretos burocráticos, sino en una épica de fundación. Esta mirada irónica y crítica se transformó en denuncia en Pelando la cebolla. Grass ya había recibido el Premio Nobel cuando admitió haber pertenecido voluntariamente a un comando de la SS. Su libro de memorias es espléndido, pero está lastrado por una decisión extraliteraria. ¿Por qué no habló antes del asunto? ¿Por qué lo hizo tan tarde? ¿Quiso escandalizar cuando ya era una voz establecida y tuvo miedo de hacerlo cuando eso le hubiera impedido aceptación, incluyendo el Nobel? Es un ejemplo de la convulsa manera de lidiar con la historia.

___¿De qué manera la literatura hurga en las entrañas de un país que vuelve a ser la voz cantante en la economía mundial?

___La literatura es la mala conciencia de las naciones. Alemania es una increíble fábrica de patentes y el Bayern Munich juega mejor que nunca. Pero las voces críticas se fijan en las fisuras del sistema. En un cuento, Ingo Schulze narra la historia de un hombre que tiene por primera vez un celular. El nuevo artefacto permite que sea localizado en todas partes. Se trata de una ventaja, pero también de algo terrible para quien viene de un país de delatores, donde uno de cada tres habitantes era "informante no oficial" de la Stasi, la Seguridad del Estado. Un vecino se le acerca y quiere hablar con él. Esto, que es perfectamente normal, se convierte en algo terrible para quien vivió en la sociedad retratada en la película La vida de los otros, donde un espía oye las conversaciones de una pareja. En la sociedad de consumo, un celular es una mercancía. En la buena literatura, puede ser el talismán para criticar una realidad.

___¿Qué pistas deben seguir los lectores para entender la trascendencia del derrumbe de La Pared, más allá del emblemático concierto de Pink Floyd?

___Fue el fin de una época y el fin de una ideología. Desde entonces, los partidos de izquierda optaron por una corrección de la sociedad de mercado, pero sin romper con ella. La pérdida de libertades individuales del socialismo europeo fue terrible y los movimientos comunistas y socialistas del mundo entero pagaron un elevado precio por ello. Por desgracia, la sociedad actual tampoco es muy alentadora, pues sólo le rinde pleitesía al dios del consumo. La caída del muro significó una liberación, pero también el fin de una esperanza.

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