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La Biblioteca Palafoxiana, el invaluable acervo en el que los libros palpitan

Verdaderos tesoros son los que habitan en este biblioteca ubicada en la ciudad de Puebla, que es considerada por la Unesco como "Memoria del Mundo por la Unesco". Alrededor de 2 mil personas la visitan cada mes. 

PUEBLA.- El médico Andrés Vesalio robaba cadáveres y los diseccionaba en París. Lo hizo durante cinco años para crear, en 1543, el primer Atlas sobre anatomía humana que abarcó siete tomos. Uno de los únicos tres ejemplares que existen en el mundo forma parte del acervo de la Biblioteca Palafoxiana desde hace cuatro siglos. Al margen de sus 726 páginas aparecen anotaciones manuscritas realizadas por estudiantes a lo largo de todo este tiempo, un detalle que le confiere al ejemplar el carácter de rareza bibliográfica, como el que tiene el 90 por ciento de los textos que llenan tres pisos en la biblioteca más antigua del continente americano.

Las 289 ilustraciones y 187 letras capitulares del Atlas se mantienen en perfecto estado porque fueron impresas en papel grueso de algodón. La calidad de su tipografía es tan fresca como la de Las crónicas de Núremberg, uno de los nueve incunables que también atesora el recinto. Estas piezas pocas veces salen de las cajas especialmente fabricadas para resguardarlos. Pocos visitantes tienen el privilegio de apreciar sus grabados en acuarela de, por ejemplo, las ciudades que existían a finales de 1600. Sólo los investigadores tienen la oportunidad de tocar -con guantes y medidas especiales-, los ejemplares que conforman un acervo único en temas novohispanos.

El fondo está integrado por 45 mil volúmenes, cuya digitalización apremia para garantizar la preservación de sus contenidos. Pero en 10 años se han sometido a este proceso sólo 60 de las primeras Gacetas de México –la más antigua es de 1722. "Por lo delicado del material, es lo más inmediato que necesitamos conservar", señala Diana Jaramillo, directora de la institución, cuyo catálogo se puede consultar vía web (biblioteca.colmex.mx/palafoxiana).

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LA VISIÓN DE PALAFOX

La entrada a este universo cuesta 25 pesos. Fue creado en 1773 por iniciativa del obispo Juan Pablo de Palafox y Mendoza. La Biblioteca, que fue declarada Memoria del Mundo por la Unesco, recibe en promedio a 2 mil visitantes mensuales.

"Vienen estudiosos de la historia, de la lingüística, pero también del diseño editorial; 54 materias que dan para todo", explica Jaramillo.
El volumen más antiguo que resguarda data de 1473. Se trata de los Nueve libros de historia de Heródoto, ejemplares que fueron hechos a mano. "También tenemos los primeros impresos mexicanos en donde se encuentra el vocabulario mixteco, el de lengua mexicana, y libros de mucho valor para la cultura bibliográfica e histórica de México".

El valor económico de este acervo es incalculable, observa Jaramillo, mientras recorre con la mirada la nave principal del inmueble, de 43 metros de longitud. Explica que el edificio fue construido en 1773 bajo la guía de Francisco Fabián y Fuero, arzobispo que sucedió en el cargo a Palafox. Edificó dos pisos de fina estantería con la mejor madera: ayacahuite, coloyote y cedro, para colocar la colección de su antecesor; un hombre de abolengo, adelantado a su tiempo, que defendió los derechos de los indígenas. Su archivo, de 5 mil libros, y los primeros documentos en los que se otorgan algunas libertades a los nativos poblanos dieron forma a la Biblioteca Palafoxiana.

"Esa visión que tuvo Palafox no como hombre de religión, sino como estadista, es lo que dio el inicio a esta biblioteca", señala José Octavio Ferrer, coordinador general del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla.

Más allá de la evangelización, el clérigo buscaba educar. Por eso creó un espacio para la lectura. "Así los obispos realizaron donaciones, pidieron acervos especiales a Europa y los libros llegaron por barco para la formación de los seminaristas; querían darles una educación de calidad, que pudieran conocer todo lo que el hombre producía para defender la palabra de Dios", relata Jaramillo.

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POR MÁS DE MIL AÑOS

Lo que ha permitido la conservación de los libros ha sido la propia arquitectura de la Biblioteca. Por supuesto, hay estrictas medidas protocolarias para la consulta y la limpieza de los materiales, pero éstas se implementaron hasta 1990. "La estructura del recinto, la altura de las cúpulas y el clima de Puebla han ayudado a la conservación durante más de tres siglos… También el milagro de Palafox que la salvó de tantos acontecimientos históricos", comenta Jaramillo.

La declaratoria de la Unesco, que le fue otorgada a la Biblioteca por su diversidad temática y las rarezas que conserva, también le permite a la institución recibir recursos para preservar su tesoro bibliográfico. El compromiso adquirido, fue hacerlo durante los siguientes mil años.

"Al pertenecer al mundo, no se puede alterar el orden del acervo. Tenemos la obligación de cuidarlo y divulgarlo, y ser una herramienta para acercar a los investigadores a que sigan consultándolo, que la biblioteca permanezca viva", agrega la directora. Así los libros escritos en 15 idiomas -incluyendo lenguas antiguas como el caldeo, arameo y hebreo- están acomodados en el mismo orden que cuando fueron colocados por primera vez en los estantes.

Para Ferrer, visitar la Biblioteca Palafoxiana ubicada en la Casa de la Cultura de Puebla es casi una obligación. "Es un lugar donde los libros cobran vida, se puede sentir cómo palpitan".

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