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Jorge Edwards deja legado en el Instituto Cervantes

El escritor chileno Jorge Edwards depositó hoy en la Caja de las Letras, del Instituto Cervantes, varios manuscritos y primeras ediciones de sus obras, así como dos cartas muy personales.

MADRID.- El escritor chileno Jorge Edwards depositó hoy en la Caja de las Letras, del Instituto Cervantes, varios manuscritos y primeras ediciones de sus obras, así como dos cartas muy personales.

Edwards, nacido en 1931 y premio Cervantes 1999, depositó hoy su legado que simboliza su amplia trayectoria profesional y vital y que permanecerá custodiado bajo llave hasta dentro de exactamente 20 años.

El autor, diplomático y periodista dejó en la caja de seguridad número 1482 de la antigua cámara acorazada del Cervantes una primera edición "en buen estado", de su emblemática obra Persona non grata (1973).

En ella relata sus experiencias como diplomático en la Cuba de Fidel Castro, cuando Salvador Allende era el presidente de Chile, y en la que reflexiona sobre las relaciones de los escritores e intelectuales con el poder totalitario.

También depositó una prueba de imprenta de El patio (1952), que escribió en un garaje con una máquina de escribir que funcionaba mal, y otra primera edición de Gente de ciudad (1961), libro con el que quiso homenajear a James Joyce y su célebre libro de cuentos Dublineses.

Asimismo, dejó guardadas las 30 primeras páginas, escritas a mano, de El sueño de la historia (2000), sobre la conspiración que intentó en el siglo XVIII José Antonio de Rojas junto con dos franceses en lo que se denominó "la conspiración de los tres Antonios".

El legado se completa con dos misivas de carácter personal. La primera es una carta que le envió hace casi medio siglo la mujer con quien mantenía entonces "una relación anormal": él tenía 35 años y ella 38. Una relación que "seguirá siendo indiscreta" cuando, a la apertura del legado en 2035, se lea su contenido.

La otra carta, "sorprendente e ingrata", data de marzo de 1971, cuando Edwards salió de Cuba tras la detención de Alberto Padilla y vino a España, a casa de Mario Vargas Llosa en Barcelona. Su amigo José Rodríguez Feo, Pepillo, le reprochaba no haberse despedido de sus amigos en la isla y le relataba el encarcelamiento de Padilla.

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