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La censura santanista y los probos liberales

Los textos de Francisco Zarco pueden ser editoriales de mañana. Serían los liberales del siglo XIX los más fervientes defensores de la independencia de la prensa. Fueron ellos los más perseguidos por defender la pluma por pluma.

México ha pretendido la libertad desde mucho antes de ser independiente. Desde Guadalajara, 1810, con la abolición de la esclavitud, pasando por los Sentimientos de la Nación y por la primera Constitución, 1824, esa palabra sin sinónimo político ha dado vueltas entre los mexicanos. Siempre el empedrado camino sin final, sin felicidad y sin cumplimiento.

Serían los liberales del siglo XIX los más fervientes defensores de la independencia de la prensa. Fueron ellos los más perseguidos por defender la pluma por pluma, como dice el verso de Miguel Hernández. Paco Igancio Taibo II, en su primer tomo de Patria, rescata un texto de Francisco Zarco publicado como editorial en El Siglo XIX, el 4 de abril de 1852: "Ese júbilo y ese regocijo son fingidos; son el extravío y el delirio del dolor, o cuando más, la expresión vaga de una incierta esperanza". Pudo haber sido escrito ayer, la semana pasada, hace un mes.

Juan B. Lagarde, el policía y censor de Santa Anna, en un acto común hasta estos días, pasa a la redacción a recolectar todos los ejemplares de la edición. Poco después, insiste Taibo II, sucede lo que en el presente en el norte de México: el Siglo se retira del periodismo político (hoy puede ser sobre narcotráfico o delincuencia organizada).

Otra vez Zarco, perseguido por el régimen: "Desde hoy abandonamos todas las cuestiones políticas y administrativas, y no las tocaremos en abstracto. No creemos necesario explicar esta conducta, pues nuestros lectores saben comprender las razones que a seguirla nos obligan. Nuestro diario se limitará a dar artículos de literatura y variedades, a insertar con la mayor brevedad todos los documentos oficiales y a publicar noticias nacionales y extranjeras sin emitir opinión alguna, ni permitirnos ninguna clase de comentarios políticos".

Miguel Ángel Granados Chapa, nacido 89 años después de aquel editorial, escribe en Francisco Zarco. La Libertad de expresión: "Dos años enteros duró la terrible experiencia. El terror social que lesionaba al diarismo se había impuesto sobre la nación entera hasta hacerse insoportable".

Habrá que agregar una nota de pie de página al libro de la historia: en una gran parte de la nación el terror no se ha ido.

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