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La burocracia mina la labor académica

“La academia mexicana se ha acartonado", afirma el historiador Miguel Ángel Muñoz Palos, uno de los recopiladores más importantes de la obra de Gutierre Tibón, intelectual de origen italiano que nunca se conformó con estar detrás de un escritorio. 

Hoy más que nunca, México necesita investigadores sociales que, como Gutierre Tibón (1905-1999), exploren en las calles lo que no está en los libros, porque la academia se ha convertido en un organismo cerrado y a veces hasta anquilosado que no permite el desarrollo de proyectos si el interesado no cuenta con distinciones o estudios de posgrado, asegura el historiador Miguel Ángel Muñoz Palos, uno de los recopiladores más importantes de la obra de este pensador de origen italiano.

Lo más loable de Tibón –dice– es que muchas de sus investigaciones las realizó al margen de la academia, aunque ésta lo haya premiado con algunos reconocimientos, como su ingreso honorario a la Academia Mexicana de la Lengua, en 1987, o el Premio Internacional Alfonso Reyes, en 1988.

"Gutierre prefirió salir de su estudio, observar y, desde allí, generar conocimiento. Sus investigaciones sobre antropología y lingüística son empíricas. Algunas veces fue criticado, pero como dice Hugo Gutiérrez Vega: Tibón fue siempre un hombre con olfato renacentista, curioso del saber en el más amplio sentido de la palabra", cuenta Muñoz Palos, quien el 11 de abril presentará en Cuernavaca Gog y Magog. Aventuras lingüísticas, un libro que recopila las columnas más importantes que escribió Tibón en Excélsior durante cuatro décadas.

Asegura que si hoy vivieran intelectuales como Juan Rulfo, Octavio Paz o Juan José Arreola no podrían pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt por no tener un doctorado. Hace poco debatió sobre este tema con el también historiador Álvaro Matute. Ambos coincidieron en que la burocracia ha hecho del sistema académico un ente impenetrable para aquellos que no cumplen con los requisitos solicitados.

"La academia mexicana se ha acartonado. Tibón llegó a nuestro país en tiempos donde escolarmente no se exigía tanto a los intelectuales. Hoy los procesos para ingresar y permanecer son más mecánicos", afirma.

Descendiente de una dinastía de médicos, sabios y traductores medievales conocida como "Los Tibónidas", el autor fue un amante del lenguaje y las culturas prehispánicas. Realizó dos viajes por el mundo, de punta a punta. Uno de ellos, comparte Muñoz, fue financiado con las regalías que le dejó uno de sus inventos: la máquina de escribir portátil Hermes Baby, patentada por Olivetti en 1935.

"Tibón era un erudito sensible hacia todo lo que le rodeaba. En México tuvo un acercamiento especial hacia las culturas indígenas y su historia oral. Era un hombre inquieto, aventurero hasta sus últimos días. Tuve la fortuna de tratarlo personalmente. Es una lástima que mucha de su obra haya quedado en el olvido. El país necesita personas como él, apasionadas por la memoria histórica y el lenguaje", concluye Muñoz.

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TRES LIBROS PARA ENTENDER A TIBÓN

1. Historia del nombre y la fundación de México

2. El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones

3. Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos

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