After Office

Iñárritu, el mexicano que hoy se importa al país

Comenzó como el director mexicano que sorprendió a Cannes con temas locales, mexicanos. Sin embargo, el tiempo pasó y su cine se convirtió en un producto hollywoodense que bien podría ser importado por cualquier país, incluso el suyo. 

Desde que estrenó en Cannes Amores perros, en el 2000, llevándose el premio de la Semana de la Crítica su primer largo, el cine de Alejandro González Iñárritu parecía perfilarse como un producto de exportación -una cualidad que no había caracterizado a la industria mexicana. Se habló entonces de la aparición de una voz singular, de un nuevo autor; un hallazgo que no fue flor de un día.

Entró al mundo y en especial a Hollywood, como forastero: ese mismo año la cinta hablada en español fue nominada al Oscar como Mejor película extranjera, con una producción y un reparto de actores principalmente mexicanos.

Pero los pasos con que logró dejar atrás su papel de extranjero en los imperios cinematográficos del hemisferio Norte han sido puntuales. La primera oportunidad llegó tras los ataques del 11-S. El cineasta dio en el pathos estadounidense en un momento sensible, al filmar en Nueva York el corto 11.09.01.

Enseguida, terminó de enganchar sus historias de personajes al límite con el gran imaginario internacional a través de la inclusión de actores de talla mundial: su siguiente largo, 21 gramos, tumbó fronteras con un elenco protagonizado por Sean Penn, Benicio del Toro y Naomi Watts, con el que consiguió dos nominaciones actorales al Oscar.

La ubicación localista de los dramas de su primera cinta cedió el escenario al territorio del mundo: suburbios y ciudades estadounidenses, Marruecos, Japón, y nuevamente México, como parte de una locación más amplia desde la que González Iñárritu se planteaba como un artista global: Babel (2005) fue filmada en tres continentes, cuatro países e igual número de idiomas. Los Globos de Oro la reconocieron como mejor drama y Cannes le dio la Palma al mejor director. El primer mexicano en obtenerla.

Biutiful (2010), protagonizada por Javier Bardem y hablada en español, aún lo mantenía en la periferia, pero expandiendo límites: los Golden Globes y los BAFTA la contemplaron para Mejor cinta en idioma extranjero; si bien el protagonista fue el primer actor en ser nominado a una estatuilla de la Academia estadounidense por un rol hablado en un idioma distinto del inglés.

Situada en Nueva York, con un elenco norteamericano y hablada también en inglés, con un fotógrafo mexicano ya premiado con el Oscar, este año González Iñárritu ya no compite desde afuera. Ahora lo importamos.

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