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¡Juega por París!

Wembley se rinde ante Francia en uno de los momentos más emotivos en la historia del futbol; "La Marsellesa" es cantada entre muestras de apoyo.

El futbol es la paz por otros medios. Ayer, postal histórica del juego más lindo, Inglaterra enalteció a Francia en una noche simbólica para el futuro. Wembley cautivó al planeta ante la inminente guerra de Occidente contra el Estado Islámico. Al tiempo en el que se intensificaron los bombardeos franceses y rusos sobre las posiciones terroristas en Siria, el estadio más emblemático del balompié cantó La Marsellesa en homenaje a las víctimas de los atentados perpetrados en París en el ya emblemático 13-N.

La ceremonia, encabezada por el príncipe Guillermo y el primer ministro David Cameron, fue una respuesta contundente a la barbarie. La pelota no se detendrá por causas ajenas al parlamento del juego. Poco antes, en Hannover, las autoridades alemanas anunciaron la cancelación del partido entre Alemania y Holanda, un clásico en la enciclopedia del césped. No hubo garantías de seguridad para el desarrollo del encuentro.

Francia fue valiente en su postura de defensa de la libertad, la igualdad y la fraternidad que brinda el futbol y de rechazo al pánico que dejan los atentados contra civiles. El estadio fue escudo y resguardo de los principios fundamentales de convivencia democrática. Inglaterra, fiel a su estilo, convirtió el luto en un acto sobrio de lealtad en la base legítima del deporte.

En la inolvidable noche de ayer, con los jugadores abrazados en una conmovedora imagen de unidad y reconocimiento del otro, se tejió simbólicamente la alianza política y militar entre dos potencias europeas, dentro y fuera de la cancha. Francia e Inglaterra aprovecharon el impacto del futbol para demostrar que juegan juntas en el nuevo conflicto internacional, casi como en los años de la Segunda Guerra Mundial.

La ofrenda floral, al borde de la imaginaria durante todo el cotejo, ejerció un doble mensaje: el reconocimiento del deporte como lugar en el que los diferentes se igualan y el gesto inglés de pertenencia a Europa. Wembley, plagado de banderas francesas, ejerció el noble papel de residencia de los máximos valores del más grande invento británico: el futbol. La pelota no se mancha, dijo Maradona cuando la vida le estropeaba la percha y el prestigio. No se mancha, tampoco, ahora que las extremos se enfrentan.

La trascendencia del guiño de ayer no tiene que ver, solamente, con lo sucedido en París, sino con lo que viene: una dura prueba para la paz mundial, con la Euro 2016 por jugarse en territorio francés, con unos Juegos Olímpicos pendientes en Río y con una enorme agenda de ligas continentales (la Champions, la Europa League) y nacionales. En esa lista de pendientes aparece el próximo Real Madrid- Barcelona, que se juega el sábado 21 en la capital española. El espectáculo deportivo estrena era: la del pleito contra la amenaza y la represión del miedo. Mucho Wembley.

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