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'Invasiones': suma infinita de fragmentos

Un universo de posibilidades, de "fragmentación de los discursos", es lo que puede apreciarse en la muestra "Invasiones", del artista plástico mexicano Héctor Falcón, la cual cuenta con 43 piezas que se exhibirán hasta el 15 de marzo en la Galería Enrique Guerrero, en San Miguel Chapultepec.

En un mundo globalizado y saturado de información, el hombre acaba sabiendo casi nada. Pareciera que Facebook y Twitter son dos ventanas que apenas ofrecen sinopsis o pequeños recortes de la realidad. El artista plástico mexicano Héctor Falcón observa este fenómeno desde el campo visual a través de una obra pictórica hípersegmentada en capas. Al final –dice– éstas representan a la cultura global: "Vivimos en un mundo donde las culturas se funden, se mezclan y se yuxtaponen; donde se invaden las unas a las otras. Hoy es muy complicado encontrar una cultura en su estado primigenio".

Falcón descubrió en la pintura una forma de entender el pensamiento contemporáneo. No se siente crítico, pues –afirma– vive fascinado en el planeta de los 140 caracteres y el acceso ilimitado a la cultura y el entretenimiento. Un clic basta para leer a Shakespeare, otro para saber lo que pasa en Vietnam y otro más para ver Las Meninas de Picasso.

Este universo de posibilidades, de "fragmentación de los discursos", es lo que puede apreciarse en su nueva muestra, Invasiones, la cual cuenta con 43 piezas y se exhibirá hasta el 15 de marzo en la Galería Enrique Guerrero, en la colonia San Miguel Chapultepec.

"Mi exposición habla sobre la construcción pictórica. Quise contar el proceso que se debe llevar a cabo para realizar un lienzo. Eso me permitió regresar a la pintura a su estado de objeto. La fragmentación me permitió escarbar en el origen del lienzo; allí descubrí que todo es saturación y ruido", asegura el artista, cuya obra se ha presentado en Estados Unidos, Japón, Francia e Italia.

Falcón dice que Invasiones es "un ojo voyeur" a la cultura del zapping y a la búsqueda de control sobre el consumo visual; una postura ante un mundo en el que se sabe casi nada de casi todo, en el cual la dispersión y la frivolización son rasgos ineludibles de las relaciones humanas. "Vivimos en la sociedad de la insatisfacción. Siempre buscamos un reemplazo. Somos la civilización de lo desechable. Nos hemos casado con la idea casi neurótica de que vivir más rápido es vivir más tiempo", comenta Falcón.

Para él, la civilización vive una etapa única que –señala– le parece maravillosa: la cultura de la edición. "En este tiempo de realidades fragmentadas y resumidas, el ser humano tiene a la mano las herramientas necesarias para suprimir lo que desee. Instagram es eso: la alegoría de la edición del pensamiento. Pensemos en los lienzos de hace tres siglos: se pintaban bodegones enteros; hoy ya nadie hace eso. Si acaso pintamos pequeñas partes, hacemos ampliaciones donde sólo se abarcan ciertos pedazos", apunta.

La búsqueda de pureza nunca le ha llamado la atención a este hombre de fuerte vocación experimental. "Eso lo relaciono mucho con actos fascistas", acusa. "Yo me siento íntegro en este mundo de estímulos e información inagotable. No añoro el pasado. El mundo es móvil y ya funcionas perfectamente con un hardware y un software ajeno al tuyo", asevera Falcón.

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