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Guatemala pone en evidencia la carencia de ideas de Miguel Herrera

Herrera ha contagiado a sus muchachos de la angustia. Sus hombres no buscan el pase como estructura de su organización. No controlan el ámbito ni poseen ideas ciertas ante el arco contrario.

Empeñado en su esquema, como si el futbol fuera un discurso rígido, Miguel Herrera fue incapaz de encontrarle el modo al galimatías, casi grosero en el segundo juego de ambas Selecciones en la Copa Oro.

Tedioso hasta el límite, el encuentro tuvo dos caras muy notorias: una, la del esfuerzo limitado de una escuadra poco letrada en el trato de la pelota, que encontró en la rispidez un aliado incondicional durante el largometraje (dos penaltis no marcados en su contra, dejaron en claro la torpeza del equipo arbitral que sin sentido echó del campo a Contreras 20 minutos antes del final) y que del pulmón hizo su blasón, como si eso fuera un desplante suficiente para la épica.

El otro rostro fue igual de mediano. La mexicana, con un festín de tres cuartos de cancha, con el esférico durante la mayor parte del partido, con el rival rendido al asedio, no tuvo creatividad al borde del área, el lugar en el que se nota quién conoce de esta lidia.

Herrera ha contagiado a sus muchachos de la angustia. Sus hombres no buscan el pase como estructura de su organización. No controlan el ámbito ni poseen ideas ciertas ante el arco contrario. Buscan, con un afán desesperado, el gol que, caprichosamente, les dé la razón en el marcador. Necio, el cuadro se olvida de la disciplina y avienta jugadas sin ton ni son.

Los mustios desbordes por los costados terminaron en albures al área esperando que la gracia o el azar resolvieran el problema. Guatemala con muy poco logró ventilar la terquedad de Herrera en lo rudimentario. Confunde el míster lo sencillo con lo simple. Simplón, deja que Trinidad y Tobago reine en el grupo del rival más débil.

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