After Office

José Carlos Ruiz... poeta secreto

Al actor mexicano no le gusta hablar de su vida personal, que de inmediato liga a la pantalla. Ávido lector de poesía mexicana, aún posterga la publicación de sus propios poemas, por un pudor que le sonroja.

Al morir sus padres en un accidente automovilístico cuando tenía 10 años, se convirtió en la cabeza de su pequeña familia, integrada por tres hermanos menores y su abuela paterna. El resto de su infancia se lo reserva.

A José Carlos Ruiz no le gusta hablar de su vida personal, que de inmediato liga a la pantalla. Cuenta que creció en la Ciudad de México y que fue en las salas de cine donde encontró a las figuras de autoridad que echaba en falta, en los zapatos de Arturo de Córdova o Julián Soler. "Para mí eran como el padre que me daba consejos". Y siguió sus pasos. Se convirtió en actor.

Sus roles cinematográficos rondan el centenar. En ellos ha dado vida a personajes históricos como Benito Juárez y al pintor Francisco Goitia, así como a un amplio catálogo de personajes ficticios, desde un cura, hasta un asesino serial. Ávido lector de poesía mexicana, aún posterga la publicación de sus propios poemas, por un pudor que le sonroja.

El cine: más bonito que la vida
Así fue para mí. La razón es que me quedé huérfano muy chamaco. No tenía comodidades, había precariedad y entonces encontré ahí aquello que me relevaba de la pobreza, de la necesidad, el dolor de la orfandad. Me divertía, me hacía olvidar todo lo demás. El cine fue como un protector para mí, como una familia. Sentía que los actores eran como mi padre y al ver a Humphrey Bogart, Errol Flynn, Jorge Negrete o Arturo de Córdova, yo era ellos. Viviendo en ese mundo de fantasía soslayé la pobreza, y no fui un niño infeliz ni dramático, al contrario, era muy feliz porque iba al cine.

El niño adulto
Fui el hermano mayor y lo hice bien. Bueno, vivíamos con mi abuela paterna, que era muy cariñosa. No era melosa, sino tierna, y eso se agradece cuando faltan tantas cosas. Era una mujer múltiple: mamá, papá, Santa Clós, era la vida. Yo tenía que trabajar en lo que podía para ayudar en la economía, pero nunca de manera triste. Un atole endulzado con piloncillo hecho por mi abuela nos hacía felices.

Vivir el sueño
El cine fue mi universidad, aunque nunca pensé que iba a ser actor. Entré a una escuela de iniciación artística para estudiar guitarra. Ahí, casualmente, me metí a un salón de teatro y descubrí que era igual que el cine, nada más que en carne y hueso, y quedé fascinado. Me becaron en Bellas Artes, donde comencé a trabajar en montajes siendo un estudiante de primer año. Estuve después en Poesía en Voz Alta y en la Compañía Nacional de Teatro.

Actor todoterreno
Cuando ya tenía experiencia en teatro, me acerqué a Televicentro. Nunca pasé por un casting, porque eran papeles muy pequeñitos, hasta que hice El Jaibo, en Corona de lágrimas, protagonizada por Prudencia Grifell en 1965. Conocí al señor Azcárraga Vidaurreta, al señor Azcárraga Milmo y finalmente al señor Azcárraga Jean, que han sido muy gentiles conmigo, me han dado trabajo desde hace casi 60 años. Pasó igual con el cine, Viento negro fue mi primera película y ahora tengo unas 100, como 600 obras de teatro y muchísima televisión.

La poesía
Me llegó en los tiempos de estudiante en Bellas Artes. Había leído a Julio Sesto, Salvador Díaz Mirón, a Manuel María Flores, en fin, todos los decimonónicos, y tenía una inquietud por conocer de poesía. Cuando descubrí a Neruda, a Vallejo, a Nicolás Guillén, me fui enrolando; así como se va dando la vida, como crece un hijo, así crecen los intereses de uno. La poesía es un pasatiempo hermoso, igual que la música, me encanta Bach, Wagner, Beethoven, Mahler. La cultura es la parte primordial de un individuo, el arte afina, guía, produce un montón de inquietudes hermosas: la amistad, la generosidad, el amor. Tengo mucha poesía escrita, pero creo que nunca la voy a publicar.

Los roles memorables
Me gustan mucho Dos crímenes, Vidas errantes, Goitia, un dios para sí mismo y Toña Machetes. A En el último trago le tengo un enorme cariño porque es la primera comedia en la que trabajo. Pero Almacenados me ha hecho reconocer que el actor nunca termina de aprender, nunca llega a ningún lado, cada personaje le va a decir por dónde. Yo no hallaba la punta de la madeja, me fue muy difícil dejarme habitar por este hombre rutinario, que no se cuestiona, y descubrí que eso de que soy un actor consagrado no es cierto.

Lo que viene
Hoy se estrena en salas mexicanas Almacenados, de Jack Zagha Kababie, la versión cinematográfica de la obra homónima de David Desola, que protagoniza al lado de Hoze Meléndez. En ella, un empleado (Ruiz) a punto de jubilarse y el joven destinado a sustituirlo comparten cinco días de trabajo en un enorme almacén vacío donde aparentemente nunca ocurre nada. Continuará en la telenovela Mi adorable maldición, de Televisa, en la que interpreta al sepulturero Ponciano Juárez.

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