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José Kozer, aquí no termina esta historia


 
Silvina Espinosa de los Monteros
 

Una de las grandes distinciones que se concedieron en el año que acaba de finalizar fue el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, el cual fue entregado al cubano José Kozer a finales de octubre. Galardón que coincide con la reciente publicación de Acta est fabula, una antología de su obra poética editada por el Fondo de Cultura Económica.
 
Hijo de padre polaco y madre checa, paradójicamente José Kozer es dueño de una de las voces más prolíficas de la lengua española. Su singular cadencia, mucho debe a La Habana, Cuba, tierra que lo vio nacer el 28 de marzo de 1940 y de la que saldría dos décadas después, para radicar de manera definitiva en Estados Unidos.
 
Reconocido por ser un destacado poeta, ensayista y traductor al castellano de autores japoneses y de lengua inglesa, en esta ocasión habla en entrevista sobre la antología que recientemente se ha puesto en circulación en nuestro país.
 
El título de Acta est fabula proviene de una de sus numerosas series poéticas, la cual alude al teatro romano: “Ya que al terminar una obra", señala Kozer, "eso es lo que se decía. Se utilizaba esta frase, que en español quiere decir: Aquí termina esta historia”.
 
Y explica: “Yo tengo 73 años y hace dos que tuve un accidente en Buenos Aires, en el que casi muero. Por otra parte, mi fabula también está terminando por obvias cuestiones cronológicas. Con base en eso y no sin cierta melancolía, porque nadie se quiere morir, escogí ese título”.
 
A decir del poeta que fue distinguido con la más reciente edición del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, de manos del presidente chileno Sebastián Piñera, la antología fue montada a partir de “una selección de poemas que conozco bastante bien y que no he olvidado dentro de ese mar proceloso de mi poesía, que es tan abundante”.
 
Tarea que no ha sido del todo fácil, si contamos con que el autor escribe un poema diario, razón por la cual calcula que ya cuenta en su haber con 9 mil 500. Textos que destacan por su singular estilo y musicalidad.
 
Yo soy un cubano sui géneris, porque no sé bailar ni cantar. Soy incapaz de hacer nada de eso, pero al mismo tiempo tengo un oído musical buenísimo para la poesía. Cuando leo, la gente siempre me dice: ‘Tu lectura es auditiva, siempre lees con el oído y moviendo las manos de un modo que recuerda a los directores de orquesta’; es decir, de ir pautando, lo que el poema va diciendo”.
 
Kozer también recuerda una frase del poeta francés Paul Verlaine: “La música por encima de todo”. Y remata: “Eso ocurre con mi poesía”. Aunque explica que hay otro fenómeno curioso, relacionado con un padecimiento que lo aqueja desde 1993.
 
Tengo una enfermedad que en latín se llama tinnitus y que en español se conoce como acúfenos, que consiste en escuchar un ruido en la cabeza que te acompaña hasta el día que te mueres”, apuntó. De ahí que exista un parteaguas en su obra, ya que los especialistas señalan que a partir de aquel año, de ser visual, su poesía se convierte en auditiva.
 
“Es muy interesante cómo el cuerpo rige al espíritu. El cuerpo y lo que le pasa se transforma y se trasvasa al texto que es la zona más íntima y espiritual de la persona, en este caso, el poeta. Yo creo que eso explica la musicalidad de mi obra”, concluyó.
 
 
LECCIÓN DE TINIEBLAS
 
Todo resplandece esta noche de un silencio oscuro.
He entrado en la umbría he entrado en mi muerte.
El árbol que ocote llaman en otro país es mi país.
El árbol que yo llamo ceiba perdió toda la fronda.
Ciegos estamos yo y yo, ceiba y ocote, país y país.
El bastón de caoba rojo y blanco golpea en el mármol.
Se rompió la contera de tanto golpear en lo mullido.
El asa del bastón lancé al vacío, su eco en el silencio.
Silencio apolillando este viejo huracán en mi cabeza.

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